El evangelio de san Juan es inagotable: siempre nos da pistas para enriquecer nuestra vida cristiana.

Cuando Jesús haba de “comer su carne” (dice, más exactamente, “devorar”: ho trogon) no está hablando de una especie de antropofagia, sino de una fuerte identificación. Creer en él demanda una total identificación, del mismo modo que quien “devora” la carne de una presa se identifica con eso que devora. 

Así es: hay creyentes que, en virtud de un realismo eucarístico, creen que, cuando comulgan, comen, literalmente, la carne de Jesús. Ellos entienden la presencia real como presencia física. Pero el evangelio habla de otro “comer”: seguir a Jesús es identificarse cada vez más con su manera de pensar y su modo de actuar. Eso es comer la carne de Jesús.

Por eso, quienes comulgamos en la eucaristía, hemos de preguntarnos con fuerza con quién nos identificamos para quedar identificados con Jesús:

· Nos identificamos con quienes claman por la paz en esta hora de violencia: porque el ruido de las bombas no puede apagar los esfuerzos de la diplomacia y de la prevención que pueden llevar a la paz. Nos identificamos con las demandas de los que sufren la violencia sin poder escapar de ella. Renovamos nuestra opción por la paz.

· Nos identificamos con quienes piden fronteras más flexibles: porque la identidad no se logra cerrándose a los inesperados hermanos que vienen a nosotros, sino construyendo estructuras de acogida y amparo.

· Nos identificamos con quienes exigen respeto a las diferencias: ya que la uniformidad es una imposición y una explotación.

· Nos identificamos con quienes viven en lealtad: porque la lealtad es el eslogan del Dios que nos ama.

Ocurre, a veces, que hay cristianos que no se sienten preparados para recibir la comunión porque consideran que están en pecado. Hay curas que insisten en ello. Pero lo que verdaderamente sería obstáculo para comulgar es la ausencia de identificación con los valores del evangelio. Eso es lo que vaciaría de sentido a la comunión. 

Aprovecha el verano para identificarte con los mejores valores de Jesús: amabilidad, paz, respeto, colaboración, amparo al frágil, etc. Son valores que nos vienen a la mano. Vivirlos es identificarse con Jesús, comulgar con su vida. Cultívalos con ilusión.

Fidel Aizpurúa Donazar

18 de agosto de 2024