REYES 19, 16b y 19-21 / GÁLATAS 5, 1 y 13-18
José Enrique GalarretaDomingo 13 del Tiempo Ordinario
Hoy es un buen domingo para darnos cuenta de que la elección de las lecturas no siempre es coherente, ni siquiera acertada. Es claro que la segunda lectura no tiene apenas relación con las otras dos (desde el domingo 9º al 16º vamos leyendo la carta a los Gálatas). Por otra parte, la primera lectura tiene un final parecido al del evangelio, aunque su semejanza es tan superficial que apenas aporta nada.
REYES 19, 16b y 19-21
En aquellos días, el Señor dijo a Elías:
- Unge como profeta sucesor a Eliseo, hijo de Safat, natural de Abel-Mejolá.
Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando, con doce yuntas en fila, y él llevaba la última. Elías pasó a su lado y le echó encima su manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió:
- Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo.
Elías contestó:
- Ve y vuelve, ¿quién te lo impide?
Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los mató, hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente. Luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a sus órdenes.
Los dos libros que hoy llamamos de los Reyes constituían en principio uno solo. Lo escribe la Escuela Deuteronómica, en una primera edición hacia el año 600 y en una versión definitiva hacia el año 560, en pleno Exilio en Babilonia.
Contiene la narración de la historia del pueblo (más bien de sus reyes) desde la muerte de David hasta el destierro de Babilonia. Su intención fundamental es confirmar la tesis del Deuteronomio: si el pueblo es fiel a Dios, Dios le protegerá: si es infiel y quebranta la alianza, Dios le castigará.
Se intenta por tanto explicar el Destierro como acción de Dios que castiga la infidelidad del Pueblo, aunque no lo destruye.
En este proceso juegan un papel muy importante los Profetas, hombres de Dios que, con sus palabras y sus signos, despiertan constantemente en el pueblo la conciencia religiosa, le amonestan por sus infidelidades, le recuerdan la Alianza con El Señor.
El Profeta más importante de estos libros es Elías, que lucha constantemente contra la idolatría y la degeneración de las costumbres, especialmente en el reino del Norte, Israel. En el texto de hoy vemos cómo se prepara "la sucesión" de Elías, adoptando, por orden del Señor, a Eliseo como su continuador. El texto está atraído por el tema del Evangelio, si bien existen entre ambos textos diferencias muy significativas.
GÁLATAS 5, 1 y 13-18
Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la ley se concentra en esta frase: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Pero, atención, que si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente. Yo os lo digo: andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal, que no hacéis lo que quisierais. Pero, si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley.
Nos encontramos hoy con una de las más brillantes expresiones de Pablo, de las que muestran la novedad de la Noticia de Jesús, expresión - además - de un tema básico en la religiosidad y en el conocimiento de Dios: Dios es el libertador, Jesús viene a liberar, la vida cristiana es liberación.
La carta a los cristianos de Galacia parece escrita en Éfeso, hacia el año 57. Las comunidades de Galacia, en Asia Menor, estaban formadas mayoritariamente por paganos convertidos al cristianismo. Pero grupos de judíos sembraban en ellas la inquietud proclamando que los convertidos al cristianismo estaban obligados a someterse a la Ley de Moisés. Es el mismo tema que se presenta al principio de los Hechos de los Apóstoles, la gran pelea de Pablo y los judaizantes.
Pablo les escribe una carta defendiendo la libertad ante la Ley. Pero de este tema concreto nos elevamos a la tesis más general: la libertad cristiana ante la ley concreta, si se vive en el Espíritu, en la Ley del Amor que hace inútiles todas las leyes, porque va mucho más allá de lo prescrito.
José Enrique Galarreta, S.J