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Nuevo Presidente de Paraguay
fragmentos de entrevistas


En 2007 Fernando Lugo asistió al "VI Encuentro Hemisférico de lucha contra los Tratados de Libre Comercio", invitado por el Centro Memorial Martin Luther King (CMLK) de Cuba.

La periodista Idania Trujillo le hizo una entrevista.

 

"A finales de 2006 usted dijo "mi gran catedral a partir de hoy será todo un país". ¿Serán esa catedral y ese país con que sueña posibles de alcanzar?"

Quizás es un poco ambicioso, ¿verdad? Tratar de convertir todo el país en una catedral. Lo que quise decir, de manera metafórica, es que a partir de ahora me dedico al país. Hasta ahora estuve en una catedral enseñando, compartiendo, sufriendo, construyendo. Hoy me pongo a disposición de la ciudadanía y de todos los ciudadanos de Paraguay para construir desde la política esa nación que nos merecemos todos los paraguayos, una nación más justa, más fraterna.

Al mismo tiempo, un país con más equidad social, una nación reconciliada, donde la justicia no sea sólo un objeto de lujo para algunas personas pudientes, sino para todas y todos por igual. Entonces la catedral tiene esa imagen de acoger a todos. Ahí entran los pobres, los ricos, los de izquierda, los de derecha. Y para construir esa catedral hay que partir de considerar a todas y todos los paraguayos por igual.


Lo veo, perdóneme el atrevimiento, como un "hereje" en el sentido en que se ha enfrentado al dogma de la Iglesia Católica, ¿qué consecuencias le ha traído esa herejía?

Tu pregunta me hace recordar un libro que he presentado hace poco que se llama "La herejía de seguir a Jesús", donde se recoge la experiencia de las Ligas Agrarias Cristianas de Paraguay, una experiencia de vida en comunidad. Esos campesinos fueron acusados de comunistas por el gobierno de Alfredo Stroessner, fueron masacrados, muchos asesinados, otros tuvieron que exiliarse, sufrieron prisión, tortura; es decir, pagaron en carne propia el ser "herejes", seguir a Jesús como una herejía, seguir con radicalidad la experiencia de Jesús de Nazaret.

Desde el punto de vista doctrinal, lo que muchas veces la Iglesia Católica acentúa, la experiencia de seguimiento, el testimonio de compromiso, se aleja de lo que es meramente doctrinal. Por eso creo que la "herejía" de seguir a Jesús en ese libro nos muestra con claridad que Jesús, ante todo, es un camino a seguir, es una huella a construir y es, sobre todo, una verdad a descubrir. Por eso he recibido la incomprensión, la crítica, a veces amarga, de gente cercana a la Iglesia que no sabe que la experiencia cristiana pasa por encima de lo doctrinal, que pasa por todas las experiencias humanas.


¿Considera que ha muerto, está vencida o no tiene ya nada que decir la Teología de la Liberación en este continente frente a los nuevos desafíos de la fe y la realidad, y frente a los nuevos sujetos que han emergido?

La Teología de la Liberación sigue vigente. Siempre recuerdo la carta que escribió Juan Pablo II a los obispos brasileños donde les decía que la Teología de la Liberación forma parte del patrimonio, de la historia teológica de la Iglesia Católica. Ha sido una fuente de inspiración en Asia, África, Europa y, también, en América Latina.

Si bien con ese título no tenemos hoy grandes ediciones teológicas, en todos estos años se fueron formando grupos de teólogos que la han ido renovando. Por otro lado, han ido apareciendo nuevas teologías emergentes en el continente como la teología de la mujer, el género, la teología negra, la ecológica, la étnica, la medioambiental. Es decir, esa teología liberadora se reencarnó en ejes temáticos teológicos que han resurgido con mucha fuerza, sobre todo, con el sentido de seguir iluminando la experiencia cristiana en las Comunidades Eclesiales de Base.

 

¿Qué significa ser cristiano y ecuménico hoy?

El ser cristiano lo tomo siempre con mucha simplicidad porque para mi es poder emular, seguir las huellas de Cristo en el contexto, el ambiente, la cultura y la sociedad en que uno vive.

Cualquier persona, en cualquier parte del mundo que diga, haga y viva como vivió Cristo, seguirá la misma suerte, la suerte de ser calumniado, apresado, torturado y muerto fuera de la ciudad, fuera de los límites de la ciudad. Creo que eso es un signo de fidelidad. La persecución es un signo de fidelidad como decía San Agustín.

