¿IGLESIA CATÓLICA O IGLESIA GNÓSTICA?
Jairo Alberto Franco UribeEl papa Francisco nos ha hablado muchas veces del gnosticismo como una tentación siempre presente. El gnosticismo es la noción de que la salvación sucede en otra parte, en otra esfera y no aquí; de que la carne y la realidad estorban y que hay que buscar salvación en las nubes. Hablemos un poco de esto.
Un templo en el que se planeó la muerte del Dios hecho carne
El profeta Jeremías denunciaba la religión del templo, esa de los que se creían muy de Dios si gritaban a todo pulmón “el templo del Señor”, “el templo del Señor”, “el templo del Señor”. Ese templo, “ideado” como casa de Dios resultó siendo lugar de exclusión, allí no cabían todos los hijos e hijas de Dios; ya los gentiles se tenían que resignar a quedarse en el atrio, las mujeres podían avanzar solo un poco hacia dentro, los hombres judíos penetraban más hondo, los sacerdotes todavía más allá y sólo el sumo sacerdote y sólo alguna vez al año, hasta el Sancta Sanctorum.
En ese templo “ideado” cabía una idea de Dios y se volvía así, mutatis mutandis si lo comparamos con el de Platón, un mundo de ideas, de doctrinas, de leyes, pero que resultaba separado de la realidad, del sufrimiento, de las mujeres, de los pecadores, de los extranjeros, de lo cotidiano y vulgar. Y es así como en ese templo no tuvo mucha fortuna Dios hecho carne, Dios hecho humano, Dios hecho realidad. Los muy religiosos y los que pasamos mucho tiempo en edificios sagrados, tenemos que mantener siempre en mente y corazón que el asesinato de Dios hecho carne, Dios hecho humano, fue planeado desde un templo y que los que maquinaban su muerte fueron hombres religiosos. Dios idea cabía en ese templo ideado por la religión, Dios realidad no cabía allí, nunca pudo entrar hasta el fondo y fue sacado incluso de la ciudad santa, por fuera de las murallas que custodiaban el templo, y allí se le quiso “arrancar de la tierra de los vivos”. El Dios que desde siempre nos habló en la creación y en la historia fue obligado a callar y estarse mudo; el rechazo a Jesús es en el fondo rechazo a la realidad.
Jesús, que no es “ideado” por nadie y si nacido de una mujer y por obra del Espíritu, es Dios hecho carne, Dios hecho realidad… ese es ahora nuestro templo… esto fue toda una revolución en la manera de entender a Dios ya en los primeros tiempos de la Iglesia y lo sigue siendo hoy. Pensemos por ejemplo en el escriba y el sacerdote de la parábola, ellos tenían prisa por las cosas del templo, ese lugar donde guardaban su idea de Dios, su ideal, y por ello no podían detenerse ante lo real, el hombre medio muerto tirado en la cuneta; luego, un samaritano, uno que no iba a ese templo, es el que pasa y se detiene y lo lleva a una posada. La Iglesia tiene más de esta posada en la que cabe el medio muerto que del templo para ritos y Biblia. La verdad es que ese escriba y ese sacerdote siguieron en su idea de Dios, pero no se encontraron con él, este samaritano que se detuvo se topó con Dios… todo lo que vanamente buscaban los ritos del sacerdote y las doctrinas del escriba, es decir dar gloria a Dios, fue concedido y sin siquiera imaginárselo, al samaritano, ese se encontró con la divinidad en un medio muerto… desde que ese samaritano hizo lo que hizo quedó claro para Jesús y para nosotros que sabemos de Dios lo que sabemos de los pobres… se estudia a Dios no pasando páginas de libros, se estudia a Dios acariciando la carne de los que sufren, el libro para hacerlo es la piel de la gente y del mundo todo.
De los filósofos y la encarnación
Pero después el Evangelio tenía que atravesar fronteras y llegar, poco después de pentecostés, hasta Grecia; por allá era muy difícil imaginarse a Dios “en la carne cálida y acogedora de las personas”, como bellamente lo expresa Leonardo Boff”. Para los griegos, aunque habían dicho cosas maravillosas e intuyeron muchas verdades, Dios seguía siendo una idea sublime, trascendente, elevada, más allá de cualquier perfección… pero una idea, al fin y al cabo. Bástenos citar a Aristóteles que se imaginaba a Dios como un “motor inmóvil”, uno que mueve todo como en una especie de control remoto, pero no movido por nada, sin sentimientos, ni compasión, sin amor siquiera: "El que es autosuficiente no necesita ni servicios de los demás , ni su afecto, ni su compañía, sino que es muy capaz de vivir por su cuenta. Esto queda muy claro si observamos lo que sucede con Dios: es obvio que Dios, que no tiene necesidad de nada, tampoco necesitará amigos, ni nada que pueda afectarlo de tal manera que lo controle". Dios sí, pero como idea, más allá, en un supuesto segundo piso; Dios sí, pero no metido con nosotros, en lo real. Dios sí, pero no uno de tantos, a lo sumo con apariencia de humano, pero no humano. En ese clima nació el gnosticismo.
