"El de César es el testimonio callado de cientos de misioneros que están al lado de los que más lo necesitan en los lugares más inseguros"

Ángel Fernández Artime: "A nuestro hermano le han robado la vida, se la han quitado sin motivo"

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El provincial de los salesianos lamenta el asesinato del misionero en Burkina-Faso

"Cuando supimos la noticia del asesinato de nuestro hermano Antonio César Fernández, nos embargó el dolor". El provincial de los salesianos de Santiago el Mayor, Juan Carlos Pérez Godoy, ha escrito un sentido mensaje en homenaje al misionero asesinado cerca de la frontera con Burkina-Faso.

Su asesinato, apunta, "nos pone ante la trágica realidad en la que viven muchos misioneros". Antonio era "un sacerdote entregado al anuncio del Evangelio, un trabajador entusiasta e incansable, un salesiano sacrificado, austero", lo define Godoy.

"El de César es el testimonio callado de los cientos de misioneros que están al lado de los que más lo necesitan en los lugares más inseguros", afirma, añadiendo que "si ya era un auténtico santo por su manera de vivir como hombre, como cristiano, como salesiano y como sacerdote, imitando al Buen Pastor que da la vida por las ovejas, esta su muerte martirial nos lo confirma".

Por su parte, Don Ángel Fernández Artime, Rector Mayor de la Congregación Salesiana ha dirigido un mensaje a todos los salesianos y a la Familia Salesiana del mundo en el que expresa su desolación por el asesinato del sacerdote español Antonio César Fernández el pasado viernes 15 a manos de un grupo yihadista cerca de la frontera de Burkina Faso.

El Rector Mayor define al salesiano asesinado como "un hombre bueno y un hombre de Dios", que pasó por la vida haciendo el bien especialmente en África, y afirma con contundencia: "a nuestro hermano Antonio César le han robado la vida, se la han quitado sin ningún motivo".

Después de tener un recuerdo por los 55 años de Profesión Religiosa y 46 de sacerdote de este salesiano, don Ángel Fernández Artime invita a dar gracias al Señor por la vida del P. Antonio César Fernández y a pedirle al Padre "que ayude a esta su Humanidad y Creación a terminar con estas escaladas de violencia que sólo causan daño y muerte".

En la última parte de su comunicado, el Rector Mayor hace una llamada a todos los salesianos a que permanezcan unidos trabajando al servicio del Pueblo de Dios y de los jóvenes más pobres. Y desde la fe en la Resurrección del Señor, afirma: "El mal nunca tiene la última palabra".

Antes de su firma final, don Ángel Fernández expresa su cariño a la familia del salesiano, en Pozoblanco, Córdoba y también a las inspectorías de AFO (África Occidental Francófona) y María Auxiliadora, en España, "donde aprendió a amar a Don Bosco hasta vivir como él".

Finalmente, Misiones Salesianas ha emitido el siguiente comunicado:

Antonio César Fernández fue asesinado el viernes cerca de la frontera de Burkina Faso cuando un grupo de yihadistas en moto atentó contra un puesto de aduanas. Los atacantes detuvieron el vehículo en el que viajaba el misionero junto a otros dos compañeros. Antonio César fue llevado al bosque y allí recibió tres disparos. Los hechos se produjeron en la localidad de Nohao, a 40 kilómetros de la frontera sur de Burkina y Ghana.

La consternación entre la Familia Salesiana es profunda tras conocerse el suceso. El misionero llevaba varios años trabajando en la misión de Uagadugú (Burkina Faso). Se encontraban de viaje tras volver de una reunión en Lomé (Togo).

Antonio César nació en Pozoblanco (Córdoba) el 7 de julio de 1946. Desde 1982, era misionero en África. Fue fundador de la misión salesiana en Togo, su primer destino. Vivió en diversos países, entre ellos, en Costa de Marfil durante la guerra de 2011.

