LAS APORTACIONES DE TEILHARD FORMAN YA PARTE DEL PATRIMONIO CULTURAL HUMANO
Agustín Udías VallinaEn abril de 2015, un nutrido grupo de entidades internacionales recordarán la fecha del fallecimiento de Pierre Teilhard de Chardin. El 10 de abril de 2015 fallecía en Nueva York de forma súbita Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955). Había nacido en 1881 y pasó una parte importante de su vida trabajando como geólogo y paleontólogo en China. Científico innovador, filósofo heterodoxo, místico jesuita y poeta deslumbrante sigue siendo un hombre discutido.
El llamado Teilhard Project, con ocasión de los 60 años de su fallecimiento, ha unificado muchos esfuerzos humanos para recuperar su legado para el nuevo milenio. En este ensayo sintetizamos algunos rasgos de la espiritualidad de este personaje histórico.
Una cosmovisión evolutiva
Como sacerdote y como jesuita, la mayor preocupación de Teilhard fue siempre cómo integrar el pensamiento cristiano dentro de la nueva cosmovisión presentada por las ciencias de un mundo en evolución. Esta preocupación está ya presente en sus primeros escritos de juventud, continuará hasta las últimas páginas escritas unos días antes de su muerte y se apoya en las dos columnas que soportan toda su vida, su trabajo científico y su experiencia mística.
Fuentes ignacianas
Teilhard separó claramente su trabajo científico de su reflexión religiosa, y de esta forma en sus más de 200 artículos científicos no se menciona para nada el problema religioso. Como científico fue un verdadero científico, reconocido por sus trabajos de geología y paleontología. Sin embargo, para él el trabajo científico constituía ya en sí mismo una forma de adoración y afirma que ciencia y religión forman dos caras de un mismo movimiento de conocimiento de la realidad. El encontraba en el trabajo científico una forma de alimento espiritual. Es al mismo tiempo que su trabajo científico que Teilhard realiza una continua producción de su pensamiento filosófico y religioso, detrás del cual se encuentra una verdadera experiencia mística.
Las notas de sus Ejercicios Espirituales, nos permiten constatar cómo estas ideas, son también las constantes que año tras año forman el núcleo de su oración y meditación. En estas notas encontramos que su visión de Cristo y del mundo no es solo un pensamiento teórico para presentarlo a los demás, sino el motor y centro de toda su vida espiritual. Año tras año sus Ejercicios se centran en las mismas ideas. El Cristo-Omega aparece ya en sus notas de 1922 y se repite en todos los demás años.
En 1940 aparece el término "omegalizar" para expresar la unión del universo con el Cristo total, y al año siguiente presenta las dos perspectivas, que a partir de esa fecha se convierten en el resumen de su actividad: "universalizar a Cristo y Cristificar el universo".
Toda su vida la concibe Teilhard como una fidelidad al Cristo-Omega. Finalmente en 1950 expresa que en su vida no debe entrar nada que no sea "Cristificable" y muestra su preocupación por "acabar bien, es decir, en plena confesión y en plena fe al Cosmos y al Cristo-Omega. Terminar bien, es decir, haber tenido tiempo y ocasión de formular mi mensaje esencial, la esencia de mi mensaje". En el último día de sus últimos ejercicios en 1954 resume toda su visión con una sola palabra "Pan-Cristismo ".
Hijo de la Tierra e hijo del Cielo
Teilhard repite a menudo que se siente al mismo tiempo un "hijo de la Tierra " (la Tierra aparece siempre en mayúsculas) y un "hijo del Cielo". Así afirma: "Yo amo apasionadamente al Mundo, pero yo amo con el mismo apasionamiento al Dios que se expresa a sí mismo en Cristo".
La base de su espiritualidad está, por lo tanto, en la síntesis de estos dos amores que se realiza en el Cristo-Universal en donde se unen los dos y cuyo sentido veremos más adelante. Estos dos polos están siempre presentes en su vida y los intenta sintetizar.
Los dos procesos para realizar esta síntesis son Cristificar el Universo y Universalizar a Cristo. Por un lado el universo necesita de Cristo para llegar a su última perfección. Sin Cristo el universo está sin cabeza, le falta la pieza clave que culmine y aguante todo el edificio. Por otro lado Cristo solo puede entenderse del todo como, precisamente, el Alfa y Omega de este Universo.
Es decir, Cristo está como creador y a través de su Encarnación como fin último o Punto Omega al que tiende el universo y hacia el que el universo es atraído para su culminación. Cristo encarnado no puede entenderse separado del universo material en el que se ha hecho presente.
El papel de la ciencia
Teilhard es consciente del papel que tiene en el mundo moderno la ciencia y la tecnología como las dos grandes fuerzas que mueven hoy el progreso humano. Teilhard habla poco de la tecnología ya que la considera incluida en la ciencia que el considera en un sentido amplio.
