EL EVANGELIO NO "SACRALIZA" NINGÚN MODELO DE FAMILIA / AÑO NUEVO Y MARÍA MADRE
Fray MarcosLc 2, 41-52 / Lc 2, 16-21
EL EVANGELIO NO "SACRALIZA" NINGÚN MODELO DE FAMILIA
CONTEXTO histórico
Vamos a hacer un pequeño análisis de lo que era la familia en tiempo de Jesús. Solo así estaremos en condiciones de comprender lo que nos dice el evangelio. En aquel tiempo no existía la familia nuclear, formada por el padre la madre y los hijos. En su lugar encontramos el clan o familia patriarcal. El control absoluto pertenecía al varón más anciano. Todos los demás miembros: hijos, hermanos, tíos, primos, esclavos formaban una unidad sociológica. Este modelo ha persistido en toda el área mediterránea durante miles de años. Cuando un miembro varón se casaba, la esposa entraba a formar parte de su familia, olvidándose de la suya propia. La ceremonia principal de la boda consistía en conducir a la novia desde la casa de su padre a la casa del novio (aquí "casa" tiene el significado de clan).
Todos los miembros de la familia, formaban una unidad de producción y de consumo. Pero la riqueza básica del clan era el honor. Sus miembros estaban obligados a mantenerlo por encima de todo. La vergüenza de un miembro era la vergüenza de toda la familia. Por eso el deber primero de todos y de cada uno, era mantener el estatus social limpio de toda sospecha. No era sólo una cuestión social, sino también económica. Las relaciones económicas eran inconcebibles al margen de la honorabilidad y el prestigio familiar. Era vital para el clan que ningún miembro se desmandara y malograra el bienestar de toda la familia. Esto no quiere decir que no tuvieran los esposos relaciones especiales entre ellos y con los hijos. Incluso podían tener su casa propia, pero nunca gozaban de independencia.
Esta perspectiva nos permite comprender mejor algunos episodios de los evangelios. El que acabamos de leer es un ejemplo. Desde la idea de una familia formada por José, María y Jesús, es incomprensible que se volvieran de Jerusalén sin darse cuenta de que faltaba Jesús. Si todo el clan (treinta – cincuenta personas) sube a Jerusalén, como familia, los varones estarían juntos, las mujeres también y los jóvenes andarían por su lado, sin preocuparse demasiado los unos de los otros, porque la seguridad la daba el grupo.
Otros pasajes también se explican mejor desde esta perspectiva: (Mc 3, 20-21) "Al enterarse 'los suyos' se pusieron en comino para echarle mano, pues decían que había perdido el juicio". Lo que pretendía su familia era impedir que siguiera por el camino que había emprendido. Trataban de evitar una catástrofe, para él y para todo el clan. El tiempo les dio la razón.
Un poco más adelante (Mc 3, 31-34): "Una mejer dice a Jesús: tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan. Jesús contestó: Y ¿quiénes son mi madre y mis hermanos? De una manera clara se nos está diciendo que para llevar a cabo su obra, Jesús tuvo que romper con su clan, lo cual no supone para nada que rompiera con sus padres. Este episodio lo recoge también (Mt 12, 46-50) y (Lc 8,19-21).
Hay otro aspecto que también se explica mejor desde este contexto. La costumbre de casarse muy jóvenes (las mujeres a los 12 -13 años y los hombres a los 13-14). Era vital adelantar la boda, porque a los cuarenta eran ya ancianos. En el ambiente que tenían que vivir, no era tan grave la inexperiencia de los recién casados, porque seguían bajo la tutela del clan. También la responsabilidad de criar y educar a los hijos era tarea colectiva, sobre todo de las mujeres.
Jesús no se sometió a ese control porque le hubiera impedido desarrollar su misión. Fijaros el ridículo que hacemos cuando en nombre de Jesús, predicamos una obediencia ciega, es decir, irracional, a personas o instituciones. Cuando creemos que el signo de una gran espiritualidad, es someter la voluntad a otra persona, dejamos de ser nosotros mismos. La explicación que acabo de dar, pretende armonizar la responsabilidad de Jesús con su misión y el cariño entrañable que tuvo que sentir, sobre todo por su madre.
