Jn 01, 01-18

La liturgia de este segundo domingo de Navidad, nos vuelve a proponer el prólogo de Juan para que sigamos profundizando en su mensaje. Tal vez algunos recuerden que, antes del Concilio, este evangelio se leía al final de todas las misas.

No penséis que se trata solo de especulaciones teológicas. Dentro de su altísima especulación, nos quiere llevar a verdades que influyan en nuestra concreta y cotidiana relación con Dios.

Es improbable que este texto haya salido de la pluma de un solo autor. Es más bien un himno litúrgico elaborado a través del tiempo por la comunidad. Se trataría de una comunidad eminentemente mística, en la que todos los miembros vivían una íntima unión con Dios y que expresaban esa vivencia en la liturgia. Sólo así se explica la cantidad y la profundidad de las ideas que se van desgranando a través del texto.

En realidad es todo un evangelio condensado. El redactor último del evangelio de Juan, lo colocó al principio como introducción, pero podía haberlo puesto al final como epílogo o resumen de la obra.

Por supuesto que es un evangelio que desborda el ámbito de una homilía. Pretender una explicación exhaustiva, sería una locura. Para mí, la idea envolvente de todo el relato es la cercanía del lo humano y lo divino. Ésta es la experiencia en la que todos los místicos de todas las religiones y todos los tiempos, coinciden.

Una vez superados los primeros estadios de la religiosidad, en la que la relación era con un ser superior y externo al hombre, se entró en la dinámica de la mística, es decir, en la relación del hombre con el Dios que es la base de su propio ser y con el que se identifica en lo más íntimo.

"Al principio" es la misma palabra con que empieza el Génesis. Esto no es casual, es propósito del himno hacer referencia al principio de la Biblia.

Lo que es la Palabra entra dentro del plan de la creación de Dios. La encarnación será precisamente la culminación de la creación.

En el principio, cuando Dios crea el cielo y la tierra, la Palabra ya existía. El imperfecto indica la duración de una acción. La palabra no comenzó, porque estaba ya allí. Cuando todo pasaba del no ser al ser, la Palabra permanecía en el ser.

Existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y Dios era la Palabra.

Las tres frases tienen la misma estructura. Lo más sublime se expresa de la manera más simple posible. Construidas con verbo "ser" y ligadas con la conjunción "y". Cada proposición está formada por los elementos imprescindibles para formar una frase: sujeto y predicado.

El centro de las tres sentencias es siempre el mismo: "la Palabra". El verbo también es el mismo en griego y en latín, "era"; en español se desdobla en tres significados: existía, estaba, era; así se evita la monotonía empleada en la manera de decir semítica. En griego y en latín, empezar la frase siguiente "incluyendo" la última palabra de la anterior. Con ello el texto adquiere una cohesión y una fuerza increíbles, a la vez que una evolución.

"Logos" es un término que se empleaba ya en filosofía desde hacía mucho tiempo, pero el significado que se le quiere dar aquí no tiene paralelo ni en los textos bíblicos ni en la literatura profana. Se trata de un concepto completamente original. Por eso es tan difícil concretar lo que nos quiere decir.

Creo que desde el punto de vista intelectual es imposible llegar a una comprensión satisfactoria. Sólo después de una experiencia mística se podrá entender por donde van los tiros. La comunidad llegó a este concepto por un despliegue continuado de la experiencia pascual. Porque descubrieron en Jesús la presencia absoluta de Dios, fueron capaces de entender la total implicación de Dios en el ser del hombre Jesús

Logos, Verbo, Palabra, Proyecto querría expresar el más elevado plan de Dios sobre la creación. En el AT, Dios obra por medio de su Palabra. Pero la palabra es siempre expresión de una idea. La idea, el plan que Dios tenía era lo primero. Una vez que Dios tiene la idea, pronuncia la palabra que es capaz de hacer realidad la idea.

Dios se vuelca totalmente sobre la palabra que pronuncia y no se reserva nada para sí; por eso lo que era Dios lo era la Palabra. Si, como nos dice la teología, en Dios el pensar, el obrar y el ser son la misma realidad, podemos imaginar la unidad que se quiere expresar con esa palabra.

Sin embargo, al insistir que "estaba volcada sobre Dios", nos esta advirtiendo de una "no identificación". Por dos veces, casi consecutivas, nos dice que "la Palabra estaba junto a Dios. Es muy interesante la expresión: "junto a Dios" (pros ton Theon)= vuelto hacia, junto a. Indica a la vez proximidad y distinción. En íntima unión, pero por relación dinámica, no por identificación estática. Este dato no siempre lo hemos tenido en cuenta.