La tentación de volver al templo y de quedarse en los libros y especulaciones
Esta es la tentación gnóstica de la que nos habla el papa y de la que profusamente se ocupan Juan, la carta a los hebreos y muchos padres de la Iglesia: un evadir la realidad y un sacar a Dios de lo concreto de la vida. El gnóstico, y esto fue todo un lío en la Iglesia antigua y lo sigue siendo en la de hoy, quiere volver al templo de Jerusalén y a las religiones y dedicarse al culto, a las leyes y a la doctrina y quedarse en los libros y en las especulaciones en los que Dios aparece a su medida, no quiere ir a la realidad, a la carne.
No pensemos que esta tentación sea de los antiguos, es algo muy de hoy y Francisco nos ayuda a desenmascararla y es por eso por lo que se ha ganado malquerencias. Es que una Iglesia gnóstica ha gozado y goza de muchos privilegios. Así como es fácil pensar en Cristo Jesús como el que todo lo puede, rodeado de luz y de ángeles, ajeno a lo cotidiano y a las limitaciones, haciendo milagros por doquier, así, con esta mentalidad, se vuelve normal pensar la Iglesia y considerarla como una institución perfecta, llena de poder, mediadora de una salvación que nada tiene que ver con los problemas reales de todo hombre y mujer, en su zona de confort y sin bajar a las miserias del mundo; una Iglesia que aparenta estar con la gente, pero que en realidad está muy lejos.
Como algunos cristianos al principio, que se negaban a ver a Dios en el que nació de una mujer y murió en la cruz, o que dudaban de la humanidad de Cristo ya que les parecía indigna de Dios, hoy hay una tendencia a encontrar a Dios en milagros y experiencias de trance, revelaciones especiales y éxtasis místicos, abstracciones espirituales, y todo esto con indiferencia por las personas que sufren. El cristianismo se vuelve gnosticismo al ignorar Auschwitz, Ruanda, Armenia, el apartheid, las luchas por los derechos negros y civiles en América, las dictaduras, la migración y los refugiados, las pandemias y las enfermedades, el tráfico humano, el cambio climático y la pobreza, la invasión rusa a Ucrania, el conflicto armado, el narcotráfico, la discriminación de la mujer, las protestas de los jóvenes, la desigualdad, los falsos positivos…etc.
Siguiendo estas lógicas gnósticas, con un Cristo humano sólo en apariencia, también la fe permanece lejos de la realidad y es como una capa de pintura en las personas que se definen a sí mismas como creyentes; como una obra de teatro, algo relevante para sacristías y templos y sin sentido para las situaciones que vivimos. Y los creyentes que movidos por su fe se interesen en problemas reales, se convierten en sospechosos de heterodoxia e incluso son rechazados y puestos al margen, valgan como ejemplos lo que ha pasado con la teología de la liberación, la teología negra, la teología feminista, la teología de las religiones, la teología política, todas ellas a menudo puestas en entredicho; pensemos en las acusaciones que frecuentemente le han hecho al papa algunos cardenales y obispos y fieles muy devotos y esto porque, según ellos, en vez de ocuparse de la salvación pierde el tiempo en el cuidado de la casa común, en la política, en los movimientos sociales, en el problema del hambre, en los pobres; mientras la salvación no tenga que ver con cosas cotidianas y concretas, ellos piensan que es salvación, y si se concretiza pues la ven como un reduccionismo. No se dan cuenta estos que aquí se trata de lo original del cristianismo, Dios que se reduce, es más, Dios que se anonada; en la encarnación el absoluto se hizo relativo; la Palabra hecha carne hablaba arameo, una lengua de pocos y pobres; la sabiduría se puso a aprender y el Creador fue instruido en el arte de la carpintería en el taller de José.
Es por todo esto por lo que el papa Francisco también nos dice que en lo concreto es donde nos tenemos que detener. Las lógicas del gnosticismo siguen teniendo una influencia poderosa en la Iglesia hoy. Es la fe que se siente bien en los rituales y la moral, cerca de los ambientes sagrados, pero se niega a entrar en los mercados, los parlamentos, los estadios, el cine, la discoteca, una fe atemporal y sin espacio; fe que da más importancia a las realidades celestiales e ignora las terrenales, ocupada con los espíritus y descuidando la carne; fe insistiendo en la divinidad abstracta, como si se tratara de un fantasma, y desconociendo que esta toma carne, se muestra en la realidad.
La encarnación nos señala otro camino
La encarnación es pues una revolución en la idea de Dios. Dios, como lo hemos visto y tocado en Jesús, en nuestra carne, viviendo la vida de un ser humano, cercano y vulnerable, sufriendo, naciendo y siendo asesinado. El Evangelio pone en cuestión todo lo que normalmente se pensaba sobre la divinidad, tanto en el templo de los sacerdotes como en las escuelas de los filósofos, y en consecuencia deja a sus oyentes en una situación incómoda. Ahora Dios se abaja, no está en un cielo, está aquí con nosotros y se deja ver en lo que hay.
