Lo primero que tenemos es un profundo ser humano, detrás de una mujer, detrás de un hombre, cultivemos ese ser humano, transformemos para ser luz para otros (Rigoberta Menchú) Como hizo y fue Rafa, que tan inesperadamente y doloridos acaba de dejarnos.

15 de febrero, domingo VI de TO

Mt. 5, 17-37.

Si mientras llevas tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene queja de ti, deja la ofrenda delante del altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y después vuelve a llevar tu ofrenda.

Y hermanos son cuantos tienen queja de los demás porque se sienten explotados: los bosques incendiados; el visón despellejado y convertido en abrigo para lucir en fiestas fin de año; las minas de diamantes esquilmadas por usura. En fin, toda una Tierra herida en lo más necesitado y sensible de su cuerpo. ¿No es ella también parte del Cuerpo Místico de Cristo? ¿Y no debiera hacer lo mismo cada ser y elemento de la Naturaleza, que tan despiadadamente trata a sus congéneres?

Personas andan por la vida que  ven a sus semejantes como el señor Marqués a Adela en El Murciélago, de Johann Strauss hijo: "Querido señor marqués, le dice, ¿hasta cuándo me vais a estar contemplando como si fuese el plano de la ciudad?"

Jesús nos fija el orden. Hay que seguir llevando ofrendas al altar. Pero primero "ve a reconciliarte con tu hermano". El Eclesiástico (15, 17), refrendado por Pablo en 1Cor 2, 7, dice que hacerlo de este modo es regirse por la sabiduría de Dios. Por la que cada ser tiene en su conciencia, que es divina y humana al mismo tiempo. Después de todo "El Hombre es lo que importa", como canta Luis Felipe en su Poema.

¿Importa Dios? Yo no lo creo. Lo que importa es el Hombre, son las cosas, donde está Dios. Pues si no está en ellos, no está en ninguna parte. Lo realmente prioritario es el hermano cósmicamente concebido. Más allá de los políticos tramposos de y en todas las religiones, vanamente inquiriendo a un viento que nunca les responde.

Se confunden de puerta. Dios no está en el altar ni más allá de las fronteras. Una ceguera espiritual derramada sobre  su yermo corazón y mente les impide entender lo que el místico Kabir dice en su verso:

El vaso terrestre acuna las campiñas y los boscajes;
en él se halla el Creador.
(.........................)
Dentro están el artífice y su piedra de toque.
En él resuena la voz del Eterno,
que hace surgir la primavera.

Rigoberta Menchú nos subraya la idea de Dios primero en los hermanos y de nuestra necesidad de cultivar la cualidad de ser humano y transformarnos para ser luz y ayuda de los otros.

EL CRISTO... ES EL HOMBRE

Nuestro oficio no es nuestro Destino.
"No hay otro oficio ni empleo que aquel
que enseña al hombre a ser un Hombre".
El Hombre es lo que importa.
El Hombre ahí,
desnudo bajo la noche y frente al misterio,
con su tragedia a cuestas,
con su verdadera tragedia,
con su única tragedia...
la que surge, la que se alza cuando preguntamos,
cuando gritamos en el viento.
¿Quién soy yo?
Y el viento no responde... Y no responde nadie.
¿Quién es el Hombre?...
Tal vez sea Cristo...
Por que el Cristo no ha muerto...
Y el Cristo no es el Rey, como quieren los cristeros
y los católicos políticos y tramposos...
El Cristo es el Hombre...
La sangre del Hombre...
de cualquier Hombre.
Esto lo afirmo. No lo pregunto.
¿No puedo yo afirmar?...

León Felipe

Vicente Martínez