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GARCÍA CUERVA PIDIÓ A LOS NUEVOS PRELADOS QUE SEAN OBISPOS "CON RAÍCES, CERCANOS A LA GENTE, AFECTIVOS, AMIGUEROS"

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Los obispos auxiliares, monseñor Iván Dornelles, monseñor Pedro Cannavó y monseñor Alejandro Pardo, recibieron este sábado 3 de agosto su ordenación episcopal durante la celebración que presidió el arzobispo metropolitano, monseñor Jorge García Cuerva, en la catedral arquidiocesana.

Fueron coconsagrantes, el obispo de San Justo, monseñor Eduardo García; los obispos auxiliares de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara y monseñor Alejandro Giorgi; junto con el obispo auxiliar de Río Gallegos, monseñor Fabián González Balsa.

También concelebraron la Eucaristía, el arzobispo emérito de Buenos Aires, cardenal Mario Poli; el nuncio apostólico, monseñor Miroslaw Adamczyk; el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea; el secretario general del Episcopado y administrador apostólico de La Plata, monseñor Alberto Bochatey OSA; el administrador apostólico de Mar del Plata, monseñor Ernesto Giobando SJ, entre muchos otros obispos presentes de las diócesis que componen el territorio argentino, junto con los sacerdotes del clero. Participaron fieles de varias comunidades, religiosos, religiosas, miembros de movimientos y representantes de instituciones educativas, entre otros.

A la luz de las lecturas bíblicas y dirigiéndose a los ordenados, monseñor García Cuerva recordó que "hoy Jesús les habla al corazón y les dice: Alejandro, hijo de Maxi y Carmen; Iván, hijo de Vilma y Jorge; Pedro, hijo de María Cristina y Antonino Pedro, ¿me aman?" 

"Porque hoy llegan con toda su vida, con toda su historia, con sus raíces, con su familia, con sus amigos, con sus comunidades. Y en este momento, Jesús quiere que todos ellos estén presentes. Quizás el Señor perciba que su pregunta ¿me amas? es demasiado grande y comprometida, y que necesitan del apoyo de muchos para responder con fuerza: Sí, Señor, tu sabes que te quiero", continuó.

El arzobispo pidió a los nuevos prelados que sean obispos "con raíces, cercanos a la gente, pastores en medio del pueblo, afectivos, amigueros. No dejen nunca de ser hijos, amigos, vecinos. En definitiva, no se la crean".

"Ustedes son hijos de este pueblo que hoy con alegría los acompaña y los apoya en su sí. Porque como obispos necesitamos de la familia y de quienes acompañan el camino de la vida; seguramente ellos han sido sus mejores maestros, sus consejeros, quienes se habrán alegrado con sus logros, quienes habrán acompañado los fracasos, y quienes se habrán animado a decirles las cosas de frente para corregirlos fraternalmente". manifestó. 

Y señaló: "Qué triste cuando un obispo olvida sus raíces o se aleja de los afectos para rodearse de una corte de aplaudidores. Me animaría a decir que se deshumaniza, que deja de ser pastor, para ser príncipe que mira desde arriba y a la distancia". 

Monseñor García Cuerva instó a Dornelles, Cannavó y Pardo a que "sean siempre hombres de pueblo, que consagrados por la unción se entregan de lleno a ese mismo pueblo, que como dice la conocida canción: 'los crio de potrillo'".

"Estén siempre abiertos a las sorpresas de Dios. No sean obispos de estructuras y esquemas que no dejan lugar a la acción del Espíritu que, como ráfagas de viento, sopla y ventila las costumbres anquilosadas del siempre se hizo así. No se encierren en programas pastorales de escritorio que apagan las llamas de fuego del Espíritu y nos hacen perder el calor de la pasión por el Reino, convirtiéndonos, en términos futbolísticos, en 'obispos pecho frío'", enfatizó.

Además, recordó que el amor "cura toda herida". "Queridos Iván, Pedro y Alejandro, sean pastores heridos, curados por el amor del Señor que llevan ese tesoro en recipientes de barro. Muéstrense frágiles y siempre comprensivos de las caídas de la gente, porque ustedes tienen las propias; que nadie, al entrar en vínculo con ustedes, tema ser juzgado, condenado o rechazado, porque cada uno de ustedes ha experimentado el amor de Dios, que lo vio y se conmovió profundamente, como aquel Padre misericordioso cuando el hijo volvía a la casa", exclamó.

El pastor arquidiocesano animó a quienes recibieron el orden episcopal a "entregarse poniendo el propio cuerpo en el pastoreo en medio de la ciudad. Así como el Señor en cada Eucaristía se parte y reparte, nos invita también a nosotros a partirnos y repartirnos con Él y ser parte de ese milagro multiplicador que quiere llegar y tocar todos los rincones de la ciudad con un poco de ternura y compasión".

Les pidió también que el báculo "sea el apoyo y sostén para los caídos que encuentren en el camino; que el anillo sea signo de la alianza con la Iglesia, un signo que nos haga sentir familia, hermanos, hijos de un mismo Padre que nos ama entrañablemente", y que la mitra, "que nos da un poco de vergüenza usar, sea justamente signo de no sentirnos dignos de llevar títulos o cargos, porque el mayor poder es el servicio; y que cada día al colocarse el pectoral en el pecho, recuerden a los crucificados de hoy y la entrega de Cristo por amor a todos".

Finalmente, monseñor García Cuerva agradeció a los ordenados "por su sí y sumarse a esta desafiante misión que Dios nos encomienda de pastorear a nuestro pueblo; gracias por su cariño, por su buen humor, por su entrega generosa".

 

Religión Digital

Aica

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