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INTRODUCCIÓN AL EVANGELIO DE JUAN

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JUAN EN LA LITURGIA

Sabemos que, en las eucaristías dominicales, las lecturas están distribuidas en tres ciclos: A,B,C. En cada ciclo hay un evangelio predominante: Mateo, Marcos, Lucas, respectivamente. El evangelio de Juan se introduce en determinados días de cada ciclo, que son principalmente la Cuaresma, el Tiempo Pascual y algunos domingos de agosto. También puede aparecer en algún domingo de Adviento.


DOS PUNTOS PRINCIPALES

Este evangelio fue escrito más tarde que los sinópticos, a finales del siglo primero, y es distinto de ellos. Partiendo de hechos concretos, nos presenta grandes discursos y discusiones puestas en boca de Jesús, que son contenidos teológicos de Juan. Por eso es más teológico y menos histórico que los sinópticos.

Sin embargo, en muchos detalles -como ciertas fechas, descripción del templo, diversos conflictos, cronología de algunos hechos- tiene gran valor histórico.

Apenas habla de los problemas del tiempo de Jesús en el mundo judío, como los sinópticos, sino que responde a las tensiones internas de su comunidad y a dificultades de sus miembros.

Las dificultades eran sobre todo dos:

· la oposición de los judíos, que negaban que Jesús fuera el Mesías.;
· la corriente gnóstica (= los poseedores del conocimiento perfecto), de influencia platónica, que negaba la humanidad de Jesús.

Los judíos acabaron echando a los cristianos de sus sinagogas, como pone el evangelio en forma de anuncio (16,2), después de haber ocurrido los hechos. Esta expulsión implicaba su marginación allá donde dominaban los judíos.

Con este suceso, algunos abandonaron la comunidad cristiana; otros se apartaron del mundo en comunidades cerradas. De ahí la oración de Jesús: No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal (17,15); y también la referencia al encierro de los discípulos en la tarde de Pascua (20,19).

Contra los judíos, este evangelio insiste en que Jesús es el Mesías; más aún, el Hijo de Dios.

Para resaltar la divinidad de Jesús, utiliza recursos especiales:

· por ejemplo, la fórmula 'Yo soy', que sale varias veces, nos recuerda la definición dada por Dios a Moisés (Ex 3,14);
· la repetida afirmación de que Jesús leía el interior;
· la estrecha unión de Jesús con el Padre, hasta llegar a decir: "Quien me ve a mí ve al Padre" (14,9);
· la dedicación absoluta de Jesús a la voluntad de su Padre (4,34; 7,16; 8,26; 12,49-50);
· la soberanía que muestra en todo momento, por encima de los acontecimientos, sobre todo en la pasión, que parece un paseo triunfal, aunque doloroso, más que una derrota.

Todas estas comunicaciones están referidas al Resucitado más que a su vida terrena.

Es, pues, un evangelio más espiritual que los otros. Pero al mismo tiempo acentúa la encarnación y la humanidad de Jesús más que ninguno, para combatir a los gnósticos.

Bajo la influencia del platonismo, que menospreciaba lo material y también el cuerpo humano, los gnósticos decían que el cuerpo de Jesús era sólo aparente. Por ello se les llama docetas, y a su doctrina, docetismo, palabras que significan apariencia. Juan combate fuertemente a los gnósticos.

Este evangelio acentúa la humanidad de Jesús en distintos lugares.

· En el primer capítulo dice: "El Verbo se hizo carne" (1,14), es decir: ser humano, y ser humano débil, que es el significado verdadero de la palabra griega correspondiente.
· En el capítulo de la eucaristía (6) habla crudamente de comer la carne y beber la sangre de Jesús.
· En la primera carta de Juan (4,2-3), que es del mismo círculo juaneo, dice expresamente: "Todo el que confiese a Jesucristo venido en carne mortal es de Dios; el que no lo confiese, no es de Dios, sino que es el anti-cristo".

