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¿CUARESMA UN TIEMPO DE DESIERTO?

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Para llegar a tu verdadero ser, hay que atravesar tu propio desierto.
Libérate de todo lo que crees ser para llegar a lo que eres de verdad.
Mantente en el silencio, hasta que se derrumbe
el muro que te separa de ti mismo.
Fr. Marcos Rodríguez

En las tradiciones espirituales el desierto ha sido identificado siempre como un ámbito de silencio, meditación profunda y encuentro con el fondo mismo de nuestro ser. En su horizonte último, una posibilidad de encuentro con la Divinidad que nos habita. En nuestra sociedades y ciudades actuales es difícil desear o encontrar el desierto. Las dinámicas que vivimos nos han hecho crear la absoluta necesidad de vivir “conectados”, entendiendo por ello: vivir pendientes de la última noticia y colgados de cualquier acontecer sea importante o anodino. Necesitamos aturdirnos con el exterior, escuchar el interior nos asusta. Esa conexión permanente no nos da tregua y el mundo en su desorden y en su caos se nos mete al corazón mismo de nuestro diario vivir.

Como ya no vivimos en el paradigma de “la cristiandad” los tiempos litúrgicos que marcan nuestros años, son significativos exclusivamente para quienes deseamos vivir en onda de Jesús de Nazaret. En este sentido creo que una forma actual de vivir la cuaresma es tratar de encontrar, aunque sea en ratos perdidos, un desierto, en la mitad de nuestras agitadas ciudades. Un cronotopo que nos permita, precisamente, entender, asimilar y profundizar en ese raudal de noticias que día a día nos invade.

Ese desierto nos ayudaría a entendernos mejor, a serenarnos cuando sea necesario, a comprender más a fondo las dinámicas del mal que nos habitan y los destellos de luz que nos jalonan hacia el lado del hermano. Nos ayudaría también a desechar en cada uno de nosotros y nosotras las grandes tentaciones que nos llegan y llaman: tentaciones que no tienen principio ni tendrán fin. Y desde ese desierto podríamos reemprender los caminos de una nueva praxis que genere nuestro aporte, aunque mínimo, en la construcción de un mundo más humano, más habitable, más sororo-fraterno.

Definitivamente el evangelio nos pide mucho más que cumplir con rituales o mandatos formales… el evangelio nos ofrece una Buena Noticia, que sólo lo será si los y las creyentes la hacemos realidad cada minuto en nuestra vida, cada momento en nuestro andar, cada relación o quehacer que emprendamos. El tejido social lo construimos la humanidad entera y si nuestro aporte a ese tejido social lo hace mejor, el mundo caminará hacia corredores cualitativamente diferentes: habitados por flores y no por espinas. Un tiempo largo o momentos perdidos de desierto se pueden convertir en motor, herramienta y apoyo para ello. Nuestras atafagadas ciudades claman por un desierto.

Salir y entrar de la Cuaresma no es ponernos la ceniza al principio y cantar al final “Resucitó” … es visitar de una manera diferente y en reposo nuestro mundo interior, nuestras relaciones, nuestras prácticas sociales… y conseguir en ellas un cambio, una metanoia que nos sitúe en el corazón mismo del Evangelio. Si algo puede rescatar hoy al mundo, de los males sociales, económicos, políticos y éticos en que se encuentra es el mensaje evangélico; la Palabra y la Persona de Jesús que roturan caminos vírgenes.

Vivamos una Cuaresma 2025, diferente. Llena de vida y de sentido. Una Cuaresma que nos traiga retos.

 

Carmiña Navia Velasco

Cali, Marzo 2025

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