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CREYENTES QUE REPIENSAN SU FE. EPÍLOGO

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Vivimos una época de profunda transformación civilizacional planetaria, la más profunda y acelerada de la especie humana Sapiens desde sus orígenes hace 300.000 años. Nunca hemos sido tan poderosos, pero nunca nos hemos sentido tan inseguros y vulnerables. Es una época de crisis integral, que nos sitúa ante la gran alternativa: o escogemos juntos la vida o juntos nos condenamos a la muerte.

Pues bien, para las mujeres y hombres que escriben estas páginas repensar la fe no es un ejercicio mental ajeno a las amenazas y a las posibilidades de la vida en esta encrucijada planetaria. Es una forma de escoger la vida para todos. Una manera de soñar y de abrir caminos a la vida, a una vida más justa y en paz, más sobria y feliz para la humanidad y para todos los vivientes. Y una manera de buscar la sabiduría, la inspiración, el impulso vital, la palabra estimulante que se requieren para ello.

Este libro es una sinfonía de voces diversas, animadas por el mismo gran deseo. Y unidas por la misma convicción largamente, a veces dolorosamente forjada: que las religiones, con su lenguaje milenario, su vieja cosmovisión, su vieja antropología, sus viejos credos, códigos y rituales, ya no inspiran vida ni abren caminos de futuro común planetario, y que solo podrán hacerlo si liberan de la letra el espíritu que un día la inspiró, el espíritu universal que anima el corazón de cuanto es.

Es un libro luminoso de testimonios vitales, de búsquedas y tránsitos, de pistas e intuiciones para un tiempo de transición. Cristianos y cristianas de hoy, lúcidas y honestas consigo mismas, repiensan su fe, su confianza vital, su adhesión profunda al hombre Jesús, al espíritu que lo animó y que nos abre más allá de toda forma y sistema, más allá de toda institución eclesial. Repiensan su fe con la libertad y la sabiduría de los años. Un dios-ente metafísico supremo que creó el mundo de la nada e interviene en él a su arbitrio y se ofende y perdona, la Biblia como revelación sobrenatural de Dios, la encarnación plena del Logos o de la segunda persona de la Trinidad en el hombre judío Jesús, la muerte expiatoria, la resurrección física… y tantas cosas más ya no las pueden creer – tampoco yo – en ninguno de los dos sentidos del término “creer”: “tener algo como cierto o probable” y “entregar el corazón”. Solo podemos tener por cierto o probable aquello que nos parece razonable, y solo podemos entregar el corazón o la confianza vital a aquel, aquella, aquello que nos inspira y nos hace bien. Es así de simple.

Este libro no queda cerrado. Todas las creencias son provisionales, como todo lo que conocemos del mundo y las palabras que lo dicen. Seguimos abriendo los ojos para mirar y buscando palabras para decir lo real profundo que nos hace ser, cuyo silencio nos ilumina, cuya ausencia nos convoca. Seguimos en permanente transición, como Jacob en el paso de Yabok, como Moisés al encuentro de la Zarza Ardiente, como Elías en búsqueda de silencio y de paz. Deseamos vivir y decir el Misterio del mundo en coherencia con las ciencias y con los retos globales del mundo de hoy. Me permito señalar algunas tareas que en nuestra búsqueda reflexiva considero cruciales:

1. Romper el enfoque todavía fundamentalmente antropomórfico y antropocéntrico de la teología cristiana. Nuestra especie humana Sapiens no es centro ni cima de la evolución del cosmos, ni siquiera de la Tierra. Somos una forma contingente, inacabada, transitoria. Nuestra inteligencia, conciencia, libertad… son fenómenos emergentes de la materia, formas aún incipientes, y no son ni mucho menos facultades exclusivamente humanas. Por lo demás, no podemos menos de tomar muy en serio el horizonte “transhumanista” que sugieren las infociencias, las neurociencias y las biociencias; constituye un enorme desafío a la teología cristiana en su conjunto.

2. Abrirnos a una visión más honda del universo y de la “materia”. Solo conocemos el 4% de la materia-energía de este universo nacido del Big Bang, que no sabemos de dónde ni por qué se produjo, pero no de la nada ni por la intervención de un dios exterior. Es un universo holístico; un todo formado de partes que son también un todo formado de partes y así indefinidamente. Es un universo enteramente interrelacionado y autocreativo. La materia-energía originaria no es “materialista”, inerte, contrapuesta a “espíritu”; es dinamismo, relación, información, potencialidad, creatividad, y transciende nuestras categorías de espacio-tiempo.

3. Superar decididamente el imaginario tradicional de la vida después de la muerte. La muerte no es un fin, sino una transformación: disuelve nuestro yo individual “separado”, pero cada átomo y partícula pasar a ser partes de otras formas en el mismo universo. Y podemos preguntarnos: ¿tras la muerte no pervivirá el yo profundo en la interrelación universal, en la memoria cósmica, en la “conciencia divina”?

4. Ampliar radicalmente el estrecho marco antropocéntrico de la cristología, dogmática e historicista a la vez. No podemos pensar a Jesús como “dios” encarnado en el tiempo y el espacio, ni como hombre perfecto y acabado, ni como el más perfecto y acabado de los humanos. Fue un profeta judío, pero su vida buena tal como emerge de los diversos relatos evangélicos, más allá del dogma y de la pura historia fáctica, pero podemos mirarla, reconocerla, confesarla como icono inspirador del Aliento vital y de la plenitud hacia la que queremos caminar creándola.

5. Ahondar la experiencia y el lenguaje para expresar aquel lema de Bonhoeffer: “vivir ante Dios sin dios”. Queda atrás la imagen de Dios como ente supremo, omnipotente, extrínseco, creador a partir de la nada, que interviene operando milagros. Queda por vivir y decir la Presencia, el Fondo, el Aliento, el Alma, la Creatividad que es en todo cuanto es… “Dios” es un nombre metafórico del Misterio, de la Realidad creada y creadora en la que somos y que es en todo.

Y no importa llegar sino seguir caminando en confianza dialogante.

 

José Arregi, Aizarna, 20 de enero de 2023

Epílogo a S. Couderc & G. Heichelbech (ed.), Des croyantes repensent leur foi. Ce qui les fait vivre. Ce qui n’est plus croyable (Karthala, Paris, 2023)

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