LA CAZA
Luís García OrsoLucas es profesor en una guardería infantil y convive muy bien con todos los niños. También con su grupo de amigos, con quienes sale a cazar venados y a beber. Está separado de su esposa y extraña no poder ver a su hijo adolescente.
Un día, la hijita de su mejor amigo cuenta con mucha inocencia, a la directora de la guardería, que su profesor Lucas, muy querido por ella, le mostró sus partes íntimas. En Clara, la niña de cinco años, se mezclan la imagen pornográfica que su propio hermano le ha mostrado, con la imaginación y los sentimientos contrariados.
A partir de ahí se inicia el juicio de los adultos contra un presunto pederasta. No hay pruebas ni defensas, sólo que "los niños siempre dicen la verdad". No cuentan amistad compartida, actitudes anteriores, ponderaciones, búsqueda de la verdad, sólo el juicio, la condena, la persecución, la violencia. Un asunto tan actual e importante como la pederastia tiene en esta película un aborde distinto e interpelante.
La caza es un trabajo perfecto de guion, dirección, actuación, del danés Thomas Vinterberg que vuelve al tema de la culpa y la expiación, como en sus películas anteriores:
• en La celebración (Festen, 1998), es la culpa oculta, la conducta deshonesta disfrazada de honorabilidad en medio de la misma familia;
• en Submarino (de 2010), la culpa del inocente que se vuelve un peso de soledad y de expiación desesperada;
• en La caza (Jagten, de 2012), la búsqueda de un falso culpable como salida fácil para guardar las apariencias y echar sobre otros la propia violencia.
Toda la historia sucede dentro de dos meses –noviembre y diciembre- y luego un año después para el epílogo. Este tiempo es simbólico de lo que pasa en lo profundo: los colores otoñales de noviembre van reflejando la sequedad de los corazones en el grupo de convivencia y de trabajo, y pintan la falsedad de la aparente paz de una comunidad. El frío y la nieve de diciembre acentúan el extremo de frialdad, oscuridad, violencia, injusticia, a los que se pueda llegar, hasta en una sociedad supuestamente civilizada.
Conforme avanza, también para el espectador va aumentando una carga de sensaciones de dolor, impotencia, rabia, parálisis, en medio de tal cacería, y cuestionan lo que cada uno haría. La celebración de la noche de Navidad llevará todo a su justa revelación: de la verdad, de la bondad gratuita, de la redención, para los que quieran abrir su corazón.
El epílogo del filme nos deja todavía más imágenes para seguir meditando: una celebración del día en que "los niños se vuelven hombres" y –terrible desgracia- reciben su rifle y pueden ya cazar; las imaginaciones de una cacería que quizás aún no ha terminado; y las líneas en el piso de un sociedad intolerante e hipócrita, violenta y equivocada, que le falta aprender la bondad de cargar a una persona para ayudarla con amor y verdad a caminar en la vida.
Luís García Orso, S.J.