CURAS SIGLO XXI
Vicente Martínez"No puede ser que Dios ponga en la cabeza de personas un pensamiento y que un obispo, que no es tanto como Dios, prohiba expresarlo" (José Martí)
Hch 8, 5-8. 14-17
Felipe bajó a una ciudad de Samaría y allí proclamaba al Mesías.
La multitud escuchaba atenta y unánime lo que Felipe decía, pues oían y veían las señales que realizaba.
25 de mayo, VI domingo de pascua
Curas los hay de todas las formas posibles y colores. Pero los que a mi vista más le placen son los de oro: los que demuestran serlo por sus hechos. Felipe, diácono y uno de los primeros evangelistas, realizaba señales que hacían rebosar de alegría al pueblo, frente al mago Simón, charlatán y embaucador de masas. De los que aquí hablamos son más serios.
Curas, como por ejemplo Pablo Domínguez, el de La Última Cima, Vicente Ferrer, el de Anantapur, el Papa Francisco -que también se considera cura- que comparte mesa con los judíos. Como Gandhi –que no lo era- pero decía que "Todo lo que se come sin necesidad, se roba al estómago de los pobres". Como Jesús –que tampoco lo era- cuya Buena Nueva ha servido de modelo a todos los que quisieron ser Curas de Oro siglo XXI.
Cristianos con los rasgos faciales perfectamente definidos que, con el protagonista de Intemperie de Jesús Carrasco, superan el olivar personal que les impide ver el horizonte, y empiezan a saber reconocer la Vía Láctea, la uve doble de Casiopea y la Osa Mayor. Y, a partir de ella, ubicar la Estrella Polar hacia la que dirigir sus pasos, norte seguro de una vida plena.
Unos pasos que, como señala en su novela La Piel del cielo, Elena Poniatowska, último premio Cervantes, todos ellos dirigen con su telescopio hacia desafíos más inalcanzables, más allá de lo cotidiano: las estrellas y el amor.
En ese horizonte amaneciente están también Ives Congar, Bernhard Häring, Leonardo Boff y cuantos con el recientemente canonizado Juan XXIII eligieron alejarse de "una Iglesia que prefiere mantenernos en la Edad Media", como proclamó su amigo Niccola en la película La vida del Papa Bueno Juan XXIII, y "ser el Papa de los sufrientes, de los marginados, y de los abandonados".
Todos han sabido perforar con destreza de cirujano la membrana del Arriba y Abajo. Nada de lo que le sucedió al astrónomo de Esopo, que vagaba por las afueras de la ciudad absorto en la contemplación de las estrellas. Un hombre oyó sus lamentos y, enterado de lo sucedido, le dijo: ¡Amigo mío! ¿Quieres saber lo que hay en el cielo y no ves lo que hay en la tierra?
Son los que, siempre caminando, siembran hoy los eriales de agua y de retoños para que el futuro sea granero de esperanzas para cuantas generaciones les sucedan.
Me gustan todos, pero de modo particular los que sin dejar de pisar la tierra miran también al cielo para realizar con eficacia su trabajo. Amy Lowel los esculpió en oro en un bello poema.
DÍA DE SOL
El viento ha metido la punta
de tu chal dentro de la fuente,
donde se ha quedado flotando
entre los nenúfares
como un tisú de zafiros.
Pero a ti no te importa,
tus dedos están arrancando los líquenes
en el borde de piedra de la taza,
y tus ojos siguen las altas nubes
que van pasando sobre las encinas.
Amy Lowell
Vicente Martínez