CONFIAR TE HACE DISCÍPULO/A
Carmen SotoLc 5, 1-11
En este relato, Lucas, nos presenta el inicio del seguimiento de Jesús por parte de sus primeros discípulos varones. El evangelista presenta este camino que ellos inician como el paradigma de todo proceso de discipulado. Más allá de la fuerza narrativa que la pesca milagrosa imprime a la historia, lo que el autor quiere transmitir es que para seguir a Jesús no solo es importante empatizar o ilusionarse con sus enseñanzas y signos sino arriesgarse a vivir desde el horizonte del Reino asumiendo un modo de vida alternativo y, muchas veces contracultural, que pone en el centro al Dios de la misericordia y de la inclusión.
La palabra de Jesús es la Palabra de Dios
Jesús no es un charlatán que mueve los sentimientos y emociones de la gente para que se unan a sus propuestas, ni un líder que mueve a la gente hacia un objetivo. Jesús invita a acoger el mensaje liberador y sanador de Dios.
Como Lucas nos había contado previamente en la escena de la sinagoga de Nazaret (Lc 4, 14-30), Jesús se siente enviado a una misión: encarnar lo que siglos antes el profeta Isaías había proclamado (Is 61,1-2). Para él las palabras del profeta ya no son solo una esperanza sino una realidad que se encarna en su actuar y en su modo de nombrar a Dios. Junto al lago de Genesaret la gente se agolpa para escucharlo porque su mensaje suena a buena noticia, ofrece esperanza y sentido y, sobre todo, porque anuncia a un Dios que no condena ni se rodea de los perfectos, sino que perdona y consuela, acoge y escucha, poniendo en el centro de sus preocupaciones a quienes sufren, son excluidos/as o invisibilizados/as.
Ni tan lejos ni tan cerca
Pedro y sus compañeros están afanados en el duro trabajo de repasar y guardar las redes después de una larga noche de pesca que había dado poco fruto. Ellos empatizaban con el mensaje de Jesús y seguramente lo escuchaban mientras faenaban, pero seguían muy ocupados en la ardua tarea de sobrevivir, de ganarse un pan precario para ellos y sus familias.
Jesús sabe y entiende sus preocupaciones, pero intuye que puede pedirles algo más. Se acerca y se sube a una de sus barcas para seguir enseñando. Con este gesto reclama toda su atención y les ofrece un sentido y un objetivo nuevo a sus vidas.
Escuchando a Jesús estos hombres van descubriendo que resignarse a lo que hay solo perpetua su fracaso y su impotencia. Volver a echar las redes y hacerlo más lejos de lo previsto es un acto de confianza que supone riesgo y audacia, pero les posibilita conseguir una pesca mejor. El milagro es posible poque confiaron, no tanto en los conocimientos pesqueros de Jesús sino en su palabra que los empujaba a un nuevo comienzo.
La pesca abundante les hizo caer en la cuenta de que no era suficiente escuchar a Jesús y vibrar con sus palabras había que comprometerse con su causa y construir comunidad junto a él. De eso se trataba la invitación a ser pescadores de hombres…
Arriesgarse a creer
Para Lucas este relato quiere ser una invitación al seguimiento. Pedro se presenta como figura paradigmática que encarna el proceso de hacerse discípulo/a e incorporarse a la nueva familia del Reino que Jesús propone.
Pedro inicialmente reconoce en Jesús un maestro que le ofrece un mensaje novedoso y desafiante pero sus expectativas no van más allá de lo que la vida le ofrece. Su encuentro con Jesús le había ilusionado y fortalecía sus esperanzas, pero no se planteaba cambios significativos.
Ese día en el lago todo cambia. La invitación de remar más adentro hace que se replantee sus pertenencias y deja de ser un oyente para convertirse en discípulo. Ahora, ya no se trata de mejorar su existencia sino de comprometerse en la transformación de la realidad para que la Buena Noticia de Jesús llegue a los confines del mundo. Para ello necesita dejar todo lo que lo ata a su pequeño espacio cotidiano y disponerse a seguir a Jesús. No solo por los caminos de Galilea sino hasta Jerusalén. No solo para ayudar en la misión sino para ser misión.
Confiar en Jesús y echar de nuevo las redes lo llenó de asombro, pero no fue eso lo que lo cambió. Lo que lo cambió fue descubrir, a través de ese hecho, quién era de verdad Jesús y qué suponía incorporarse a su misión.
Con circunstancias diferentes y ya lejos de los comienzos, los miembros de la comunidad lucana pueden encontrar en la figura de Pedro su propia experiencia y desde ahí discernir su camino de seguimiento y su implicación en la misión.
Descubrir a Pedro acogiendo la llamada de Jesús es, para ellos y ellas, un motivo de impulso para su propio proceso. Ellos y ellas también pueden escuchar a Jesús llamándolos/as a remar mar adentro, a no desfallecer en los intentos y seguir confiando en la Buena Noticia de Jesús en su propia realidad y en sus desafíos concretos.
Carme Soto Varela