El misionero español asesinado, agradecía en un vídeo, horas antes del ataque terrorista, que los jóvenes le hubiesen "enseñado a ser salesiano".
El ataque se enmarca dentro de la grave situación que vive el país desde los últimos años y de la escalada de violencia que se ha vivido en los últimos meses tras la celebración de la V Conferencia de Jefes de Estado del G5 del Sahel, en la que Burkina Faso asumió la presidencia rotatoria. Desde entonces, el país se encuentra bajo el recrudecimiento de la amenaza terrorista.

Desde Misiones Salesianas sentimos un profundo dolor por esta trágica muerte y enviamos un gran abrazo a la familia y amigos de Antonio César. Además, condenamos toda forma de violencia como la que se está viviendo en muchas partes de planeta. Una violencia sin sentido que hace que las personas más vulnerables sigan sufriendo. Desde Misiones Salesianas estamos comprometidos con la educación, el desarrollo y la evangelización, sobre todo, de los jóvenes, niños y niñas más vulnerables. Es por ello que mantenemos nuestro compromiso a pesar de tragedias como la sucedida el pasado viernes.

Descansa en paz.

Juan Carlos Pérez Godoy, provincial de los salesianos de Santiago el Mayor

Cuando supimos la noticia del asesinato de nuestro hermano Antonio César Fernández, nos embargó el dolor. Su trágica muerte nos llenaba de pesar. Nuestro Rector Mayor, en un mensaje enviado a toda la Familia Salesiana nos decía que a César le han robado la vida, se la han quitado sin ningún motivo. Era un hombre bueno que pasó por la vida haciendo el bien.

El asesinato de este salesiano nos pone ante la trágica realidad en la que viven muchos misioneros. Los que lo conocían más de cerca hablan de él como un sacerdote entregado al anuncio del Evangelio, muy apreciado y querido por todos aquellos con los que compartía su vida. Era un trabajador entusiasta e incansable, un salesiano sacrificado, austero. Una persona sabia y de gran hondura humana y espiritual. Llegó en 1982 a Togo para abrir las primeras obras salesianas en este país. Trabajó en Costa de Marfil y Burkina Faso, pero especialmente en Togo, donde ha venido desarrollando su labor como misionero salesiano. Pocos días antes de morir, celebraba los 50 años de profesión religiosa, y grababa un mensaje en video agradeciendo al Señor el haber vivido la vocación salesiana, "he recibido muchos beneficios del Señor", decía.

Una vida entregada en una tierra a la que amaba y trabajando por sus gentes. Sabía, como los demás misioneros que trabajan en estos lugares de conflicto, el riesgo que asumía y los peligros que afrontaba. Nunca pensó salir de allí. Junto con las comunidades salesianas de la zona, quiso seguir adelante y estar al lado de su gente. Con la cruz colgada en su cuello, con su breviario, viajaba muchas vece solo, en transporte público, con la confianza siempre puesta en Dios.

El de César, es el testimonio callado de los cientos de misioneros que están al lado de los que más lo necesitan en los lugares más inseguros. Allí donde el Evangelio se hace escuela que ofrece una formación para salir adelante, casa de acogida a niños y jóvenes que lo han perdido todo, iglesia que anuncia al Dios de la misericordia, allí está la presencia de los misioneros que es la presencia de la Iglesia como semilla del Reino de Dios. Una semilla, bien lo sabemos, que a veces tiene que morir para dar fruto. La Familia Salesiana recibió con dolor y consternación la terrible noticia del asesinato de nuestro hermano. Pero mirándolo desde la fe, sabemos que su sacrificio no ha sido en balde. Que su sangre, que ahora riega su amada tierra togolesa, será fuente de vida.

Lamentamos mucho la terrible muerte de nuestro querido hermano César. La sangre de su martirio será, sin duda, fecunda para la fe, para la Iglesia y para el carisma salesiano. Si ya era un auténtico santo por su manera de vivir como hombre, como cristiano, como salesiano y como sacerdote, imitando al Buen Pastor que da la vida por las ovejas, esta su muerte martirial nos lo confirma. A él nos encomendamos.

 

Redacción, Religión Digital, 19 de febrero de 2019.