Por acentuar la humanidad de Jesús, destaca también el amor a los hermanos como distintivo principal de los cristianos:

· "Conocerán que ustedes son mis discípulos en que se aman unos a otros" (Jn 13,35);
· en 1Jn, exige un amor práctico a los necesitados (3,16-18).

Esos dos puntos –divinidad y humanidad de Jesús- más la fe son los más importantes de este evangelio. Pero hay otros que merecen destacarse. A continuación señalamos cinco de ellos.

 

OTROS CUATRO PUNTOS

Su postura frente al mundo va cambiando.

· Al principio es positiva y optimista, cuando dice una de las frases más importantes de toda la Biblia: "Tanto amó Dios al mundo, que le envió a su Hijo Único, no para condenarlo, sino para salvarlo".
· Después, adopta una postura más negativa, como en:

15,18 ss: Cuando el mundo os odie, tened presente que primero me ha odiado a mí. 19 Si pertenecierais al mundo, el mundo os querría como a cosa suya, pero como no pertenecéis al mundo, sino que al elegiros yo os saqué del mundo, por eso el mundo os odia. 20 Acordaos del dicho que yo mismo os cité: «No es un siervo más que su señor».

o 17,9: Yo te ruego por ellos; no te ruego por el mundo, sino por los que me has entregado, porque son tuyos)

Es de una gran dureza contra los fariseos y líderes judíos, dureza que refleja la confrontación de la comunidad de Juan con ellos.

Ver, por ejemplo, las discusiones con ellos en los capítulos 7-8-9.

Y como a veces emplea sólo la palabra judíos sin especificar más, puede dar la impresión de antijudaísmo.

En el relato de la pasión suaviza las culpas de los Romanos y carga las de los judíos en general. Si hubiera distinguido entre los líderes y el pueblo, hubiera quedado más equilibrado este punto.

El Espíritu Santo ocupa un lugar importante en este evangelio (capítulos 14-16 y 20,21-23).

Jesús Resucitado nos comunica su Espíritu. Este nos aclara y completa la revelación de Jesús, nos da fuerza para seguirle y nos conduce a la misión en el mundo.

Con el Espíritu Santo se vislumbra el misterio trinitario, que habita en nosotros y nosotros en él. Este punto le da un tono muy profundo a este evangelio.

Juega mucho con algunas palabras claves como: muerte-vida, luz-oscuridad, vista-ceguera, verdad-mentira, etc. Ello le hace muy simbólico; de tal forma que, debajo de lo que narra, hay siempre un segundo plano, más profundo.

Y Jesús suele aparecer en los dos planos: como muy humano (con los sentimientos y limitaciones humanas) y a la vez como quien está encima de todo, consciente de su misión, dueño de la situación en los peores momentos, por ejemplo en este relato de la pasión.

Juan superpone el Jesús humano e histórico, que no sabía y no podía, y el Jesús resucitado, que es a quien él destaca para pedir la fe.

Es comprensible que a veces los interlocutores no entiendan, porque el evangelista salta de un plano a otro. Veamos dos ejemplos.

· En la expulsión de los vendedores del templo (2,13-22) Jesús se refiere a su cuerpo –nuevo templo-, pero habla del templo; los judíos, como es natural, no le entienden; y nosotros tampoco entenderíamos, si el evangelista no nos lo dijera expresamente (V.21).
· En el relato de la Samaritana (4,5-42), Jesús habla del agua viva, que es él mismo, y la Samaritana entiende el agua del pozo; si el evangelista no lo aclarara, no entenderíamos tampoco nosotros.

Precisamente este relato de la Samaritana puede ser una especie de síntesis de la profunda interrogación y reflexión que hace este evangelio sobre el misterio de Jesús.

En él, Jesús aparece como Señor, Profeta, Mesías, Salvador, y finalmente Hijo de Dios por su unión con el Padre. De ahí nace la insistencia de este evangelio en la fe. Sus duras confrontaciones con los judíos son combates por la fe en Jesús. Todos los relatos y discusiones acaban centrados en la fe y el amor a Jesús.

 

Patxi Loidi

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