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Fecha de Creación (Inicio - Fin)

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GÉNESIS 18, 1-10 / COLOSENSES 1, 24-28

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Domingo 16 del Tiempo Ordinario


GÉNESIS 18, 1-10

El Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo:

- Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a vuestro siervo.

Contestaron:

- Bien, haz lo que dices.

Abrahán entró corriendo en la tienda, donde estaba Sara, y le dijo:

- Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza.

Él corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase enseguida. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron.

Después le dijeron:

- ¿Dónde está Sara, tu mujer?

Contestó:

- Aquí, en la tienda.

Añadió uno:

- Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.

El fragmento es la primera parte de lo que podríamos llamar "la saga de Sara", dentro de la historia de Abrahán. Sara, la esposa querida, es estéril y ya vieja, lo que hace imposible la descendencia legal directa de Abrahán y por tanto el cumplimiento de la Promesa. Pero la bendición de Dios va a hacer el milagro de que Sara conciba un hijo, Isaac, el primogénito en quien se cumplirá la Promesa. El fragmento que hoy leemos es el primer anuncio de esta acción maravillosa de Dios.

La presencia de este fragmento en las lecturas de hoy se justifica solamente por el alarde de hospitalidad que hace Abrahán, que se puede poner en paralelo con el de Marta respecto a Jesús.

Es un buen ejemplo del escaso interés que tiene leer la Biblia de forma tan fragmentada que se pierde el sentido verdadero, original, de los textos. La aplicación del texto a la Trinidad, por el hecho de ser tres los personajes que presuntamente representan a la divinidad, ha sido interpretación bastante frecuente, hoy más bien abandonada.


COLOSENSES 1, 24-28

Me alegro de sufrir por vosotros; así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo, que es la Iglesia.

Dios me ha nombrado ministro de la Iglesia, asignándome la tarea de anunciaros a vosotros su mensaje completo: el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones, y que ahora ha revelado a su pueblo santo. Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y riqueza que este misterio encierra para los gentiles: es decir, Cristo es para vosotros la esperanza de la gloria.

Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para que todos lleguen a la madurez en su vida cristiana.

La lectura continua de Colosenses presenta hoy este texto, tan profundo, nada conectado -como es habitual- con los otros dos. No es un texto que necesite explicación alguna.

Pablo interpreta sus propios sufrimientos a la luz de los sufrimientos de Jesús, y se alegra de poder sufrir por la Iglesia.

Se insiste en el tema básico de tantas páginas de Pablo: la revelación de Dios a todos los hombres, judíos y gentiles, en Jesucristo.

 

José Enrique Galarreta, S.J

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