LA FAMILIA, ESCUELA DONDE SE APRENDE A SER HUMANO
África de la Cruz ToméCOMENTARIO AL DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA. 31/12/2023
Lc 2, 22-40
Este año 2023, la Fiesta de la Sagrada Familia, instituida por el papa León XIII, cumple 150 años. En estos días familiares de Navidad está bien reflexionar sobre la familia. Escogemos como modelo de familia a la familia de Nazaret. Aunque sabemos muy poco de ella, hemos diseñado sobre ella el ejemplar de familia cristiana, como comunidad de amor y vida. Jesús nació en esa familia y en ella, creció en estatura, sabiduría y gracia. Jesús, en eso y en todo, fue igual a nosotros. Por eso podemos ser como él, hacer lo que él hizo y como él lo hizo. Y todo empezó en Nazaret. La familia de Jesús fue una familia normal judía en la Palestina del siglo I, en una cultura mediterránea, bajo el Imperio romano, en un modelo romano de familia patriarcal. También nosotros iniciamos nuestra vida en un contexto espacio-temporal que troquela nuestra evolución posterior. La familia es el clima apropiado para el desarrollo de la persona humana. Es un marco de humanización. Los cuidados familiares son condición necesaria para un desarrollo normal, sano y son fundamento para las etapas evolutivas posteriores. Los humanos quedamos troquelados, marcados, por las experiencias primarias en la familia o contexto en que nos iniciamos como vivientes. Estas experiencias son indelebles.
Además, para los creyentes cristianos, la familia no es solo eso. Es un sacramento. Un signo de lo que es Dios en ella y en nosotros. Un lugar privilegiado para experimentar una imagen viva y activa de Dios: Una Presencia amorosa y cuidadora. La familia nos troquela en humanidad, cuidados, bondad, belleza y estilo de vida bienaventurada. Si no hay familia no hay ser humano pleno. Toda familia es divina si es verdaderamente humana (Fr. Marcos dixit). Tener un padre y una madre es como un tesoro, decía la sabiduría antigua, porque sin padre y sin madre no se puede ser persona. No tenemos otra manera de venir al mundo, de crecer, de madurar y ello forma parte del misterio de la creación de Dios. Por eso el misterio de ser padres cristianos no puede quedar reducido solamente a lo biológico. Supone hacer de la familia cristiana una relación de amor, respeto, comprensión, cuidado y ayuda. Todo modelo de familia que favorezca el desarrollo humano es cristiano. La Palabra de Dios hoy nos da pistas para lograrlo.
Los textos de la liturgia del día hablan de las virtudes a ejercer en familia y de las relaciones entre sus miembros. La primera lectura, del Eclesiástico, nos manda honrar y respetar al padre y a la madre. La segunda lectura, de la carta a los Colosenses, nos presenta la compasión, la bondad, humildad, mansedumbre, la paciencia, el perdón y sobre todo el amor, que es el vínculo de la unidad familiar y social como las virtudes propias de las relaciones familiares. Nos recomienda ser pacíficos, agradecidos; enseñarnos unos a otros con toda sabiduría; que la Palabra de Cristo habite entre vosotros. Y en un modelo patriarcal de familia, pide a las mujeres y a los hijos obediencia y sumisión al padre. Hoy no debería la Iglesia seguir proponiendo leer este texto por desfasado y contracultural de la cultura postmoderna donde la mujer está en pie de igualdad con el varón.
El Evangelio, de Lucas, nos presenta la realización del rito de la Purificación de María y la presentación de Jesús, que como todo judío primogénito debía ser consagrado al Señor. Una escena típicamente judía. Tampoco este texto es adecuado a nuestro hoy. Este rito de purificación hay que entenderlo desde el Código judío de la pureza e impureza. La visión negativa de la sexualidad hoy chirria en nuestra cultura. La narración evangélica lucana es el relato de una familia judía normal cumpliendo lo que la Ley manda. Lucas quiere destacar la normalidad de la infancia de Jesús. Es la vida de un judío de su época. Jesús es un judío observante de la Ley. Es un niño normal de una familia judía normal. Junto a este dato en la narración aparecen dos figuras del Templo: Simeón y la profetisa Ana. Simeón dando gracias a Dios porque ha cumplido su sueño: conocer al Mesías esperado. Simeón como prototipo del hombre de esperanza que consigue lo que espera. Su canto nos recuerda el himno del Magníficat. La profetisa Ana habla a todos sobre el niño repitiendo el canto de Zacarias. Ana es la primera predicadora. Para que ahora digan que las mujeres no podemos predicar. ¿Qué sería de nosotros si Ana en su momento, y Magdalena en el suyo, no hubieran cumplido con su carisma de hablar del niño-Mesías de la promesa y del Resucitado, profecía cumplida? Al final del fragmento del evangelio de Lucas que hemos leído, se afirma que “el niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él”. El niño iba creciendo como todos, porque somos un proyecto o diseño a desarrollarse evolucionando por etapas. Tenemos que aprender a ser mientras existimos.
La familia sigue siendo el espacio ideal para el desarrollo y crecimiento de la persona durante toda la vida si se constituye como red de apoyo y ayuda incondicional. Así, puede ser un laboratorio donde ensayar las experiencias fundamentales del crecimiento biológico, psicológico y espiritual. Así, las relaciones interpersonales crean humanidad. La calidad de esas relaciones familiares nos irá acercando a nuestro desarrollo máximo como ser para el otro. La maduración es costosa, no se regala nada en la vida. Pero merece la pena.
Conclusión. Quiero cerrar este comentario usando algo de lo mucho que aprendí de J.L. Ruiz de Galarreta sobre la relación entre las Bienaventuranzas y el modelo de familia cristiana en el siglo XXI: Cuánto más felices seríais si eligierais ser… Una comunidad de vida y de amor animada por la ayuda mutua, la misericordia, la bondad, la dulzura y la comprensión. Así seríamos felices y bienaventurados. ¡El amor, el perdón, la paz y el cuidado son los secretos de una familia en comunión!
Hoy es Fin de Año. Día de acción de gracias y buenos propósitos. ¡¡¡Feliz Año Nuevo!!!
Mª África de la Cruz