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Libro de la biblia

* Cita biblica

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Fecha de Creación (Inicio - Fin)

-

DISTINGUIENDO CONTENIDO Y FORMA

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Lc 24, 46-53

Lucas termina la primera parte de su relato –el evangelio; la segunda será el Libro de los Hechos- con una composición típicamente suya, en la que trata de dar sentido a lo sucedido con Jesús, a la vez que introduce el tema de la misión universal.

La universalidad de la que aquí se habla –"todos los pueblos"- tardó bastante tiempo en ser reconocida por la primera comunidad cristiana. Basta leer el propio Libro de los Hechos o las Cartas de Pablo para caer en la cuenta de que esa apertura universalista resultó lenta, costosa y complicada.

Retrotrayéndose en el tiempo, Lucas la coloca como si hubiera salido así de los labios de Jesús..., pero lo hace cincuenta años después. Por otro lado, sitúa el comienzo de la misma en Jerusalén, la ciudad que –al contrario de Marcos, para quien el Resucitado los "precede en Galilea"- constituye, con el templo, el centro de toda la visión lucana.

Encabeza su texto recurriendo a una fórmula técnica, para referirse a la muerte-resurrección de Jesús: "Así estaba escrito", que nos recuerda aquella otra: "Era necesario". Se trata de expresiones acuñadas también después de que ocurrieran los hechos, por lo que no tiene sentido entenderlas como si refirieran el cumplimiento de un vaticinio previo.

En la apretada síntesis que constituyen estas líneas, tras dar sentido a lo ocurrido, el autor se refiere a los portadores de la misión como "testigos" que, gracias a la fuerza del Espíritu, van a ser revestidos de la fuerza divina (= "de lo alto"). Y acaba con una escueta referencia a la bendición por parte de Jesús, a su despedida en forma de ascensión, y a la alegría que deja en los discípulos.

Lucas es el único autor que describe la ascensión, ofreciendo dos versiones distintas de la misma. En el Libro de los Hechos, la narra de esta manera:

"Después de decir esto, lo vieron elevarse, hasta que una nube lo ocultó de su vista. Mientras estaban mirando atentamente al cielo viendo cómo se marchaba, se acercaron dos hombres con vestidos blancos y les dijeron: «Galileos, ¿por qué seguís mirando al cielo? Este Jesús que acaba de subir de vuestro lado al cielo, vendrá como lo habéis visto marcharse»" (Hech 1,9-11).

No sólo eso. Lucas sitúa el "hecho" de la ascensión, en dos fechas diferentes: según su evangelio, ocurre el mismo día de la resurrección; en el Libro de los Hechos, tiene lugar cuarenta días después (Hech 1,3). ¿Qué significan todas estas "variantes"?

Todo tiene un porqué. Al lector avisado se le ofrece una primera pista: el relato de la ascensión, como tal, es sólo una "forma literaria", a través de la cual Lucas quiere transmitir un "contenido". Hasta tal punto es sólo una forma, que el autor ni siquiera se toma el trabajo de hacer que concuerden sus dos relatos. La causa de su diferencia habrá que buscarla en el diferente objetivo que se plantea en cada caso.

En el evangelio, pareciera como si Lucas quisiera sintetizar todo lo relativo a la resurrección-exaltación (ascensión), junto con los relatos de apariciones del resucitado, en el mismo día. En los Hechos, por el contrario, le interesa subrayar que Jesús estuvo con ellos "durante cuarenta días", probablemente como un modo de indicar que los apóstoles habían recibido la formación necesaria para llevar a cabo la misión. ("Cuarenta días" con el maestro era el tiempo que el discípulo necesitaba para alcanzar la preparación adecuada).

Lo que esto nos pone de relieve –frente a cualquier tipo de "literalismo bíblico", presente también en no pocos círculos eclesiales- es la libertad de los escritores sagrados, que saben distinguir perfectamente el contenido que quieren transmitir de los modos que usan para hacerlo.

Gracias a esa distinción, podemos también nosotros captar el mensaje que se nos trasmite, separándolo de una forma que es meramente simbólica. En la cosmovisión premoderna que, a partir de una división tripartita de la realidad, imaginaba a Dios habitando en el cielo –literalmente, por encima de la bóveda celeste-, la "ascensión" no significaba otra cosa que ser introducido en la vida divina o, en otro lenguaje característico de aquella misma cosmovisión, "sentarse a la derecha de Dios".

De hecho, los relatos sobre personajes que "ascienden" a los cielos no son exclusivos del judaísmo. Rómulo, Heracles, Apolonio de Tiana, entre otros, fueron también "ascendidos al cielo", según la literatura helenista que buscaba divinizarlos.

Celebrar la ascensión de Jesús no significa, para los cristianos, algo diferente a celebrar su resurrección. Son sólo diferentes nombres para referirse a la misma realidad: que, al morir, tanto Jesús como nosotros, somos introducidos a la Vida de Dios.

Precisamente porque todo sucede en ese mismo instante, los otros evangelistas no sienten la necesidad de hablar específicamente de una "ascensión" posterior. Si Lucas lo hace, es sólo por su interés en escenificar, todavía más, la victoria sobre la muerte.

