RICOS Y MENDIGOS
Florentino UlibarriCreímos que era posible el cambio.
Nos comprometimos,
trabajamos,
oramos,
proyectamos nuevos sistemas,
nuevas ideologías,
nuevas formas de reparto.
Soñamos utopías contra el despilfarro.
Y cuando pensábamos
que todo estaba al alcance de la mano,
¡zas!, –una vez más, como siempre–
nos vienen con nuevas teorías y ofertas.
Dicen que la solución está
en hacer más espléndido el banquete,
en lograr que la tarta de la mesa
aumente su tamaño y riqueza;
así habrá más sobras y migajas,
de este festín de puertas abiertas,
para los que andan mendigando
y cubiertos de llaga,
si nadie más se sienta a la mesa.
Anuncian que no hay revoluciones posibles,
que las ideologías han muerto
y que el margen de negociación
depende del mercado
y no de las conciencias...
Señor, para esta oferta
no se necesitan alforjas.
Pero yo quiero que cuentes,
con voz fuerte y dolorida,
nuevamente,
al sur y al norte,
al este y al oeste,
a ciudadanos y emigrantes,
a escépticos y creyentes,
tu parábola de Lázaro, el pobre.
Florentino Ulibarri