Francisco y el cardenal Müller
"Asalto orquestado por cardenales de Curia y por 'nuevos curiales' ultramontanos"
Xabier Pikaza: "Asistimos a un asalto contra la raíz del Evangelio, que el Papa quiere ofrecer"
"Buscan la ley del corral cerrado, controlado, pues temen que los cristianos sean libres"
Estamos asistiendo (abril-mayo 2016) a un nuevo asalto a toda regla contra la raíz del Evangelio, que el Papa Francisco quiere ofrecer, exponer y animar con su ejemplo y doctrina como Papa: Un Evangelio sin glosa, como decía en el siglo XIII Francisco de Asís... Un evangelio de libertad cristiana
Éste es un "asalto de ley", pero no de la buena (de eso que se llama "oro de ley"), sino de la peor; un asalto orquestado por cardenales de Curia y por "nuevos curiales" ultramontanos que han empezado a decir cosas como éstas:
-- que este Papa no sabe teología (¡sabe evangelio!),
-- que está rompiendo la Ley Natural (¡la que ellos creen de su naturaleza!),
-- que está destruyendo la Iglesia, de forma que hay que esperar que muera...
Y lo dicen apelando al rechazo presente (no obedecer) y al juicio futuro (que muera pronto para volver al buen rumbo del barco petrino...)... con un libro en la mano (mirando al libro, no a la vida, como parece hacer el cardenal Müller, en una biblioteca, no en la calle)
‒ Éste es un un asalto que proviene de la ley del miedo, propia de aquellos que no creen de verdad en el evangelio de la con-versión, de la nueva forma de pensar y de hacer de Jesús (Mt 1, 14-15), y se refugian en un tipo de presunta "esencia" de las cosas, tanto en el plano del amor sin amor (imposición externa) y del fortalecimiento de un tipo de institución eclesial. Tienen miedo de la libertad de Jesús, y por eso se siguen aferrando a seguridades e imposiciones exteriores.
‒ Éste es el asalto de aquellos que tienen miedo de su propia libertad, de su responsabilidad personal, a flor de vida (¡a favor de su propia vida!) y, por eso, para asegurarse a sí mismos imponen sobre los demás las cargas que ellos son incapaces de llevar sobre sus hombres (Lc 11, 46). Para liberarse de su miedo (¡sin poder lograrlo!) imponen duras obligaciones legales sobre los demás, en un nivel de relaciones personales, de eucaristía sin eucaristía...
Buscan la ley del "corral" cerrado, controlado, pues temen que los cristianos sean libres y exploren la verdad de la vida según el evangelio, de manera que ellos, los "controladores de Iglesia" pierdan su función, queden en la calle de la vida (de donde no debían haber salido).
‒ En ese contexto, el nuevo Papa Francisco, como el Hermano de Asís, ha querido volver al "evangelio sin glosa", es decir, sin metafísicas doctrinarias a su medida, sin interpretaciones que cierren de nuevo a los creyentes en un tipo de "baúl de normar exteriores"...
Ha querido ofrecer un programa de restauración de la Iglesia caída, como el de Francisco de Asís, cuando empezó reconstruyendo los muros de San Damián, para reconstruir después y recrear toda la Iglesia, desde el evangelio sin glosa, en libertad, fraternidad y pobreza (que es riqueza compartida).
Desde ese fondo de evangelio, Francisco ha querido ofrecer humildemente, sin estridencias ni condenas, un programa de educación evangélica, que puede condensarse en tres momentos, como en los esquemas de formación de los comprometidos del evangelio, para el ver, juzgar y actuar.
Un cristiano se educa para:
a) Cristiano es un hombre o mujer que se educa para ver las cosas de la vida, no sólo en un plano teórico (ayudado por las diversas ciencias), sino en el plano de la encarnación personal (a nivel de libertad creadora). El cristiano ha de ser un especialista de la libertad, ha de mirar hacia los hombres y los problemas actuales, para descubrir el dolor y la opresión concreta de las mayorías, para iniciar desde ellas un camino de liberación personal. Eso quiere Jesús: Que no nos engañen con principios altisonantes (cuanto más altos suenan más falsos son), que nosotros mismos sepamos "ver". Eso es evangelio: abrir los ojos, curar a los ciegos...Que vean, que veamos...
b) Cristiano es un hombre que se educa para juzgar, esto es, para discernir por sí mismo y distinguir lo que es bueno y lo que es malo (como sabía ya el Deuteronomio): "Pongo ante ti el bien y el mal...". Tenemos demasiados impedimentos de normas externas, de poderes fácticos, de imposiciones... Pues bien, en ese contexto, se trata de aprender a juzgar por nosotros mismos, para conocer así las formas y las causas de la nueva opresión humana, para superarla a partir del Evangelio.
Se trata, pues, de conocer lo que hay en el fondo de la vida y de planificar lo que va en línea de Dios y de realizarlo de un modo efectivo, siguiendo así el ejemplo Jesús, que vino a proclamar el año nuevo de la Libertad y de la gracia, como dijo en la Sinagoga de la Nazaret (Lc 4, 18-19), de la que tuvo que marcharse. Cardenales y pensadores de estilo no cristiano quieren meternos de nuevo en una mala sinagoga, para imponernos su religión, no la de Jesús.
c) El cristiano es un hombre de acción: no es un simple teórico que traza planes y dicta sentencias desde arriba, para mantener un orden religioso establecido según ley, no es sólo alguien que mira y juzga (opina), dejando las cosas como estaban, sino un hombre o mujer que se compromete haciendo, desde el campo concreto de la vida y sufrimiento de los hombres, para que vean, para que caminen, para que se amen, con la libertad que ofrece el evangelio, por encima de todas las sinagogas del mundo, por encima de todos los poderes establecidos... en línea de evangelio, como sigue diciendo Mt 25, 31-46..
Esta es la tarea que nos propone de nuevo el papa Francisco, en contra de los "paisanos" de la Sinagoga Vieja de Nazaret o de las nuevas sinagogas de los poderes fácticos de una Iglesia Establecida que quiere mantenerse a sí misma por encima del evangelio.
Xabier Pikaza, 08 de mayo de 2016