ISAÍAS 7, 10-14 / ROMANOS 1, 1-7
José Enrique GalarretaDomingo 4º de Adviento
ISAÍAS 7, 10-14
En aquellos días, dijo el Señor a Acaz:
- Pide una señal el Señor tu Dios en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.
Respondió Acaz:
- No la pido, no quiero tentar al Señor.
Entonces dijo Dios:
- Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, sino que cansáis incluso a Dios? Pues el Señor por su cuenta os dará una señal. Mirad:
La virgen está encinta y da a luz un hijo y le pone por nombre Emmanuel (que significa "Dios-con-nosotros")
Estamos en los difíciles tiempos del rey Acaz, de Judá, el reino del sur.
Acaz es un rey impío, que ha renegado de Yahvé y ofrece sacrificios a los dioses cananeos. El reino de Judá está amenazado por una coalición del rey de Damasco y el rey de Israel. Acaz buscará su salvación haciéndose súbdito de los asirios, lo que significará adorar también a sus dioses.
El profeta Isaías teme que el reino de Judá, por su infidelidad al Señor, sea destruido, y exhorta continuamente al rey a que ponga su esperanza en la fidelidad al Señor. Isaías le ofrece al rey un signo, de parte de Yahvé, para que crea en su protección. Pero Acaz lo rechaza. No quiere entrar en ese juego. Isaías entonces le da el signo de Yahvé, que será el nacimiento del príncipe Ezequías, que será un gran rey, fiel al Señor, y defenderá con éxito el reino contra los asirios.
Este rey será una bendición de Dios, una presencia del Señor en su pueblo. Por eso se le llama "Emmanuel", Dios-con-nosotros. El rey Acaz había inmolado un hijo a los ídolos, y pueblo temía que Acaz no tuviese descendencia, y que con él se extinguiera la estirpe de David. Pero Isaías anuncia que una muchacha, quizá una esposa real, está ya encinta y dará a luz al nuevo príncipe, que salvará a Israel.
La Iglesia ha visto en este texto un anuncio de "El Salvador", el verdadero y definitivo "Dios-Con-Nosotros", Jesús. Se ha insistido demasiado en el nacimiento milagroso, "de una virgen". La intención del texto de Isaías no es esa, ni utiliza la palabra "virgen", ni se dice que Ezequías será concebido y nacerá milagrosamente. Esto está lejos de la mente del autor de este texto. El mensaje se centra en lo esencial:
"Sed fieles al Señor y tened confianza: os va a nacer un rey salvador, que será Dios-con-nosotros".
ROMANOS 1, 1-7
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol escogido para anunciar el Evangelio de Dios.
Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras Santas, se refiere a su Hijo, nacido, según lo humano, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor.
Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús.
A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de su pueblo santo, os deseo la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Es un texto magnífico, una solemne introducción, el primer párrafo de la carta que Pablo escribe a los cristianos de Roma.
Pablo escribe desde Corinto, probablemente en el invierno del 57-58. La cristiandad de Roma está compuesta de judíos y paganos convertidos a la fe de Jesús.
La intención de Pablo es que no haya disensiones entre ellos por esta causa, que superen el pasado para apreciar su vocación de elegidos por Jesús. De ahí ese resumen: Jesús prometido por las escrituras, del linaje de David, culminación del Antiguo Testamento, que supera todo lo esperado por Israel, porque es el Hijo, lleno del Espíritu, ofrecido a todos, judíos y gentiles, porque a todos les llega el amor de Dios para que todos sean El Pueblo Santo de Dios.
Es un soberbio párrafo, solemne y sintético, que muestra la genialidad de Pablo y la claridad de sus ideas sobre Jesús y sobre la igualdad de todos los cristianos, judíos y gentiles.
José Enrique Galarreta, S.J.