LA IGLESIA NECESITA UNA GRAN REFORMA
José Ignacio González FausUna entrevista con José Ignacio González Faus
La voz crítica del teólogo jesuita José Ignacio González Faus (Valencia, 1935) exaspera al Vaticano, adonde han llegado ciertas acusaciones sobre él. Faus, autor de numerosas publicaciones y profesor de Teología en Barcelona, dirige Cristianismo y Justicia, un centro fundado por los jesuitas barceloneses hace 31 años.
-¿No tira la toalla?
-No la pienso tirar, por supuesto, ¿por qué habría de tirarla?
-Por amenazas del Vaticano
-En mi caso tampoco han sido tantas y, aunque fueran más, Jesús, a quien yo intento seguir, no la tiró. Mi padre, San Ignacio, mi fundador, tampoco la tiró cuando fue perseguido por la Inquisición.
-¿Es verdad que al Vaticano llegan anónimos y delaciones?
-Sí, es verdad: es increíble la cantidad de cartas y denuncias que llegan al Vaticano, muchas anónimas y de gente verdaderamente neurótica que no tiene otra cosa que hacer y escribe a Roma. Lo que no comprendo, como cristiano y como cura, es que en Roma se dé audiencia a este tipo de acusaciones.
-¿Las escuchan?
-Cuando eran contra el bueno -o el malo- de Marcial Maciel no parece que les hicieran mucho caso, en cambio, cuando llegan otros casos... Todos los sistemas muy centralizados, como es el Vaticano, tienen un gran miedo a estar desinformados y cualquier cosa que les dicen se la creen.
-¿Qué han dicho de usted?
-Que niego la divinidad de Jesús, cosa que es mentira y por lo tanto no me preocupa; que critico a la Iglesia injustamente, cosa que tampoco es verdad; que si soy marxista, lo cual no es cierto, y cosas de ese género que no merecen audiencia.
-¿Es incómodo para la Iglesia?
-No quisiera serlo porque amo a la Iglesia, pero lo soy porque creo que necesita una reforma muy seria. Jesús también fue incómodo para el sanedrín y los sumos sacerdotes.
-Denuncia la estructura de poder de la Iglesia.
-Naturalmente: el poder fue la tercera tentación que rechazó Jesús. La Iglesia debía tener el mínimo indispensable de estructura y el máximo de libertad, pero tengo la impresión de que es al revés.
-A usted no le cabe en la cabeza que la Iglesia tenga Estado.
-En la cabeza me cabe, donde no sé si cabe es en el Evangelio.
-¿Escribió una carta abierta al Papa para decírselo?
-Por qué no, todo cristiano tiene derecho a escribir al Papa.
-Es muy crítico con el nombramiento de obispos, ¿por qué?
-Porque el procedimiento actual es contrario al que se daba en la Iglesia primera y el Evangelio. Cada iglesia debe elegir a su obispo.
-¿Los papas son prisioneros de la curia romana?
-Están condicionados por una estructura que la curia conoce mejor. Como ellos dicen, «los obispos pasan pero la curia permanece».
-¿Cuál es el lugar de la Iglesia que usted defiende?
-La Iglesia tiene que estar con las víctimas, los crucificados, los pobres, los perseguidos; con la mentalidad de cada época y con las diversas culturas de cada lugar.
-Dice que la Iglesia tarda 200 años en admitir los cambios.
-La reforma de Lutero no fue digerida casi hasta el concilio Vaticano II y no parece que la gente de la curia haya aceptado totalmente el Vaticano II.
-¿Ve una involución?
-No solo yo, muchos teólogos lo piensan. Hace casi 40 años Karl Rahner escribió un artículo que se titulaba ¿Vamos hacia el gueto? Pues parece que sí, que vamos hacia el gueto
-Usted fue alumno de Ratzinger en Alemania.
-Yo preparaba la tesis doctoral allí, era capellán de los inmigrantes españoles y acudía a sus clases de Cristología. Los alumnos hasta le aplaudíamos: era, evidentemente, otro Ratzinger más avanzado.
-¿Qué opina de la visión de Jesús que da en su ultimo libro? No fue un revolucionario, dice.
-Jesús no quiso ser un revolucionario, pero resultó un revolucionario y fue condenado por motivos políticos. Puede que no sea la visión de Benedicto XVI, pero es la que tiene más fiabilidad histórica.
-Los «kikos», el movimiento neocatecumenal, arrastra masas y llena plazas allá donde el Papa va.
-Para llenar plazas basta con dinero, organización y unos cuantos autobuses. La manera de proceder de los «kikos», con presiones y chantajes, no me parece muy evangélica.
-El poder de Rouco debe ser grande, le llaman vicepapa.
-Sé de él lo mismo que usted, lo que dicen los periódicos, y que alguna vez se quejó de mí al provincial de los jesuitas.
-Es presidente de la Conferencia Episcopal por un voto, el de su sobrino, dicen los malévolos.
-Eso dicen, sí.
-Afirma que «en Cataluña no se respira la misma angustia».
-La Iglesia catalana es bastante más abierta. Los obispos catalanes no es que sean mucho más avanzados que el resto, pero a pesar de todo hay una tradición que viene del cardenal Juvany y consiste en dejar hacer.
-Acaban de difundir un documento de apoyo al soberanismo.
-No lo leí pero yo, respecto al nacionalismo, soy frígido. No sé si me tendrían que dar una viagra nacionalista. El cristianismo es más bien mundialista, pero hay pueblos oprimidos y pueblos con derechos.
-La Iglesia está mal pero el mundo está peor, a su juicio.
-Me temo que sí. «Estamos en un sistema que produce ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres», dijo Juan Pablo II.
-¿Ha hecho testamento vital?
-Sí, lo he hecho porque creo que hay un cierto encarnizamiento terapéutico que se disimula de mil maneras y porque tuve una hermana gemela que murió de cáncer y, con ayuda de un médico, tuve que plantarme para que no la molestaran más y la dejaran morir en paz; y porque prefiero morirme seis meses antes que no vivir seis meses más incómodamente.
-«Nací en una familia de derechas pero el encuentro con Jesús me hizo de izquierdas».
-Mi padre era un gran católico y muy franquista. La familia católica y los padres jesuitas me transmitieron el amor y el interés por Jesús; cuando entré en la Compañía, descubrí que el Jesús de los Evangelios no era el me habían enseñado y di un viraje de 180 grados.
-Se hizo un cura de izquierdas.
-La gente dice que soy de izquierdas pero yo quiero ser del Evangelio, ahora las izquierdas están en crisis y han abandonado su causa, que era la justicia social.
Isabel Bugallal