CAPITÁN DE MI DESTINO
Vicente Martínez24 de noviembre, domingo 34 del TO
Lc 23, 35-43
"Uno de los malhechores crucificado lo increpaba diciendo.
-¿No eres tu el Mesias? Sálvate a ti y a nosotros"
"Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso"
Paulo, el protagonista del drama teológico El condenado por desconfiado de Tirso de Molina, es un ermitaño piadoso pero desconfiado y soberbio. En cambio el personaje Enrico es un ladrón y criminal, como el crucificado a la derecha de Jesús, que tiene esperanza en su salvación y guarda buenos sentimientos de caridad hacia su padre enfermo y de amor hacia su novia. Y así, mientras el primero se condena por su patológica desconfianza, el segundo se salva por alojar un reducto de amor, caridad y fe en la salvación natural.
Armadores, Capitanes y Pilotos somos de nuestro personal navío. Ernest Henley finaliza así su poema Invictus:
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
Es decir, que en nuestras manos está la total responsabilidad de cuanto decimos, hacemos y sentimos. Con cada jornada de ruta vamos construyendo ese destino. Dimas el buen ladrón, lo esperaba todo del justo que no había cometido ningún delito. Jesús le prometió la salvación eterna, que es el retorno a los orígenes del essendi, y sobre la cual está ya todo conseguido ab aeterno. La del existendi es otro cantar: se teje y se desteje endémicamente en la existencia, como el manto de Ulises en el telar de Penélope.
Por otra parte nada hay que salvar, puesto que nada estaba anteriormente perdido. El hombre tiene que salvarse por sí mismo y a sí mismo en el sentido de estar empeñado y comprometido en desarrollarse humanamente hasta alcanzar la máxima plenitud posible como persona, de acuerdo con sus circunstancias. Pero algo más trascendental todavía es que quien trabaja por el propio desarrollo de este modo, está colaborando en la "salvación" de todos los demás. "Nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana", nos insinúa el Papa.
"Yo soy el alma de mi destino. Yo soy el capitán de mi alma" es la frase más repetida en la película Invictus de Clint Eastwood, sobre la vida y obra de Nelson Mandela. Un hombre libre este líder sudafricano, con la sabiduría de un alma grande que entendió el valor del ejemplo, que comprendió que era él el que tenía que cambiar para esperar que también los demás igualmente cambiaran.
La locución de Lucas "te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso", pienso que Jesús la pudo decir en ese retorno al Padre que estaba a punto de cumplirse en él. En su vida en existencia trabajó como cualquier otro mortal por desplegar todas sus capacidades y alcanzar la plenitud humana como persona, en su propia y natural calidad de hijo de hombre.
CADA MORADA
Cada morada enciende sus lámparas.
Como eres ciego, no las ves.
Un día tus ojos se abrirán de pronto, y verás,
y las cadenas de la muerte caerán por sí solas.
Nada qué decir, nada qué escuchar, nada qué hacer.
Aquel que vive, aunque muerto, no morirá jamás
Porque vive en soledad dice el asceta
que su casa está muy lejos. Tu Señor está junto a ti y, sin embargo,
trepas a lo alto de la palmera para buscarlo.
El sacerdote brahmán va de casa en casa,
para iniciar al pueblo en la fe.
Pero ¡ay!, la verdadera fuente de vida está a tu lado,
mientras te pones a adorar la piedra
que tú mismo levantaste.
Kabir dice: No puedo decir cuán adorable es mi Señor.
El ascetismo, el rosario, las virtudes y los vicios,
nada de todo ello existe para Él.
Kabir, Poemas
Vicente Martínez