El nacimiento de Jesús pasa inadvertido, el que va a destronar a los poderosos no se presenta como un poderoso, sino como un niño pobre e indefenso. Es alguien cercano, tan pequeño como nosotros y se nos ofrece con gratitud, sencillez y amor. Sigue manifestándose hoy en lo que es cotidiano y pobre, pero está surcado de amor. Pañales y pesebre tienen plena actualidad. ¿Acaso lo vas a buscar en otro lado? Un niño que es esperanza con sueños para una tierra y una gente desvencijadas por unas realidades que excluyen y destruyen la dignidad humana. Un niño que es esperanza para la humanidad que no quiere rendirse y quiere ser cómplice del sueño de Dios. Sigamos haciendo nuevas las cosas. Sigamos dejándonos moldear por las manos sabias del alfarero y utilizando como material nuestra realidad. Nos toca volver a nacer del barro.