De alguna manera he sentido esa incomprensión, esas calumnias, esas amenazas. Sin embargo, todo eso a quienes tenemos la fe puesta en Cristo, nos fortalece y nos impulsa a sobreponernos a las dificultades de la vida humana.

Nadie tiene el monopolio de Jesús de Nazaret, nadie tiene el monopolio de Dios. Por eso creo que hoy día es mucho más necesario un sano ecumenismo con todas las iglesias que siguen a Cristo y con aquellas que no lo siguen también para poder buscar, como decía Jesús, el Dios cósmico que nos une y nos ampara a todos. Y bajo el nombre de Dios poder construir una humanidad mucho más fraterna.

 

¿Dónde cree que está hoy la posibilidad de construir un nuevo poder, acaso en el cielo, en lo global, en la comunidad, o en qué otro lugar?

Muchas veces los políticos usurpan el poder o se aferran a él. Creo sinceramente que el poder es un proceso de construcción.

Nosotros, como la Teología de la Liberación, hemos optado por el método de construir ese poder a partir de esa realidad sangrante, desafiante, de pobreza, de miseria, de exclusión que viven nuestros pueblos. Y ese poder se construye desde abajo.

El verdadero, el auténtico, el genuino cambio viene desde abajo, viene desde dentro; y no desde afuera y desde arriba. El poder se construye desde la gente más sencilla que se unen por sus reivindicaciones y también en sus grandes proyectos e ideales políticos.

En varias ocasiones a lo largo del 2007, Heinz Dieterich entrevistó en México a Fernando Lugo. Seleccionamos los párrafos que siguen.

 

¿Cómo te ha formado la experiencia con el pueblo en la campaña electoral?

Yo creo que el país ha crecido en conciencia y hoy podemos decir, que es un pueblo que tiene propuestas concretas para salir y poder superar las dificultades. Y eso para mi ha sido de gran alegría, porque un político en Paraguay nunca ha ido a preguntar a la ciudadanía, ni de sus necesidades y menos aún de sus propuestas. Hay que darle la oportunidad de ser sujeto transformador de la historia y de la creación de la nueva sociedad a esta masa electoral, que tiene un rostro, un nombre, es una persona y quiere ser sujeto de transformación.

 

En Bolivia, Venezuela y Ecuador hay o ha habido Asambleas Constituyentes después del triunfo del Presidente. ¿Tú piensas en algo semejante?

Es necesario. En Paraguay hay instituciones creadas en la última Constituyente, que formuló la Constitución del año 92, que después de 15 años vemos que no funcionan. Yo creo que es necesaria una reforma constitucional. Yo creo que también es una necesidad imperiosa de las grandes mayorías reformular nuestra Constitución, porque esto también pueda ayudar a redefinir el modelo de país donde queramos vivir.

 

¿Tú utilizarías el termino Socialismo del Siglo XXI en el Paraguay o piensas que no conviene?

Hasta ahora yo creo que estratégicamente no pega en la cultura paraguaya. Nosotros en el movimiento Tejojoyá no decimos que somos socialistas, pero que tenemos una inspiración socialista. Y solamente decir esto crea bastante roncha.

El 17 de abril de 2008, la periodista Angela Noción, de Sodepaz le preguntó:

 

¿Qué definición política hace de si mismo? ¿Progresista? ¿Socialista?

Me gusta definirme como un ciudadano que ama profundamente su patria y su gente y que ha tomado importantes decisiones personales para contribuir a la salvación nacional.

Lucharemos por liberar a Paraguay del subdesarrollo y por liberar a su pueblo del sufrimiento de muchos decenios. Desde este punto de vista soy un progresista.

Pero no me asusta la palabra socialista. Antepongo los intereses de la sociedad a los individuales. Creo que donde no llega el capital privado o donde el capital privado pretende imponer su poder, debe hacerse sentir la 'presencia del Estado. Es función del Estado proteger a los trabajadores


Entre 1978 y 1982 estuvo en la provincia de Bolívar, Ecuador.

Trabajé con monseñor Leonidas Proaño, a quien considero como "mi maestro". Me ayudó muchísimo a desarrollar la sensibilidad y compromiso social, somos caras de una misma moneda.

Ecuador marcó profundamente mi vida, influyó de manera directa en mi formación ideológica y visión social, creo que si no hubiese pasado por Ecuador no hubiera sido lo que soy. Me impresionó su pueblo, su gente, sus contrastes socioeconómicos. A Ecuador le debo todo.

 

Agencia de Noticias Prensa Ecuménica

Montevideo. Uruguay

www.ecupres.com.ar

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