Hermanos, los que llamamos testigos fueron personas en cuya vida se cruzó un día un galileo como ellos, de Nazaret, que les impresionó tan fuertemente como para dejar sus familias y sus oficios, y seguirle de aldea en aldea. Oremos.

Verdaderamente, ha resucitado Jesús.

• Que nuestras Eucaristías sean siempre celebración de la Resurrección, la de Jesús, y la de cada uno de nosotros, ponernos de fiesta, sentirnos con motivo para vivir como Jesús, con sus mismos criterios y valores.

Verdaderamente, ha resucitado Jesús.

• Que la Iglesia nos anime a cambiar de vida, resucitar a una nueva vida, teniendo lo viejo por muerto, sintiéndonos testigos del Resucitado y hermanos de tantos otros testigos.

Verdaderamente, ha resucitado Jesús.

• Que todos nosotros contagiemos la alegría de nuestra fe, que la alegría, el servicio, la solidaridad y la entrega de nuestras vidas a favor de los más desfavorecidos sean nuestras señas de identidad.

Verdaderamente, ha resucitado Jesús.

• Que todos los hombres y mujeres que viven sin poder dar respuesta a muchos "por qués" en su vida, encuentren en el SI definitivo de nuestro Dios la serenidad, el descanso y la paz interior.

Verdaderamente, ha resucitado Jesús.

• Padre bueno, que nuestro anuncio sea creíble; que nuestra fe en Jesús nos lleve a adoptar sus criterios, sus valores y su forma de vida.

Verdaderamente, ha resucitado Jesús.

Padre bueno, sabemos que ser "testigos de la Resurrección" no significa sin más "testigos de un suceso" sino, sobre todo, ser transmisores de vida nueva, transmisores del Espíritu de Jesús. Ayúdanos en nuestro empeño.

Vicky Irigaray