Y AHORA ¿QUÉ?
Gerardo VillarNos pasamos parte de nuestro tiempo quejándonos y lamentándonos de la situación mundial, del país, en sus aspectos económicos, políticos, religiosos, sociales… Y mientras tanto, la vida y la sociedad siguen por los mismos caminos. Nos desahogamos, pero no hacemos nada por mejorar la realidad.
Es cierto que hay muchos colectivos que trabajan muy en serio por mejorar su realidad. Si hago una lista de las ONGS, quizás en nuestra provincia llegan a un centenar. Laudable y maravilloso. Pero hay otras muchas situaciones que no cambian y que siguen igual.
Pensamos y buscamos metas demasiado altas y ahí no podemos llegar. Pero sí que podemos implicarnos en situaciones y problemas que tenemos a nuestro nivel. Empezamos por la realidad familiar, vecinal, de barrio y zona. Muchas veces tenemos como meta y deseo “que las cosas sigan como están”. Empezando por la comunidad cristiana, que nos contentamos con el estar bien, con no tener problemas especiales y no acabamos de ver las realidades tan fuertes de hambre, guerra, división… Nos tranquilizamos con vivir tal como lo hacemos. Y con las vacaciones tapamos todos los problemas.
Me sorprende cuando oigo predicar porque rara vez se aterriza en la realidad que estamos viviendo. Andamos, más bien, por la espiritualidad.
Es de alabar el compromiso, por pequeño que sea, pero que se compromete con hacer un cielo nuevo y una tierra nueva. El otro día saludé a un barrendero y le di las gracias por lo que estaba haciendo. Me lo agradeció de corazón.
Me parecería bueno y necesario que la Palabra de Dios vaya como el evangelio que leemos cada día en línea de compromiso concreto para fomentar la justicia y hacer unos pueblos y unas ciudades más justas. Comulgar con Jesús es comulgar con su Mensaje y con su actitud de compromiso ante los marginados y las personas que viven al margen de la vida. Hay un mundo que transformar y cambiar. Ahora tenemos un quehacer.
Gerardo Villar