La encarnación nos señala otro camino, fuera del templo y de las deducciones de los filósofos: vemos a Dios que hace suyo todo lo humano, totalmente implicado en la realidad:un niño acostado en un pesebre y un crucificado no dan lugar a la gnosis y al escapismo. Dios , como lo decía Ireneo de Lyon, que se acostumbra a nuestra carne, y Tertuliano hablaba también de que, lejos de ser un obstáculo, “la carne es eje de la salvación”. Hoy no faltan los cristianos, y la idea es de Richard Rohr, que parecen creer más en la ex -carnación que en la encarnación.
Dos pasajes de la literatura y una anécdota de la vida real que nos pueden ayudar a desenmascarar la tentación gnóstica
El primer pasaje es de Víctor Hugo en “Nuestra Señora de París”. El archidiácono Claude Frollovive en la catedral y allí está siempre en medio de muchos libros y ciencias y mirando el mundo desde la religión y desde arriba; sabe leer y especula, pero se verá a lo largo de la novela que no sabe amar. Un día, desde su balcón, ve a Esmeralda, una gitana, que danza y encanta a todos, y también él se enamora; pero, qué tragedia enamorarse sin saber amar. Y empieza a luchar para tenerla, intenta secuestrarla, recurre a la fuerza… Al final, termina destruyendo a su amada y ocasionándole la muerte y todo acaba mal… y acaba también con todos los que aman a Esmeralda. Esta historia, esta parábola de la literatura, podrá decirnos algo sobre el escándalo de los abusos, la Iglesia que ha descubierto a palos que sus líderes saben ortodoxamente de ritos y doctrinas, pero que no tienen idea de amar…y terminan destruyendo a los más pequeños: hay gnosticismo en este asunto.
El segundo pasaje es de García Márquez en el cuento “La siesta del martes”. Una mujer buscando a su hijo que había sido asesinado por ladrón, llega al pueblo costeño donde lo mataron, y llega a la hora inoportuna de la siesta y despierta al cura y todo para pedirle las llaves del cementerio y poder acercarse a la tumba de su muchacho y orar y ponerle unas flores. El sacerdote, tal vez malgeniado por la interrupción de su sueño, sale y al saber quién es la señora y qué es lo que quiere, lo único que se le ocurre decirle es “y usted fue que no le enseñó buenas costumbres a su hijo”… es decir, se fue por el lado de la moral y de la ley, se fue a las ideas y olvidó el dolor de la madre… muy capaz de moral, incapaz de acoger a la gente en su situación. Para más es la hermana del cura, otro personaje del relato, la que al ver salir a la señora hacia el cementerio le entrega una sombrilla para que se proteja del sol y se le haga menos dolorosa la visita… El primero se ocupaba de ideales, un gnóstico, la segunda de realidades, era una verdadera cristiana.
Una anécdota de la vida real, de Monseñor Gerardo Valencia Cano: al finalizar una visita a Buenaventura, el nuncio apostólico de la época le pidió, o más bien le ordenó, construir pronto el palacio episcopal; el hermano Gerardo le respondió, con delicadeza y fuerza, que él no podía hacer un palacio para el obispo mientras los pobres vivieran en casuchas. Algo así es lo que queremos decir con esto de “ser real”, de asumir el sufrimiento, de hacerse vulnerable. Hacerse un palacio en medio de la miseria va más con el gnosticismo que con el evangelio.
Una última pregunta: ¿Iglesia católica o iglesia gnóstica?
Este problema de Colombia de mayorías católicas que no termina de aceptar la justicia reparativa, de comprender la JEP, ese tribunal que está tratando de implementar un sistema de justicia no basado en el castigo, sino en la reparación (diríamos nosotros con lenguaje bíblico de “justificación del pecador”), ese lío con los excombatientes que firmaron el acuerdo de paz y a los que no se les da una oportunidad y se les asesina, en este 2022, según datos de indepaz, van 21… estos de la Iglesia, no faltaron entre ellos algunos obispos y párrocos, que vieron tantas objeciones a los acuerdos de paz y que veía como un absurdo que no fueran a pagar cárcel…. ¿Todo esto no indicará una iglesia gnóstica? Es que uno de los textos más predicados es el del padre misericordioso que tenía dos hijos, ese padre que no se preocupó tanto de las cuentas que le tendría que dar su hijo delincuente; ese padre que le dio la bienvenida y le hizo fiesta; que incluso trató de convencer a su hijo, el mayor que tenía las características de la autodenominada “gente de bien” en nuestro país, para que dejara la rabia contra el hermano y se uniera a la fiesta… ese texto tan predicado por nosotros y que parece que no aplica en nuestra realidad, con los que han se han equivocado y vuelven y entregan sus armas, con los que buscan una nueva vida… El gnosticismo puede ser el problema de fondo; sí, el gnosticismo que nos hace creer que es muy linda la parábola pero que no tiene que ver con lo que vivimos, que sucedió en otro tiempo y otro lugar, no ahora y en Colombia…. si el evangelio no está sucediendo aquí y ahora lo que predicamos es puro gnosticismo…. Les dejo la pregunta, ¿Iglesia católica o Iglesia gnóstica?
Jairo Alberto Franco Uribe
Religión Digital