Se va. Al fin, se va. Y lo hace, marcando sus tiempos: el Papa Francisco ha sido sumamente respetuoso con el ya administrador apostólico de Madrid, Antonio María Rouco Varela. Su renuncia, que como ya anunció La Razón, ha sido aceptada oficialmente por la Santa Sede, no se hará efectiva hasta dentro de un mes (28 de agosto, más que probablemente, aunque algunas fuentes hablan del 8 de septiembre). Entonces, se dará el nombre de su sucesor, que el Papa tiene elegido -aunque aún no se lo haya comunicado oficialmente- desde al menos mediados de mayo.

Y no será ninguno de los que el cardenal gallego propuso, hasta el último momento. Porque Francisco ha permitido que Rouco maneje los tiempos, pero no los nombres.

Por fortuna, el Papa no ha hecho caso a la que parece ser la última jugada de Rouco Varela. Tras intentar, hasta el último momento, colocar a su delfín Fidel Herráez como sucesor en la capital de España, el ya administrador apostólico de Madrid quiso premiar a su eterno auxiliar con las diócesis de Sevilla o Toledo, para que Juan José Asenjo o Braulio Rodríguez, dos de sus más fieles obispos, lograran la plaza de Madrid. Tampoco lo ha logrado.

Con todo, el entorno del cardenal Rouco, aprovechando la facilidad para comunicarse con Francisco, han continuado con sus ataques a los que, hoy por hoy, siguen siendo las personas que, junto al tapado Juan del Río (como mal menor, el cardenal no vería con malos ojos esta designación, siempre y cuando Fidel Herráez fuese designado arzobispo castrense), todos ven como únicos candidatos.

El Papa mostró su hastío por los sucesivos intentos de Rouco Varela por desacreditar dos de los nombres de la terna que parecía imponerse. Y es que sobre el cardenal Antonio Cañizares, y también sobre Carlos Osoro, han circulado auténticas barbaridades.Se han inventadoenfermedades, intrigas inexistentes y toda clase de infundios. 

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