El relato evangélico que acabamos de leer, está escrito ochenta años después de los hechos; por lo tanto no tiene garantías de historicidad. Sin embargo, es muy rico en enseñanzas teológicas. No hay nada de sobrenatural ni de extraordinario en lo narrado. Se trata de un episodio que revela un Jesús que empieza a tomar contacto con la realidad desde su propia perspectiva. Justo a los doce años empezaban a ser personas, a tomar sus propias decisiones y a ser responsables de sus propios actos.
Sentado en medio de los doctores. Los doctores no tienen ningún inconveniente en admitirle en el "foro de debate". Tiene ya su propio criterio y lo manifiesta. Sus padres no entienden nada. No es difícil imaginar que sus padres no lo comprendieran. La verdad es que fue, para casi todos los que le conocieron incomprensible la calidad humana del que se llamaría a sí mismo hijo de hombre.
Lucas está preparando lo que va a significar toda la vida pública, adelantando una postura que no es de niño, sino de persona responsable y autónoma. Sigue el texto diciendo: siguió bajo su autoridad, pero ya ha dejado claro que su misión va más allá de los intereses de su clan.
La última referencia es también un aldabonazo a nuestro empeño en hacerle Dios antes de tiempo. Dice el texto que Jesús crecía en estatura en sabiduría y en gracia ante Dios y los hombres.
Debemos buscar la ejemplaridad de la familia de Nazaret donde realmente está, huyendo de toda idealización que lo único que consigue es meternos en un ambiente irreal que no conduce a ninguna parte. Sus relaciones, aunque se hayan desarrollado en un marco familiar distinto del nuestro, pueden servirnos como ejemplo a nosotros, en nuestro propio modelo de familia.
Lo importante no es la clase de institución familiar en que vivimos, sino los valores humanos que desarrollamos. Jesús predicó lo que vivió. Si predicó la entrega, el servicio, la solicitud por el otro, quiere decir que primero lo vivió. El marco familiar es el primer campo de entrenamiento para todo ser humano. El ser humano nace como proyecto, que tiene que ir desarrollándose a lo largo de toda la vida con la ayuda de los demás.
Debemos tener mucho cuidado de no sacralizar ninguna institución. Las instituciones son instrumentos que tienen que estar siempre al servicio de la persona humana. Ella es el valor supremo. Las instituciones ni son santas ni sagradas.
Con demasiada frecuencia se abusa de las instituciones para conseguir fines ajenos al bien del hombre. Entonces tenemos la obligación de defendernos de ellas. No son las instituciones las culpables sino algunos seres humanos que se aprovechan de ellas para conseguir sus propios intereses a costa de los demás.
No se trata de echar por la borda una institución por el hecho de que me exija esfuerzo. Todo lo que me ayude a crecer en mi verdadero ser, me exigirá esfuerzo. Pero nunca puedo permitir que la institución me exija nada que me deteriore como ser humano.
La familia sigue siendo hoy el marco privilegiado para el desarrollo de la persona humana, pero no sólo durante los años de la niñez o juventud, sino durante todas las etapas de nuestra vida. El ser humano solo puede crecer en humanidad a través de sus relaciones con los demás. La familia es el marco insustituible para esas relaciones profundamente humanas. Sea como hijo, como hermano, como pareja, como padre o madre, como abuelo. En cada una de esas situaciones, la calidad de la relación nos irá acercando a la plenitud humana.
Los lazos de sangre o de amor natural debían ser puntos de apoyo para aprender a salir de nosotros mismos e ir a los demás con nuestra capacidad de entrega y servicio. Las relaciones familiares tenían que enseñarnos a dejar nuestro egoísmo.
En ninguna parte del NT se propone un modelo de familia, sencillamente porque no se cuestiona el modelo de familia existente en aquel tiempo. Debemos tener esto muy en cuenta cuando en nombre del evangelio queremos imponer un modelo determinado de familia. La predicación de Jesús no va encaminada nunca a defender las instituciones, sino a las personas que la forman. En cualquier modelo de familia lo importante es el amor, que Jesús predicó y que debemos desarrollar en cualquier circunstancia que la vida nos plantee.
