El sábado 18 de Enero celebramos una vigilia por la unidad de la Iglesias, en la parroquia del Santo Ángel, en Málaga.

Presidiendo la asamblea cristiana, estaban: un pope ucraniano (representando a la iglesia ortodoxa), un pastor evangélico, un sacerdote católico, una mujer sacerdote luterana y el vicario de la diócesis junto al coordinador de ecumenismo.

Fue un disfrute el vernos juntos, porque es una aspiración que nace en el corazón de Jesús que "todos seamos uno", y de la que estamos contagiados, un deseo que está arraigado en nosotros: "la señal de que sois discípulos míos, dice el Señor, es que os améis los unos a los otros".

De igual manera, al contemplar a esta mujer sacerdote luterana, acariciábamos la realización de una necesidad de igualdad en este sector aún hoy marginado de la mujer, en nuestras sociedades y en nuestra Iglesia. El reconocimiento de tantas hermanas nuestras que ejercen el ministerio aceptado por el pueblo sencillo.

Muchos sentimientos se agolpaban, en esa semilla que éramos aquella asamblea esa tarde: aspiraciones, gozo, nos dábamos cuenta de un camino aún por recorrer; esta asamblea era anticipo de una realidad aún por construir pero ya germinando, sembrado por tantas personas dentro y fuera de Iglesia que han y están dando su vida para que ese futuro se adelante, confiados en las palabras del Nazareno: "no tengáis miedo, yo estoy con vosotros... yo he vencido al mundo".

Todos estos sentimientos se unían, al mismo tiempo, a la falta de cercanía entre los que presiden y la asamblea; y que en el sacerdocio quedaban muchos pasos que dar todavía...

Y se nos vino el recuerdo esperanzador de las palabras del Papa Francisco:

"Se van a equivocar, van a meter la pata, ¡eso pasa! Quizá hasta les va a llegar una carta de la Congregación para la Doctrina (de la Fe) diciendo que dijeron tal o cual cosa... Pero no se preocupen. Expliquen lo que tengan que explicar, pero sigan adelante...

Abran puertas, hagan algo ahí donde la vida clama. Prefiero una Iglesia que se equivoca por hacer algo que una que se enferma por quedarse encerrada... Abran puertas... ¡abran puertas!"

Manuel González