PAN EUCARÍSTICO
Rafael Calvo BecaAcción de gracias
Humildemente, confiadamente,
como recomendados de tu hijo Jesús,
nos dirigimos a ti, Dios y Padre nuestro.
Queremos ser conscientes
de la trascendencia de nuestras palabras,
porque, aun reconociendo nuestra infinita pequeñez,
creemos que realmente nos escuchas.
Lo primero que queremos decirte, Señor,
es que te agradecemos la vida
que nos has dado y disfrutamos.
Sabemos que nos amas
más de lo que nuestra mente es capaz de percibir.
Gracias, Padre.
Y aunque no necesites nuestras alabanzas,
queremos demostrarte nuestro cariño y agradecimiento
con este canto de bendición
que entonamos juntos todos tus hijos.
Memorial de la Cena del Señor
Verdaderamente es justo y obligado darte las gracias
porque nos has dado como hermano y guía
a Jesús de Nazaret.
Estamos reunidos, como tantos otros domingos,
alrededor de una mesa
y queremos ser conscientes de su verdadero sentido.
No esperamos en este momento, ningún milagro,
nadie va a pronunciar palabras mágicas.
Sólo estamos rememorando la última cena
que celebró Jesús con sus amigos.
Cuando él trató de enseñarles
cómo debían entregarse al servicio de los demás
les dejó una imagen muy gráfica y fácil de reproducir,
la de un pan partido
y repartido en trozos a cada amigo
o la de una copa de vino de la que todos bebieron.
Al despedirse de sus discípulos y amigos
la víspera de su muerte,
nos pidió que nos reuniéramos en torno a una mesa,
y nos invitó a compartir
un trozo de pan y una copa de vino,
en memoria de su vida solidaria
y en la esperanza de una nueva humanidad.
Tomando un pan
y mientras lo partía y repartía, les fue diciendo:
Comed todos de él, porque esto soy yo.
Siguiendo su ejemplo
tomamos este pan, lo partimos
y nos lo ofrecemos unos a otros,
como signo de nuestro compromiso social
y voluntad de servicio.
Este pan partido y compartido es Jesús
y nos sentimos reflejados en él
todos sus discípulos y discípulas.
Luego tomó una copa de vino
y mientras se la pasaba les decía:
Tomad y bebed todos de ella,
porque esta es mi vida, es mi sangre,
que será derramada por todos.
Movidos por el mismo Espíritu de Jesús,
brindamos y compartimos esta copa de vino.
Este vino es la vida de Jesús,
alegre, compasiva y fraterna.
Es la vida de Jesús
que corre en nuestras venas,
como primicia y sacramento
de un mundo nuevo.
Creemos que Jesús está con nosotros,
que lo hacemos presente
reuniéndonos en su nombre
y siguiendo su ejemplo,
hasta que, un día, todas las criaturas
seamos un gran Cristo con él y en él. Amén.
Invocación al Espíritu de Dios
Jesús no fue hombre de ritos.
Cuando nos dijo "haced esto en mi memoria",
no quiso instituir ningún acto de culto,
sino invitarnos a imitar su entrega a los demás.
Este es el significado de lo que acabamos de realizar.
Jesús quiere que recordemos su vida, hasta su muerte,
poniendo al servicio de los demás
todo lo que somos, nuestra vida.
Celebrar una eucaristía nos incita a comprometernos
a ser promotores de unidad y de armonía
entre los hermanos.
Te prometemos que este va a ser
nuestro principal objetivo en la vida.
Dios Padre que estás en el cielo y en todos nosotros,
te damos gracias una vez más
por cuanto haces de continuo
por todos los hombres de buena voluntad.
Bendito seas, Padre santo, queremos honrarte
como mejor sabemos,
y agradecerte que Jesús
haya formado parte de nuestra historia.
Por él y en su compañía
brindamos con orgullo en tu honor.
AMÉN.
Rafael Calvo