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Vivimos ocupados en lo de todos los días, pero despreocupados de lo esencial. Tenemos que vigilar, estar atentos, no por miedo a la catástrofe sino para disfrutar del amor de Dios, para descubrir la belleza y dignidad que tiene la vida. Este adviento es una invitación a vivir con atención y con intención amorosa, ya que la esperanza siempre viaja hacia adelante. Cuando se produzca el abrazo entre tú y Dios, todo será diferente. Nada se consigue “sin un poco de trabajo”.