TODA LA SINAGOGA TENÍA LOS OJOS CLAVADOS EN ÉL
Fidel AizpurúaEl evangelio encierra experiencias que iluminan nuestra vida. No solo dice cosas de Jesús; también dice cosas que quieren dar sentido a nuestro diario caminar.
Cuando los de su pueblo preguntan a Jesús qué es lo que pretende, cómo va a ser su mesianismo, él responde leyendo un pasaje de Isaías sobre la misión de un profeta: “El Espíritu del Señor está sobre mí…”. Pero ocurre una cosa curiosa: Jesús censura el texto de Isaías, porque al anuncio de los beneficios de un mesianismo positivo para Israel se añade una expresión que Jesús omite: “Y un día de venganza de nuestro Dios”. Como diciendo: mi mesianismo no incluye la venganza contra los paganos ni contra nadie. La venganza y la condena no entran en mi plan. Es que el viejo judaísmo entendía siempre su salvación a costa de la condena de los paganos.
No es de extrañar que diga el texto: TODA LA SINAGOGA TENÍA LOS OJOS CLAVADOS EN ÉL. ¿Cómo se le ocurría censurar a Isaías? ¿Dónde queda la venganza contra los paganos siempre esperada? ¿No era el hijo de José que, como todo judío, soñaba con la destrucción del paganismo? Esa mirada que los de su pueblo echan sobre Jesús está cargada de rechazo y de contrariedad.
Esta tensión es para nosotros interesante: si no hay día de venganza ni de desquite se puede vivir sin temer a Dios, sin temblar ante un Dios que no me fiscaliza, sin ocultarme ante un Dios que solo quiere mi bien. El mensaje de Jesús libera del mismo Dios.
¿Cómo se puede dejar de temer a Dios si es que ese sentimiento aún anida en los pliegues del alma?
· No temas al Dios que es tu Padre bueno: porque temer a un Padre bueno no tiene sentido. Dios es bueno con sus criaturas y, como dice el libro de la Sabiduría, nada subsistiría si Dios no lo sostuviese.
· No temas al Dios que hace camino contigo: que se interesa por lo tuyo, que recorre tus mismas sendas, que sabe de las calles de tu barrio, que empuja tus pasos al bien.
· No temas el Dios que te ha dado el regalo de la vida: porque la vida es un regalo de amor, por limitada que sea. Y cada día, con el amanecer, se te vuelve a poner en las manos ese hermoso regalo.
Dicen que la palabra “religión” viene de “religar”: el creyente se religa a Dios. Pero, en realidad, es una religación que libera, que empodera, que otorga autonomía, que abre un horizonte de respiro. Si la religión nos oprime en algo, eso no viene del evangelio.
Para entender bien esto quizá haya que cambiar de idea de Dios. Bien lo dice aquel poemilla del obispo poeta Pedro Casaldáliga: «Para cambiar de vida hay que cambiar de Dios. Hay que cambiar de Dios para cambiar la Iglesia. Para cambiar el Mundo hay que cambiar de Dios».
Fidel Aizpurúa Donazar
26 de enero de 2025