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PROFETAS FUERTES DE BONDADOSA SIMPATÍA, SINODALES COMO EL OBISPO CASALDÁLIGA

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Todos quedamos admirados, y a veces aterrados, ante las firmes posiciones de un profeta. Son directos en las denuncias que derrumban y son fuertes en los anuncios que edifican. Generalmente dos aspectos se le suponen al profeta, una cara adusta y un carácter tosco. Estos aspectos son inexactos. Son propios de clérigos solterones regañones, quienes nada tienen de profetas. También santos y santas caen bajo el estereotipo de frialdad, ninguno sonríe en los dibujos de sus caras. El rosto de Jesús no escapa de esta desfiguración, aunque ese rostro expresaba la buena noticia del reino. Ahora esos dibujos de Jesús comienzan a cambiar.

Pedro Casaldáliga es un profeta, fuerte en su denuncia y luminoso en su anuncio del reino, por esto arriesgó su vida sin dudarlo. Pero su fortaleza profética no provenía de un temperamento irritable. Era profeta por ser místico, en íntima comunión con Jesús. Mucho se ha hablado y muy bien de este cristiano que como obispo mostró un profetismo fuerte como pocos. Se habla para que aprendamos más de él y lo imitemos en su mística intimidad con Jesús y el Padre y también en su profetismo en la construcción del reino identificándonos con los oprimidos.

Su profetismo lo llevó a pedir que lo sepultaran en la tierra del cementerio basura que ya no usa la ciudad, en medio de una mujer y un hombre, ambos botados allí como basura humana, ocultándoles su filiación divina y desnudándolos de su dignidad humana, ambos víctimas de una sociedad criminal. A la mujer la habían esclavizado para someterla a su condición de sexo servidora. Al hombre lo habían reducido a peón sin tierra y sin techo, y con un trabajo como esclavo, tan agotador que lo llevó a la muerte. Una pequeña cruz de madera desnuda señala ese lugar, La cruz es de madera, en memoria de la cruz de Jesús que fue asesinado en ella por el crimen de construir el reino de su Padre, donde todos y todas se aman como iguales. La cruz está desnuda, pues Jesús resucitó, ya no está ahí. Ahora la sociedad injusta crucifica en la cruz a sus desechados, a éstos a quienes Jesús quiere hacer descender resucitados, con la colaboración de sus discípulos, como su profeta Pedro Casaldáliga.

“No perder el sueño, ni el canto, ni la risa”, escribe en uno de sus bellos poemas este obispo profeta, Casaldáliga. Su personalidad era alegre, su carácter simpático, su manera de ser tan agradable que daba gusto volverlo a encontrar. Era un amigo con todos y con todas, colocándose a nivel del más humilde, nunca con uniformes clericales, ni títulos ni insignias principescas. Su canto era su hermosa poesía, su risa acompañaba su persona. Su sueño no era interrumpido ni por mortales amenazas. Dormía con la conciencia envidiablemente tranquila del profeta. Igual que aquel otro profeta que dormía tranquilo sobre las tablas de una barca, en medio de tormentas, Jesús de Galilea. Es que la fuerza de su profetismo no era fruto de su temperamento, sino que le venía de su comunión mística con Jesús y su Evangelio del reino que lo llevaba al Padre, y juntamente le venía de su identificación con el pueblo y sus dolencias. Su “caminar con” Jesús en la construcción del reino, y su “caminar con” el pueblo en igualdad participativa de bautizados y de bautizadas, hace de Casaldáliga con su simpatía un obispo sinodal, profeta fuerte y bondadoso.

Así hay otros obispos profetas fuertes con bondadosa simpatía en una Iglesia Sinodal.

Obispo Hélder Cámara, de Recife, Brasil. Cuando se iba a pie con él por la acera de la ancha avenida desde su oficina hasta la parroquia donde vivía en su sencillo cuarto, era sorprendente ver cómo era saludado con cariño por la gente que se encontraba caminando y por la que iba en autos. Todos lo conocían, con todos se sonreía. A veces entraba a un sencillo comedor de obreros y con todos se saludaban de abrazo. Este obispo profeta sinodalmente “caminaba con” el pueblo, con quien vivían la realidad, la examinaban, discernían, decidían, actuaban. Su bondadosa simpatía se añadía a su fuerza profética, fruto de su comunión mística “al caminar con” Jesús en la edificación del reino. Fue un obispo sinodal, profeta fuerte y bondadoso.

Obispo Leonidas Proaño, de Riobamba, Ecuador, “obispo de los indios”. Con fuerza de profeta en favor del indio, impidió una celebración nacional multitudinaria del Presidente de la República, cuando hacía muy poco unos indígenas habían sido asesinados Con sonrisa bondadosa trataba siempre al pobre, con quien se igualaba, sin uniformes clericales, ni insignias ni títulos principescos. Amenazado de muerte por defender al indio, nunca perdió el sueño. Tampoco perdió la paz cuando Roma le envió a un obispo de un país vecino para investigarlo por acusación de un obispo colega. Después de interrogar a 303 personas bajo juramento, ni uno solo presentó acusación. Esto se lo dijo en confidencia el obispo investigador. Roma, al igual que en el caso del obispo Casaldáliga, nunca se pronunció. El obispo. Proaño en confianza lo comentaba tranquilo y sonriente, aunque sus ojos se le humedecían. “Caminó con” el pueblo, sinodalmente, como iguales, convivían la realidad, la examinaban, discernían, decidían, actuaban, crecían como sujetos que edifican la historia y bautizados y bautizadas participantes como Iglesia. Todo era fruto de su mística comunión al “caminar con” Jesús, en la edificación del reino. Fue un obispo sinodal, profeta fuerte y bondadoso.

Obispo Samuel Ruiz, de San Cristobal, Chiapas, México. Erudito biblista hablaba 7 idiomas occidentales y los 3 idiomas mayas usados en su diócesis, fue el obispo más joven en la primera sesión del Vaticano II. Su “caminar con” los pobres lo convirtió a profeta y su místico “caminar con” Jesús lo hizo constructor del reino. Su simpatía y su sencillo vestir laical lo acercó a los oprimidos, fue uno de ellos y por defenderlos sufrió muchas persecuciones. Fue un obispo sinodal, profeta fuerte y bondadoso.

 

Edgard R. Beltrán

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