Por eso cuando Teilhard habla de la ciencia se ha de incluir también la tecnología. En el mundo moderno la ciencia es, según él, el Grande Affaire du Monde, y constituye "una función humana tan vital como la nutrición y la reproducción". Esto hay que entenderlo dentro de su visión evolutiva del mundo. Para él la evolución cósmica que se prolonga en la biológica sobre la tierra tiene su continuación en la evolución humana. Al nivel humano, es decir, de la "Noosfera ", o capa consciente y pensante de la Tierra el trabajo científico ocupa la punta de la evolución.
Es a través de la ciencia que hoy progresa la evolución humana. Vista la ciencia desde esta perspectiva y teniendo en cuenta que la evolución va hacia el Punto Omega que Teilhard ha identificado con el Cristo de la fe, él puede afirmar: "No hay un alimento natural más poderoso para la vida religiosa que el contacto con las verdades científicas bien comprendidas". Es decir, la ciencia misma es un factor importante en la vida religiosa. Nos muestra el camino de búsqueda de los hombres que en realidad, aunque inconscientemente va en la dirección de su convergencia en Cristo.
En un paso más adelante Teilhard afirma: "La investigación científica es una forma de adoración en ella se esconde y opera alrededor nuestro el poder creador de Dios". Este carácter de adoración de la ciencia nace de ver como la ciencia nos va descubriendo la naturaleza del universo y la dinámica de su evolución que tiene como fin último su perfección última por su unión en el divino Punto Omega que es el Cristo Cósmico.
Desde el punto de la ciencia como trabajo de los hombres Teilhard la ve como el esfuerzo común de la humanidad que consciente o inconscientemente la va llevando hacia su fin último. De esta manera puede decir: En la ciencia se elabora "la sola mística humano-cristiana que puede hacer en el futuro una unanimidad humana". El esfuerzo común de la ciencia va llevando a la humanidad hacia su unificación, a través del proceso que Teilhard llama de socialización. Así para él el trabajo científico en sí mismo tiene un valor religioso.
Líneas maestras de una propuesta de espiritualidad
En su ensayo Comment je crois (1934) en el que Teilhard trata de formular las líneas generales de su espiritualidad pone al principio como síntesis las siguientes líneas:
Je crois que l'Univers est une Évolution
Je crois que l'Évolution va vers l'Esprit
Je crois que l'Esprit s'achève en du Personnel
Je crois que le Personnel suprême est le Christ-Universel [Yo creo que el Universo es una Evolución/ Yo creo que la Evolución se dirige hacia el Espíritu/Yo creo que el Espíritu se apoya en lo Personal/ Yo creo que lo Personal supremo es el Cristo Universal].
En estas cuatro líneas está resumido todo su pensamiento. Comienza con la visión evolutiva del universo que la ciencia ha descubierto, desde el big-bang a la vida inteligente sobre la tierra. Evolución que continúa hoy a nivel de la noosfera. La evolución descubre la dirección de la materia al espíritu. El espíritu tiene su culminación en lo personal, por eso el Punto Omega hacia el que la evolución progresa debe tener una dimensión personal. Ese personal supremo culmen de toda la evolución es el Cristo-Universal. Por ello, todo ser humano se siente inclinado a adorar y confiar.
Materia y Espíritu
Teilhard rechaza todo dualismo materia-espíritu y presenta un concepto unificado de materia que incluye en sí misma la dimensión espiritual. Esta dimensión está relacionada con la "complejidad". A mayor complejidad mayor dimensión espiritual.
El materialismo busca entender al hombre sólo desde la materia. Teilhard sigue el camino contrario busca entender la materia desde el hecho de la presencia de la consciencia en el ser material que es el hombre. Si el hombre es un ser material autoconsciente, esta cualidad de la consciencia tiene que estar de alguna manera también presente en toda la materia.
Esto le lleva a proponer la idea de que en la materia hay un "interior" además de un "exterior". El interior de la materia está ligado a la complejidad, de forma que al aumentar ésta, aumenta también su grado de interioridad. La complejidad, a su vez, está relacionada con la consciencia y la dimensión espiritual.
El incremento en complejidad en la evolución se identifica con una mayor dimensión espiritual. A este doble carácter de la materia (interior y exterior) corresponden también dos tipos de energía: una energía "tangencial", que corresponde a la energía física con la que las cosas interaccionan unas con otras a su mismo nivel y otra energía "radial" o "espiritual", que es responsable de la convergencia de la evolución de la materia en la línea de una mayor complejidad y una mayor consciencia, es decir, en la dirección del espíritu.
Para Teilhard estos dos tipos de energía son en realidad los dos componentes de una sola energía fundamental que incluye ambas. El camino de la evolución es el de lo múltiple a la unidad. La evolución progresa hacia el espíritu. Esta dimensión puede seguirse en su famoso "Himno a la Materia".....
Extracto del artículo de Agustín Udías Vallina, Catedrático de Geofísica en la Universidad Complutense de Madrid, es colaborador de la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión y de Tendencias21 de las Religiones.