En cualquier caso, desde una perspectiva transpersonal y no-dual, la "ascensión" ocurre cada vez que, viniendo al Presente, trascendemos los límites temporales y nos experimentamos ser-en-Dios. En esos momentos, nos alcanza la Plenitud y saboreamos la Alegría.

 

Nota

Frente a la libertad de que hacen gala los evangelistas, no pocos de sus lectores siguen aferrados a la literalidad de los textos. Como en el comentario se ha hecho alusión al "literalismo bíblico", me ha parecido oportuno incluir, en un anexo, el siguiente texto que circula por Internet, y que lleva hasta el extremo los riesgos de cualquier lectura literalista. No sólo porque no hace justicia a los autores, sino por el integrismo religioso a que puede dar lugar.

Esto me parece aplicable tanto al cristianismo –que en este campo ha evolucionado mucho, a partir sobre todo del Concilio Vaticano II-, como al judaísmo y al Islam. Creyentes de cualquiera de estas religiones no deberíamos olvidar nunca que los "libros sagrados" –sea el Evangelio, la Toráh o el Corán- son, a la vez, "Palabra de Dios"... y palabra humana.

Como todo lo humano, son inevitablemente situados, es decir, relativos a un tiempo y a un espacio determinado. Olvidar esto no conduce sino al fanatismo insensato, tomando como "Palabra de Dios eterna e inmutable" lo que sólo es una costumbre propia de un momento histórico determinado.

 

ANEXO:
DE CÓMO EL LITERALISMO BÍBLICO
CONDUCE AL FUNDAMENTALISMO RELIGIOSO

Laura Schlessinger es una conocida locutora de radio de los Estados Unidos que tiene un programa en el que da consejos en directo a los oyentes que llaman por teléfono.

Recientemente saltó la polémica cuando la presentadora atacó a los homosexuales. Dijo que la homosexualidad es una abominación, ya que así lo indica la Biblia en el Levítico 18:22, y por tanto no puede ser consentida bajo ninguna circunstancia.

Lo que a continuación se transcribe es una carta abierta dirigida a la Dra. Laura, escrita por un residente en los Estados Unidos, que ha sido hecha pública en Internet:

"Querida Dra. Laura:

Gracias por dedicar tantos esfuerzos a educar a la gente en la Ley de Dios. Yo mismo he aprendido muchísimo de su programa de radio e intento compartir mis conocimientos con todas las personas con las que me es posible. Por ejemplo, cuando alguien intenta defender el estilo de vida homosexual, me limito tan sólo a recordarle que el Levítico, en el capítulo 18:22, establece claramente que la homosexualidad es una abominación. Punto final.

De todas formas, necesito algún consejo adicional de su parte respecto a algunas otras leyes bíblicas en concreto y cómo cumplirlas:

1. Me gustaría vender a mi hija como esclava, tal y como indica el Éxodo, 21:7. En los tiempos que vivimos, ¿qué precio piensa que sería el más adecuado?

2. El Levítico 25:44 establece que puedo poseer esclavos, tanto varones como hembras, mientras sean adquiridos en naciones vecinas. Un amigo mío asegura que esto es aplicable a los mejicanos, pero no a los canadienses. ¿Me podría aclarar este punto? ¿Por qué no puedo poseer canadienses?

3. Sé que no estoy autorizado a tener contacto con ninguna mujer mientras esté en su período de impureza menstrual (Lev 15:19-24). El problema que se me plantea es el siguiente: ¿cómo puedo saber si lo están o no? He intentado preguntarlo, pero bastantes mujeres se sienten ofendidas.

4. Tengo un vecino que insiste en trabajar el día sábado. Éxodo 35:2 establece, sin lugar a dudas, que ha de recibir la pena de muerte. ¿Estoy moralmente obligado a matarlo yo mismo? ¿Me podría solucionar usted este tema de alguna manera?

5. En el Levítico 21:20, se establece que uno no puede acercarse al altar de Dios si tiene un defecto en la vista. He de confesar que necesito gafas para leer. ¿Mi agudeza visual tiene que ser del 100%? ¿Se puede relajar un poco esta condición?

6. La mayoría de mis amigos (varones) llevan el pelo arreglado y bien cortado, incluso en la zona de las sienes, a pesar de que esto está expresamente prohibido por el Levítico 19:27. ¿Cómo han de morir?

7. Sé, gracias al Levítico 11:7-8, que tocar la piel de un cerdo muerto me convierte en impuro. Aun así, ¿puedo continuar jugando al fútbol si me pongo guantes?

8. Mi tío tiene una granja. Incumple lo que se dice en el Levítico 19:19, ya que planta dos cultivos distintos en el mismo campo; y también lo incumple su mujer, ya que lleva prendas hechas de dos tipos de tejido diferentes (algodón y poliéster). Él, además, se pasa el día maldiciendo y blasfemando. ¿Es realmente necesario llevar a cabo el engorroso procedimiento de reunir a todos los habitantes del pueblo para lapidarlos? (Lev 24:10-16). ¿No podríamos sencillamente quemarlos vivos en una reunión familiar privada, como se hace con la gente que duerme con sus parientes políticos? (Lev 20:14).

Sé que usted ha estudiado estos asuntos con gran profundidad, así que confío plenamente en su ayuda.

Gracias de nuevo por recordarnos que la palabra de Dios es eterna e inmutable".

 

Enrique Martínez Lozano

www.enriquemartinezlozano.com

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