Durísimo texto de Doctrina de la Fe, que prohíbe la absolución o la unción de enfermos a quienes opten por el suicidio asistido
El documento, publicado con la aprobación del Papa, califica la eutanasia como “acto homicida que ningún fin puede legitimar y que no tolera ninguna forma de complicidad o colaboración, activa o pasiva”
"Aquellos que aprueban leyes sobre la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave pecado que otros llevarán a cabo. Ellos son también culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar la conciencia"
“La eutanasia es un acto homicida que ningún fin puede legitimar y que no tolera ninguna forma de complicidad o colaboración, activa o pasiva”
"Aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador”
"El uso del diagnóstico prenatal con una finalidad selectiva es contrario a la dignidad de la persona y gravemente ilícito porque es expresión de una mentalidad eugenésica"
Jesús Bastante. Religión Digital. 22.09.2020
Aunque lleva por nombre 'Samaritanus Bonus' (El Buen Samaritano), la carta que acaba de publicar la Congregación para la Doctrina de la Fe “sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida” deja poco margen a la misericordia con las personas que optan por poner fin a su sufrimiento. En un durísimo texto, el dicasterio presidido por el español Ladaria (aprobada por Francisco, que “ha ordenado su publicación”) establece como “enseñanza definitiva” que “la eutanasia en su crimen contra la vida humana”, y que lo es “en toda ocasión y circunstancia”.
“La eutanasia es un acto homicida que ningún fin puede legitimar y que no tolera ninguna forma de complicidad o colaboración, activa o pasiva”, se lee en la carta, que entra de lleno en la polémica que se vive en algunos países, como España, que debaten leyes sobre el fin de la vida, y advierte a los legisladores. “Aquellos que aprueban leyes sobre la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave pecado que otros llevarán a cabo. Ellos son también culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar la conciencia, también la de los fieles”.
Ni confesión ni unción de enfermos
No sólo eso, sino que Doctrina de la Fe niega la posibilidad de que las personas que hayan optado por la eutanasia o el suicidio asistido puedan recibir la absolución, la unción de enfermos o el viático. “El confesor debe asegurarse que haya contrición, la cual es necesaria para la validez de la absolución, y que consiste en el «dolor del alma y detestación del pecado cometido, con propósito de no pecar en adelante»”, explica la carta, que insiste en que, en el caso de la eutanasia o el suicidio asistido “se trata de una manifiesta no-disposición para la recepción de los sacramentos de la Penitencia, con la absolución, y de la Unción, así como del Viático”.
Eso sí, añade, “podrá recibir tales sacramentos en el momento en el que su disposición a cumplir los pasos concretos permita al ministro concluir que el penitente ha modificado su decisión”. Unas medidas que también se aplican para toda persona “que se haya registrado en una asociación para recibir la eutanasia o el suicidio asistido”, quien “debe mostrar el propósito de anular tal inscripción, antes de recibir los sacramentos”.
Aclaración moral para el mundo
En 'Samaritanus Bonus”, la Iglesia sostiene que “mira con esperanza la investigación científica y tecnológica, y ve en ellas una oportunidad favorable de servicio al bien integral de la vida y de la dignidad de todo ser humano”. Sin embargo, advierte de la necesidad de “evitar el uso desproporcionado y deshumanizante de las tecnologías, sobre todo en las fases críticas y terminales de la vida humana”, especialmente en “los países donde se están aprobando leyes que legitiman formas de suicidio asistido y de eutanasia voluntaria de los enfermos más vulnerables”.
“El dolor y la muerte, de hecho, no pueden ser los criterios últimos que midan la dignidad humana, que es propia de cada persona, por el solo hecho de ser un 'ser humano'”, constata Doctrina de la Fe, que publica este escrito ante “la necesidad de una aclaración moral y de una orientación práctica sobre cómo asistir a estas personas, ya que «es necesaria una unidad de doctrina y praxis» respecto a un tema tan delicado, que afecta a los enfermos más débiles en las etapas más delicadas y decisivas de la vida de una persona”.
El suicidio asistido, a debate
“Frente a lo inevitable de la enfermedad, sobre todo si es crónica y degenerativa, si falta la fe, el miedo al sufrimiento y a la muerte, y el desánimo que se produce, constituyen hoy en día las causas principales de la tentación de controlar y gestionar la llegada de la muerte, aun anticipándola, con la petición de la eutanasia o del suicidio asistido”, apunta la carta.
Para Doctrina de la Fe, “la vida es un don sagrado e inviolable y todo hombre, creado por Dios”. Por eso, “la Iglesia está siempre dispuesta a colaborar con todos los hombres de buena voluntad, con creyentes de otras confesiones o religiones o no creyentes, que respetan la dignidad de la vida humana, también en sus fases extremas del sufrimiento y de la muerte, y rechazan todo acto contrario a ella”.
"Se decide el puesto de Dios"
“El valor inviolable de la vida es una verdad básica de la ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico. Así como no se puede aceptar que otro hombre sea nuestro esclavo, aunque nos lo pidiese, igualmente no se puede elegir directamente atentar contra la vida de un ser humano, aunque este lo pida”, insiste el dicasterio presidido por Ladaria.
