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UN TESORO EN EL CIELO DE LA TIERRA

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11 de agosto, domingo 19 del TO

Lc 12, 32-48: El verdadero tesoro

"No temas, pequeño rebaño, que vuestro Padre ha decidido daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna. Procuraos bolsas que no envejezcan, un tesoro inagotable en el cielo, donde los ladrones no llegan ni los roe la polilla. Pues donde está vuestro tesoro, allí también está vuestro corazón."

En su ópera The Rake's Progress (La Carrera del Libertino), Stravinski plantea temas hoy trascendentales. Sus protagonistas, como los cuadros de Howard en los que se inspira, reflejan una sociedad capitalista en decadencia, huérfana de alma y necesitada de urgente intervención quirúrgica.

Una sociedad del poder y del tener, diseñada en la factoría robótica "LA AMBICIÓN". En su cuerpo, una generosa siembra de electrodos conectados por medio de cables a un amplificador. La grabadora última generación, convertía las señales eléctricas en patrones que se podían observar en una computadora viuda de humanidad. En el patio de butacas, la multitud censada del planeta con su cerebro abducido por el del Gran Hermano.

Erich Fromm anunció que "El peligro del pasado era que los hombres fueran esclavos. Pero el peligro del futuro es que los hombres se conviertan en robots". Y Adolfo Bécquer nos lo diagnosticó con un siglo de antelación en estos versos:

"Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón... es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido".

Nick Shadow -el diablo- protaginista de la obra, se siente completamente feliz en un mundo de apariencias. Anne, la campesina inocente, no se da cuenta de que también ha penetrado en ese mundo. Tom Rakewell, el joven al que una herencia imprevista le impulsa a abandonar la pacífica vida rural y sumergirse en la voluptuosidad de la ciudad, consigue alcanzar la única existencia posible en un mundo en el que no existen reglas ni certezas: la locura.

El hombre perdió el verdadero tesoro el día que los exégetas elevaron a categoría celestial el Reino de Dios, amputándolo del tronco terrenal. Para H. G. Wells, filósofo que, como él dice, ni siquiera se llama cristiano, "esta doctrina del Reino de los Cielos, que es la enseñanza principal de Jesús aun cuando represente tan pequeña parte en el Credo cristiano, es ciertamente una de las doctrinas más revolucionarias que alguna vez haya revolucionado y transformado el pensamiento humano".

Pero Jesús no lo vio como una realidad futura. Su vida activa refrenda su idea de un Reino en Acción aquí en la tierra: sanó al ciego de nacimiento ungiéndolo con lodo y saliva, expulsó a un demonio que atormentaba a un epiléptico, comía en casa de Zaqueo y de Lázaro, multiplicó panes y peces para los hambrientos, ordenó a la tempestad que se calmara y ésta le obedeció.

El seguidor del Bautista enseñó una nueva ética de vida: la de ser y hacer feliz al prójimo e invitó a todos, ricos y pobres, prostitutas y vírgenes, a entrar en ese su mismo Reino. A comprometerse en el Reino de una metanoia, de un cambio de mente, cambio de manos y también de corazón.

El psicoanalista y filósofo Erich Fromm puntualizó en su obra Del tener al ser este desvarío de la actual sociedad. Y en El corazón del hombre aquilata que el hombre de hoy se caracteriza por su pasividad, y se identifica con los valores del mercado al transformarse a sí mismo en un bien de consumo. Y su vida, en un capital a invertir ventajosamente. El valor humano se ha circunscrito a lo material, en el precio que pueda obtener por sus servicios, y no en lo espiritual: el amor, la compasión, la empatía y entrega a los demás.

 

EL REINADO DE LA TIERRA (Fragmento)

Era un día primaveral el día en que Jesús llegó a un parque de Jerusalén, y comenzó a dialogar con la multitud sobre el Reinado del Cielo.

Graves acusaciones en contra de fariseos y escribas que colocaban trampas y cavaban pozos en el sendero de quienes buscaban el Reino Celestial, apostrofándolos y recriminándolos con acritud. Entre la multitud se hallaban personas que defendían a los escribas y fariseos, y planearon. arrestar a Jesús, y a nosotros con él. Pero Jesús logró burlar sus ardides y escapar por el portal de la ciudad que mira hacia el Norte.

Allí nos contempló y dijo:

-Todavía no ha llegado la hora en que me prendan. Aún tengo mucho de que hablaros, y mucho es también lo que tengo que hacer entre vosotros antes de pensar en entregarme-. Y después añadió, su voz teñida de felicidad:

-Vayamos hacia el Norte, hacia la primavera. Subid conmigo a los montes, pues el invierno ha terminado y la nieve del Líbano está cayendo hacia los valles, agregando su preludio a las sinfonías de los arroyos. Las llanuras y las viñas han alejado todo sueño, y han despertado para recibir al Sol con lujuriosos higos y frescas uvas.

Estaba siempre a la cabeza de la columna que conformaban los suyos, todo ese día y también el siguiente. En el atardecer del tercero habíamos escalado la cima del monte Hermón. En lo alto de una meseta se detuvo a observar las aldeas esparcidas por el llano. Se le iluminó la cara, que en ese instante parecía oro bruñido. Nos tendió las manos.

Khalil Gibrán


Vicente Martínez

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