PEDRO 1, 17-21
PedroSi llamáis Padre al que juzga a cada uno según sus obras, sin parcialidad, tomad en serio vuestro proceder en esta vida.
Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por nuestro bien.
Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza.
Sólo con leer estas expresiones podemos estar seguros de que Simón Bar Iona, el pescador de Genesaret no puede ser su autor, a menos que haya hecho cursos apresurados de Teología. Por otra parte, comprobamos la temible presencia de un concepto de redención por la sangre, muy del Antiguo Testamento pero discordante con Abbá. Pero es tema que hemos tratado ya muchas veces.
Merece la pena sin embargo subrayar esa expresión, tan revolucionaria y tan definidora del ser cristiano: Por Cristo creéis en Dios.