“Por lo tanto -añade-, suprimir un enfermo que pide la eutanasia no significa en absoluto reconocer su autonomía y apreciarla, sino al contrario significa desconocer el valor de su libertad, fuertemente condicionada por la enfermedad y el dolor, y el valor de su vida, negándole cualquier otra posibilidad de relación humana, de sentido de la existencia y de crecimiento en la vida teologal. Es más, se decide al puesto de Dios el momento de la muerte”.
Por eso, “aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador”, añade la carta, que alerta del “uso equívoco del concepto de 'muerte digna' en relación con el de 'calidad de vida'”, que provoca “una errónea comprensión de la compasión”, que lleva a la llamada “eutanasia compasiva”, también condenada.
Leyes "gravemente injustas"
En cuanto al suicidio asistido, la crítica es similar. “Ayudar al suicida es una colaboración indebida a un acto ilícito, que contradice la relación teologal con Dios y la relación moral que une a los hombres para que compartan el don de la vida y sean coparticipes del sentido de la propia existencia”.
“La eutanasia y el suicidio asistido son siempre un fracaso de quienes los teorizan, de quienes los deciden y de quienes los practican”, recalca Doctrina de la Fe, que tilda de “gravemente injustas” las leyes que legalizan la eutanasia o aquellas que justifican el suicidio y la ayuda al mismo, por el falso derecho de elegir una muerte definida inapropiadamente digna solo porque ha sido elegida”.
“La existencia de estas leyes hiere profundamente las relaciones humanas, la justicia y amenazan la confianza mutua entre los hombres. Los ordenamientos jurídicos que han legitimado el suicidio asistido y la eutanasia muestran, además, una evidente degeneración de este fenómeno social”, añade la carta vaticana.
“La existencia de estas leyes hiere profundamente las relaciones humanas, la justicia y amenazan la confianza mutua entre los hombres. Los ordenamientos jurídicos que han legitimado el suicidio asistido y la eutanasia muestran, además, una evidente degeneración de este fenómeno social”
Sí reconoce la Iglesia “la obligación moral de evitar el ensañamiento terapéutico”, aunque subraya que “no es lícito suspender los cuidados que sean eficaces para sostener las funciones fisiológicas esenciales, mientras que el organismo sea capaz de beneficiarse (ayudas a la hidratación, a la nutrición, a la termorregulación y otras ayudas adecuadas y proporcionadas a la respiración, y otras más, en la medida en que sean necesarias para mantener la homeostasis corpórea y reducir el sufrimiento orgánico y sistémico)”.
“La suspensión de toda obstinación irrazonable en la administración de los tratamientos no debe ser una retirada terapéutica. Tal aclaración se hace hoy indispensable a la luz de los numerosos casos judiciales que en los últimos años han llevado a la retirada de los cuidados – y a la muerte anticipada – a pacientes en condiciones críticas, pero no terminales, a los cuales se ha decidido suspender los cuidados de soporte vital, porque no había perspectivas de una mejora en su calidad de vida”, argumenta Doctrina de la Fe.
Cuidados paliativos: sí, pero...
Sobre los cuidados paliativos, Roma sostiene que “la aplicación de los cuidados paliativos disminuye drásticamente el número de personas que piden la eutanasia”. Por este motivo, “parece útil un compromiso decidido, según las posibilidades económicas, para llevar estos cuidados a quienes tengan necesidad, para aplicarlos no solo en las fases terminales de la vida, sino como perspectiva integral de cuidado en relación a cualquier patología crónica y/o degenerativa, que pueda tener un pronóstico complejo, doloroso e infausto para el paciente y para su familia”.
Sin embargo (la carta está llena de 'peros...'), Doctrina de la Fe denuncia que “la definición de los cuidados paliativos ha asumido en años recientes una connotación que puede resultar equívoca”, al incluir “la posibilidad de pedir la eutanasia y el suicidio asistido. Estas previsiones legislativas constituyen un motivo de confusión cultural grave”.
Diagnóstico prenatal y objeción de conciencia
El texto también entra a analizar, si bien sucintamente, la situación de los no nacidos, en especial las patologías prenatales “incompatibles con la vida”. “El uso a veces obsesivo del diagnóstico prenatal y el afirmarse de una cultura hostil a la discapacidad inducen, con frecuencia, a la elección del aborto, llegando a configurarlo como una práctica de 'prevención'”, lamenta la nota, que añade que “el uso del diagnóstico prenatal con una finalidad selectiva es contrario a la dignidad de la persona y gravemente ilícito porque es expresión de una mentalidad eugenésica”.
En cuanto a la medicación, donde también entra el texto, “el uso de los analgésicos es, por tanto, una parte de los cuidados del paciente, pero cualquier administración que cause directa e intencionalmente la muerte es una práctica eutanásica y es inaceptable”. Así, “la sedación debe por tanto excluir, como su objetivo directo, la intención de matar, incluso si con ella es posible un condicionamiento a la muerte en todo caso inevitable”.
Respecto a la objeción de conciencia, Roma insiste en que “no existe el derecho al suicidio ni a la eutanasia: el derecho existe para tutelar la vida y la coexistencia entre los hombres, no para causar la muerte”. “Por tanto, nunca le es lícito a nadie colaborar con semejantes acciones inmorales o dar a entender que se pueda ser cómplice con palabras, obras u omisiones”.