EL VIERNES SANTO DE NUESTRO TIEMPO
Faustino VilabrilleComo todos los años, el día de Viernes Santo vamos a desfilar o ver desfilar miles de personas en las más variadas procesiones, incluso con participación de personas conocidas públicamente. Pero el Viernes Santo nunca debió ir ni debe hoy ir por ahí.
El viernes santo debe ir por donde podemos y debemos encontrar hoy a Jesucristo crucificado, es decir, en los crucificados de nuestro tiempo. Y desde esa realidad descubrir también quiénes son hoy los crucificadores de los crucificados de nuestros días, y liberar a unos y otros de ser crucificados y crucificadores.
La muerte de Jesús no tiene nada que ver con un acto de expiación a Dios por los pecados de los hombres, ni un acto de devoción, ni de ofrenda sacrificial. El Dios verdadero no puede necesitar ni exigir esas cosas tan horribles como fue la muerte de su Hijo Jesús. El Dios verdadero, Padre-Madre Bueno/a, no puede necesitar ni exigir esas cosas, que son barbaridades. La muerte de Jesús fue un crimen, un asesinato. Fue la ejecución de un condenado injustamente por los opresores por haberse puesto de parte de los oprimidos.
Los opresores eran todos los poderes oficiales de Jerusalén religiosos y políticos (fariseos, letrados, senadores, sacerdotes, etc.), que desde sus diferentes posiciones se pusieron de acuerdo para eliminar a Jesús, condenándolo por "soliviantar" al pueblo contra ellos y su orden establecido. Jesús tenía socialmente la condición de esclavo y como esclavo lo condenaron a muerte de cruz, que los romanos habían importado de los persas y su derecho romano aplicaba a los esclavos.
El pueblo pobre, en su mayoría esclavos también, eran los oprimidos o crucificados DE ENTONCES, pero nosotros debemos buscar a los oprimidos de HOY, donde está Jesucristo crucificado en los crucificados de NUESTRO TIEMPO.
Hoy los tenemos en las cárceles, en las chabolas y los basureros del Tercer Mundo, en los parados sin prestaciones, en las mujeres maltratadas, en los desahuciados, en los niños muriendo de hambre cada día, en los torturados, en los enfermos desatendidos, en los africanos metidos en pateras o enganchados a las cuchillas cortantes de las concertinas, en los matrimonios rotos, en los hijos víctimas de la separación de sus padres, en las niñas mutiladas genitalmente en Egipto, en las torturas de Siria, en los vagabundos, en los bosques quemados, en los ríos y mares contaminados, en los animales injustamente torturados, en los gastos militares, en los condenados injustamente.
Hoy los tenemos en los expulsados de sus tierras en Guatemala, Colombia o África por las multinacionales apoyadas por gobiernos corruptos o los sicarios. ¿Cuándo llegará la hora en que bajemos a Jesús de tantas y tantas cruces, que hace siglos que deberían haber desaparecido? ¿Dónde están todavía hoy las fábricas y los fabricantes de tantas cruces, tan pesadas, tan dolorosas, tan indignas del Ser Humano y de la Madre Tierra?
¿Quiénes son, pues, hoy los grandes crucificadores de estos crucificados?:
-Las multinacionales, que cada año acumulan millones de beneficios para los que más tienen a costa de los que menos tienen.
-FMI, BM, OMC, que solo están al servicio de los ricos y poderosos.
-Los gastos militares (1.4 billones de $ anuales), los fabricantes y traficantes de armas.
-Los grandes financieros y bancos, provocadores de la crisis actual: desahucios, preferentes...
-La Deuda Externa, impuesta por los países ricos a los pobres.
-Los gobiernos, políticos y gobernantes corruptos o dictadores, legislando a favor de si mismos y de los que más tienen.
-Los traficantes con droga o prostitución. Los pederastas (con cierto clero incluido).
-Las religiones y algunas ONGs corruptas, que muchas veces utilizan los sentimientos más íntimos y sagrados de las personas o su buena voluntad para atraer, dominar, seducir, manipular e incluso explotar a la gente.
-Pero estamos también los crucificadores más corrientes: los que nos crucificamos a nosotros mismos fumando o bebiendo en exceso, arruinando nuestra salud y nuestras familias con la droga, gastando indebidamente, tratando mal a los demás, siendo poco fieles al matrimonio o a la educación de los hijos, haciendo mal el trabajo, siendo malos ciudadanos, haciendo sufrir a los demás con nuestro mal carácter, engañando a los demás, y mil etcéteras más.
Jesús tuvo un Cirineo que le ayudó a llevar la cruz, unas mujeres valientes que lo acompañaron hasta el final, otra mujer decidida que le secó la frente y limpió la cara y unas personas que lo bajaron, ya muerto, de la cruz y le dieron sepultura.
¿Quiénes bajan hoy de la cruz a Jesucristo crucificado en las cruces de los crucificados de nuestro tiempo?
-Los que asumen como suya la causa de los pobres.
-Los que denuncian las injusticias y a los injustos.
-Los que aceptan vivir austeramente para ayudar a los empobrecidos.
-Los que van a donde están los más pobres de los pobres para conocerlos, acompañarlos y ayudarles, sobre todo en el Tercer Mundo.
-Los que acogen y acompañan a los que la crisis está tirando en la cuneta de la vida.
-Los que se interesan por quienes una desgracia o un mal paso llevó a la cárcel, para darles esperanza de rehacer su vida.
-Los que en los grupos de Caritas, reciben, y escuchan a los más necesitados.
-Los que anónima pero realmente aportan su ayuda económica para atender las necesidades de los demás.
-Los que desde la política, la administración pública, la empresa, la enseñanza, la sanidad, desarrollan su trabajo con lealtad, honradez, eficacia y compromiso, hasta el punto de hacer algo por los demás sin esperar nada a cambio.
-Los que se preocupan de la Madre Tierra, respetando y cuidando los animales, peces, aves, árboles, plantas...
-Los que, como voluntarios, dedican, generosa y desinteresadamente, algún tiempo a acompañar a los que más sufren en residencias, hospitales, o en la soledad de su casa, etc.
Bendit@s tod@s vosotr@s porque vuestro es el Reino de los Cielos.
Faustino Vilabrille