¿QUIÉN ES ESTE NIÑO?
Sandra Hojman¿Quién es este Niño que escribimos con mayúsculas? ¿Quién es este hombre, hijo del hombre, nacido de mujer? –tantos títulos que nos nombran. ¿Quién es éste que plenifica el coraje de ser humano, de amasar el barro con ese aliento que a todos nos inflama? ¿Quién es este pobre entre los pobres, fragilidad fuerte, gritando en medio de la noche, llorando tantos gemidos, resonando con los clamores de la historia?
Es el hijo del exilio y del desamparo. Es hijo de cartones que cubren malamente las intemperies; hijo de la chapa y la garrafa que a veces tiene gas. Es hijo de las largas peregrinaciones buscando un rincón que sepa acoger. Es hijo del hambre, que se engaña con pan duro y aun con tierra. Es el hijo del derrumbre y de la guerra, del río que arrasa y en cada creciente se lleva, oh casualidad, las casillas más precarias. Es el hijo de los que no le importan a nadie, de los que gritan con digna impotencia mientras les estallan los sesos a palazos; de los esclavizados que responden cualquier orden por una migaja que acalle las tripas.
Es el hijo tirado en la basura porque ya cumplió con su tarea de 'mula'; es hijo destrozado, pie o dedo que aparecen en las quemas después de la trituradora de residuos. Es el hijo concebido en las penumbras del paco, por mujeres secuestradas para objeto de consumo. Es el hijo fiesta de los pobres, la mayor riqueza a que pueden aspirar; y es el hijo aspirado en pegamentos. Es el hijo por el que podés recibir un subsidio que te arranca de la nada; y es el único canto que embellece una jornada laboral de 20 hs, tres trabajos para comer al menos una vez al día. Es el hijo que queda solo en los pasillos del barrio porque no hay madre que pueda mantenerlo sin cien horas de estar fuera, y es el que aprende solidariamente a mendigar para pelearle juntos a la miseria.
Es éste, el Niño que esperamos.
El que nos provoca a ponernos de pie junto con todos esos que son como Él, para que también podamos decirlos con mayúsculas, con sus nombres propios.
El que entregó todo, en la urgencia por estar. Al lado y de su lado.
Estar. Sólo eso, intensamente eso.
Como María, que corre "sin demora" hacia Isabel, y allí se queda, sin más relato que el abrazo inicial.
Se hace cercana con alguien casi desconocido. Vaya a saber cuántas veces se habrían visto dos mujeres separadas por tantas barreras: la distancia, la edad, el status.
Poco a poco, o con urgencia, abriendo el pecho como en ese saludo inaugural, se van haciendo hermanas, cómplices las dos de la vida que crece en lo oculto.
También los pastores corren esta noche, sin saber bien a qué, a acompañar el brote casi invisible que es al mismo tiempo el misterio condensado de lo humano, la porfiada convicción de la vida por surgir en medio de los "nadies", en las periferias que se hacen centro por la densidad que cobijan.
De eso se trata el Reino, ese sueño que arrancó a Jesús de su parcela y lo empujó a jugarse entero, hasta las últimas consecuencias.
De eso se trata. De ponernos al lado y del lado de los ultrajados de la historia, de los abandonados por el sistema. A descubrir juntos que estamos hechos de la misma sustancia, hijos en el mismo hijo, con la misma dignidad y los mismos derechos. A ponernos de pie unos a otros, hermanados en la lucha y en los sueños, acariciando heridas y reclamando justicia. Disponibles para abrazar y potenciar, siguiendo la luz que brilla en medio de todas las noches.
Estar. Sólo eso, intensamente eso...
Muy fecunda Navidad...
Sandra Hojman