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CORAZONES SOLIDARIOS, A PESAR DEL VIENTO EN CONTRA

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Hace varios días recibí por whatsapp un comunicado urgente, que difundí por las redes, en el que la Red Solidaria de Acogida y la parroquia de San Carlos Borromeo de Entrevías, Madrid, decían que estaban atendiendo a familias solicitantes de asilo, en espera de entrar en el programa de acogida gestionado por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social (MITRAMISS).

Parece ser que ni los servicios de emergencia social de la Comunidad de Madrid ni del Ayuntamiento son capaces de hacerse cargo de esta situación, pues cuando les piden la protección internacional, que tienen reconocida por derecho, a cargo del MITRAMISS, se ven con las puertas cerradas y, por supuesto, terminan viviendo en la calle.

Esta escandalosa situación obligó a abrir el Centro Pastoral San Carlos Borromeo para acogerlas. Allí no existe ningún lujo, pero es un lugar digno y sencillo. En estos momentos hay 30 personas (de las que 14 son niños y niñas) que están viviendo en una habitación compartida con colchones en el suelo y dos baños.

Esta es una solución provisional, pues a la sencillez del lugar se une el terrible calor de estos días. Por ello piden a las personas solidarias y que tengan disponibilidad de espacio, en una casa, aunque solo sea una habitación, el que acojan temporalmente (desde 15 días a 3 meses) a alguna de estas familias. Incluso en los alrededores o no muy lejos de Madrid, porque al estar esperando la llamada del Ministerio, si se diera, deben poder trasladarse con prontitud.

También y como contribución alternativa, se puede aportar económicamente por el espacio actual, haciendo referencia a Alquiler amigo.

Esta llamada es una más de las que se efectúan todos los días, por parte de gente que no se queda con los brazos cruzados ante situaciones como estas o similares. A pesar de los impedimentos de la Administración, los retrasos, las trabas a la acogida solidaria, muchas personas y organizaciones siguen adelante, a veces incluso con los riesgos que comportan estas actuaciones, que incluyen multas e incluso en casos extremos penas de cárcel.

Circunstancias como esta, en la que se comprometen cada día la parroquia de San Carlos Borromeo y la Red Solidaria de Acogida, no son casos aislados. La Red Interlavapiés, el sindicato de manteros, la fundación Luz Casanova, Justicia y Paz de Confer, varias parroquias y comunidades religiosas, monseñor Agrelo desde Melilla y numerosas organizaciones de solidaridad con los emigrantes y refugiados lo demuestran.

Por no hablar de las personas y grupos que, a nivel internacional, se comprometen en esta lucha, como Carola Rackete, la valiente capitana alemana de la embarcación Sea Watch 3, arrestada en Italia por socorrer a náufragos en el Mediterráneo. Al igual que Nawal Soufi, la ítalo-marroquí que desde Sicilia, donde vive, lleva años salvando de naufragar a miles de refugiados que huyen de los conflictos en Oriente Medio. O las personas laicas que, junto a religiosas y religiosos, en Estados Unidos están protegiendo y manifestándose (siendo por ello detenidos por la policía) contra la deportación masiva que quiere realizar Trump de emigrantes centroamericanos.

No es popular en nuestras sociedades el proclamar tu apoyo y solidaridad hacia los emigrantes, como sujetos de protección y derechos y, más aún, como parte de la familia humana de la que todos y todas formamos parte. La propaganda en contra de los mismos, las mentiras que contra ellos difunden algunos partidos políticos y numerosos medios de comunicación (entre ellos alguno de la Iglesia Católica) tienen mucho que ver en ello.

Está claro que tendremos que seguir navegando con el viento en contra. Pero nos lo requiere la llamada de la conciencia que, cuando no está dormida ni engañada por los medios, demuestra el necesario cuidado y preocupación por la gente sufriente, la búsqueda de justicia y la protección para tantas personas que huyen de situaciones dramáticas de guerra, hambre o persecución.

Aún hay mucha humanidad en nuestros genes. La gente que he nombrado en estas líneas y muchas más lo demuestra. En estas personas se descubre con inmensa satisfacción la grandeza del ser humano.    

 

Miguel Ángel Mesa

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