EL REGALO DE SER PERSONA…
Pedro Aranda AstudilloEn el brindis de nuestros padres fuimos engendrados, nacimos para unirnos al coro infinito de vidas. Sean nuestras voces los latidos generosos de nuestra madre tierra.
1- Somos artesanos de nuestras vidas:
Las abejas se nutren del polen de las flores, arquitectas de sus panales para reservar los prodigios de su miel.
Nuestras manos inteligentes se nutren de las riquezas de la tierra, de mares, de los cielos para orquestar las conciencias en sus construcciones majestuosas, en sus épicas libertarias de independencias, de migraciones, y, en nuestros quehaceres hogareños.
2- Lo claro-oscuro de nuestras vidas:
Las personas somos frágiles como las lágrimas, somos peregrinas del útero al sepulcro, y, nos confunden los espejismos de la vida pero, hay relámpagos de verdades que nos despiertan; las caricias maternas nos retornan a nuestras inocencias; los susurros de belleza nos expanden el alma.
Las personas somos como las estaciones: de inviernos y primaveras, de otoños y veranos. Somos auroras y ocasos.
Nuestros cuerpos raciman la sabiduría divina: sus entrañas son tejidos perfectos como un telar, y en su andar como la tierra girando en torno al sol.
3- Nos asfixiamos cuando:
Las personas se enclaustran en sus egoísmos, cuando oprimen sus libertades, intoxican las relaciones, ausentan las Gracias en sus palabras, cuando ajenan su felicidad, se exilian de amar, ignoran que el sol y la luna son para todos, cuando eclipsan el bien común.
4- Las personas recrean sus vidas cuando:
Las personas se suman a la creación y colaboran con su Creador; cuando cuidamos los pulmones de la tierra, nuestra casa común; cuando aprendemos de las infinitas transformaciones, cuando inhalamos la ternura de los crepúsculos y sembramos compasión. Plantamos árboles solidarios para un bosque de conciencias.
5- La tecno-ciencia se hermane a la conciencia:
De la inteligencia artificial vayamos a las raíces de la inteligencia del corazón; desde la inteligencia del corazón leguemos a las futuras generaciones una humanidad que siempre reconcilie cielo y tierra.
Ser nuestro corazón: que irrigue sin cesar todo nuestro cuerpo, todos los cuerpos; ver todo y sentir a imagen y semejanza del Corazón Creador.
Pedro Aranda Astudillo