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JESÚS SOLO PACTO CON DIOS Y CON EL PUEBLO

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De esta magnífica enseñanza de Jesús, se saca una conclusión evidente: Jesús solo pactó con Dios y con el pueblo, no con los poderes de este mundo, con los cuales no solo no llegó a ningún acuerdo sino que los criticó duramente, hasta el punto de que vieron en El un gran enemigo de su situación privilegiada, y lo asesinaron. Por eso la muerte de Jesús fue un asesinato en toda regla, urdido por los poderes religiosos y gobernantes del Templo de Jerusalén, confabulados con el gobernador romano para que firmase la pena de muerte para Jesús. 

El propietario

Dios es el propietario de la viña que cuidó con mucho mimo al pueblo hebreo, que había sacado de la esclavitud de Egipto. Suscitó profetas, los criados de la parábola, con una doble finalidad: que denunciasen a los dirigentes que intentasen aprovecharse del pueblo y además lo fuesen guiando para alcanzar su plena liberación. Son quienes hoy denuncian a las multinacionales, que en América del Sur o Africa quitan la tierra a los pobres; a los grandes banqueros que quitan las viviendas con los desahucios; a los gobiernos dictadores y corruptos que se apropian de los bienes del pueblo como en Guinea. Profetas que hoy como entonces son perseguidos y asesinados, como Oscar Romero en el Salvador, Gerardi en Guatemala, Luter King en EE.UU., los Jesuitas de la Universidad Centroamericana, Gandhi en la India, etc. 

Los dirigentes económico-políticos del mundo actual son los labradores de la parábola, que querían entonces y quieren hoy ser los dueños de la viña, es decir, del mundo, que lo están llevando a que cada vez haya más en menos manos y más manos con menos, y así hacen crecer la injusticia, la desigualdad y  el sufrimiento de la mayor parte de la humanidad. 

El hijo del Dueño

Dios, o sea, el dueño de la viña, les envió a su propio hijo. Este hijo es Jesucristo, que entonces los grandes y poderosos de Jerusalén mataron con la muerte más cruel y horrible: la crucifixión.

Este Hijo de Dios son todos los seres humanos a los que matamos hoy, víctimas injustas del hambre, de la sed, de la guerra, del odio, de la violencia, de la injusticia, de la explotación, de la emigración, de los desplazamientos, de las deportaciones. Hoy los ricos y poderosos siguen  matando a Jesucristo en los empobrecidos de la tierra. Y lo seguimos matando todos los que ante tanta barbarie y tanto sufrimiento nos quedamos pasivos e indiferentes, sin hacer nada.

El Papa Francisco

Aquel sacerdocio corrupto y explotador de Jerusalén, que imponía grandes cargas sobre los demás, tristemente tiene no pocas coincidencias con la Iglesia oficial de nuestros días. Al Papa Francisco le preocupan enormemente  los escándalos de la Curia Vaticana, de algunos Obispos y hasta de algún Nuncio, de muchos sacerdotes y religiosos, el ocultamiento de la pederastia, las enormes cantidades de dinero para resarcir a las víctimas de la misma en  vez de ser para remediar a los pobres del Tercer Mundo, etc. Todo esto, así como su cercanía y afinidad con los poderes de este mundo, ha precipitado a la Iglesia en un gran descrédito que ha alejado a la mayoría de la gente de la fe, de la propia Iglesia y de la  fidelidad a Jesucristo que es lo más grave. Solo la salvan de este prolapso sobre todo los misioneros y misioneras que están trabajando con los más empobrecidos del Tercer y Cuarto Mundo.

La credibilidad de la Iglesia

Los empobrecidos de la tierra deberían ver y tener en la Iglesia a su mejor aliado y los poderosos y opresores de este mundo deberían ver y tener en la Iglesia a su peor enemigo, hasta que dejen de ser poderosos y opresores. La recuperación de la credibilidad de la Iglesia solo será posible a través de un compromiso radical, total y absoluto con la justicia en el mundo a favor de los más oprimidos, explotados y maltratados de la Tierra. No le pidamos a Dios cuentas, ni explicaciones, ni ayudas para lo que podemos y debemos hacer y arreglar nosotros. Este mundo está en nuestras manos: asumamos nuestra responsabilidad.

 

Faustino Vilabrille

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