La tercera frase no es nada fácil de comprender. En griego dice: "Kaì Theos en o Logos". En latín: "et Deus erat Verbum". No se dice que la Palabra era Dios, sino que Dios era la palabra.

Theos está aquí sin artículo. Podíamos traducir: lo que era Dios, lo era la Palabra. Y también: Un ser divino era el proyecto.

Para los judíos, Dios era el totalmente trascendente; no podía haber otro. Para los helenistas, el peligro era el politeísmo. Por eso nos dice que ni es una "mónada" aislada ni son dos seres.

Hoy seguimos sin haber superado la dificultad. Decimos con toda tranquilidad que Jesús es Dios. No es eso lo que dice el texto. Sin experiencia mística, imposible comprenderlo.

Ella contenía vida, y la vida era la luz del hombre. Es muy importante que nos demos cuenta de lo que dice. La vida es primero que la luz. La ilumina­ción viene precisamente porque ha llegado la vida.

Esto va más allá de lo que dice el Génesis, que la Luz fue lo primero. Está más allá también de las ideas judías. Para ellos la Ley era la luz que ilumina y salva. Esta idea de que la vida es anterior a la luz, es clave para entender el evangelio de Juan.

Dios por medio de la Palabra, comunica la vida, y es la vida comunicada la que da luz. Se entiende mal a Juan, si se quiere ver en Jesús un maestro de verdades que dan vida. Jesús da Vida, la misma que el Padre le ha dado a él, y así ilumina al hombre.

El mundo no la reconoció. Los suyos no la acogieron. Para el AT el pecado era no obedecer a Dios. Para Juan, es no reconocer a Jesús.

Estaba en el mundo como aquel por quien el mundo fue hecho, pero los hombres no conocieron a Dios a través de la creación. No hay que entenderlo en el sentido intelectual griego, sino en el sentido semita. Conocimien­to que entraña una actitud de fidelidad a Dios.

"Los suyos" son el pueblo judío, representado en sus dirigentes, que en su inmensa mayoría rechazaron a Jesús.

A cuantos le recibieron, los ha hecho capaces de hacerse hijos de Dios. Se trata de una afirmación rotunda pero desorbitada. Dios es siempre Padre, pero el ser hijo depende de cada ser humano.

En el AT ya se aplicaba el título de hijo de Dios: a los ángeles, al rey y al pueblo judío en su conjunto. Ninguna de estas ideas sirve para comprender lo que Juan quiere decir.

En el NT, Padre, se aplica a Dios como aquel que comunica su misma vida divina. Podríamos decir que la Vida que había en la Palabra se comunica al que la acepta.

Lo importante no es nacer de la carne y de la sangre, sino de Dios. Este es el signo del nuevo nacimiento. La fe en Jesús nos capacita para actuar como Dios. Para hacer presente a Dios en nuestra condición de criaturas.

Si creen en su nombre. Ya sabemos lo que significa creer para la Biblia. En ningún caso se trata de aceptar unas verdades teóricas, una doctrina. Para la Biblia lo que importa es la persona.

Tener fe, es confiar en la persona; es vivir que el otro es para ti y tú para el otro. Para traducirlo, tendríamos que unir dos palabras: confianza en, y fidelidad a...

La Palabra se hizo carne. Este es el final de todo el proceso mental: Todo el relato está orientado a esta idea clave. La "carne" no es ya lo contrario del Espíritu, sino su aliado.

Según la visión judía, carne era el aspecto más bajo de la criatura humana, pero era también lo que hacía posible el Espíritu en el hombre. Lo más elevado, lo primero, se identifica con lo más bajo, con lo último.

Quiere decir que fuera de Dios no puede haber Espíritu si no tiene como base la carne. Para nosotros esta idea tendría que hacernos cambiar el sentido maniqueo que seguimos teniendo de la creación.

Si Jesús dijo a Nicodemo que había que nacer del Espíritu, es porque existe esa posibilidad y la clave de una vida humana es aprovecharla y no quedarse en el nivel de la pura carne.

Entrar en la dinámica de este texto sería vivir la realidad de un Dios que se hace uno con la criatura. El "Proyecto" de Dios es desplegarse en el hombre. Pero como el Proyecto y Dios es la misma cosa, el único Dios está disponible en el hombre.

En el Hombre Jesús, se ha manifestado de una manera incontestable, pero la meta es que se manifieste en todo ser humano.

En adelante, no tendrá sentido buscar a Dios fuera del hombre. Dios no se encuentra ni en los templos ni en los sacrificios ni en la liturgia. Para mí, ésta es la esencia del evangelio. Ésta es la "buena noticia". Esto es el "Reino que es Dios".

Fray Marcos