Meditación-contemplación
No sería mala idea hacer hoy la meditación todos juntos en familia.
Piensa: ¿Qué sería yo sin los demás?
Nada, absolutamente nada. Ni siquiera mi existencia sería posible.
Si los que te rodean han hecho posibles que tú seas,
¿es mucho pedir, que tú ayudes a los demás a ser?
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¿Cómo podría la araña tejer su tela si no tuviera puntos de apoyo para fijar su trama?
Tu vida depende de esos puntos de apoyo.
Deja que otros se apoyen en ti para tejer su propia vida.
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La familia es el primer campo de entrenamiento para alcanzar humanidad.
No dejes de entrenarte cada día.
Pero la verdadera batalla hay que ganarla en la relación con los de fuera.
Deja que todos encuentren en ti un apoyo para seguir viviendo.
Es la única manera de vivir tú a tope.
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AÑO NUEVO y MARÍA MADRE
En esta fecha tan universal y envolvente, es inevitable hablar, por lo menos, de tres temas: La paz, María Madre y el tiempo.
Empezaremos hablando de LA PAZ. Se nos llena la boca al pronunciar esta palabra, pero no nos interesa demasiado afrontar los verdaderos problemas que plantea. Todos pedimos a Dios que nos libre de la guerra, pero no estamos dispuestos a exigir en nuestro entorno justicia, que es "condicio sine qua non" de una auténtica paz.
Luchar por la paz haciendo la guerra, garantiza el fracaso. El concepto de guerra preventiva es más perversa que la ley del talión. El ser humano se puede defender de toda agresión sin tener que luchar contra nada ni contra nadie. El secreto sería trabajar siempre por el bien de todos y cada uno de los hombres.
Juan XXIII, en su encíclica "Pacis in terris", advirtió que la paz será la consecuencia de la Verdad, la Justicia, la Libertad y el amor. Esto lleva consigo tener claro que ningún ser humano es más que otro ser humano. Mientras no nos enteremos de esta realidad; mientras haya un solo hombre que se sienta superior, no podrá haber paz. Hoy por hoy, estamos a años luz de esta utopía, que sin embargo debe ser el primer objetivo de todas las relaciones humanas. Hay muchas personas que intentamos ser justos, ser amables, ser comprensivos, etc., etc., pero con la condición de que no se ponga en duda nuestra superioridad. Esta postura, tan común, es de auténtica hipocresía.
Todos buscamos la paz.
Unos buscamos la paz de los cementerios: ¡Que nadie se mueva! ¡Ay de aquel que se atreva a vivir! Ahí están los "vivos" de siempre, impidiendo el más ligero signo de vida a los demás.
Otros nos contentaríamos con la paz romana: todos los demás sometidos humillados al servicio del imperio. Una paz que responde a la ley del más fuerte, sostenida con bombas y cañones. Que mueren personas inocentes, ¡qué más da! Son "daños colaterales". Que quedan seres humanos destrozados en el camino, da lo mismo, lo importante es que se han cumplido los objetivos.
Esta paz siempre se consigue a base de hambre, enfermedades e ignorancia. Paz conseguida gracias a que la inmensa mayoría de la humanidad no tiene capacidad de reivindicar los más elementales derechos. Carta universal de los derechos humanos, firmada por todos los países, ¿para qué? Sería de risa, si no fuera de pena.
La que debíamos buscar todos, es la paz armonía, fruto de la Justicia. Pero el mayor enemigo de la justicia es la legalidad que unos pocos privilegiados imponemos a todos, buscando siempre nuestro provecho. ¿Qué pasaría si las leyes del comercio mundial las hicieran los países más pobres, los que pasan hambre hasta la muerte? El primer objetivo de las grandes coaliciones entre las naciones es defender sus intereses económicos. ¿Contra quién? Es demencial. Y encima tenemos que estar oyendo todos los días que somos los buenos. ¡Qué iba a ser del mundo, si no fuera por nosotros!
Debemos tomar conciencia de pertenecer a una familia, donde no haya ni superior ni inferior, ni señor ni esclavo, esta es la clave de todo el mensaje evangélico.
La transformación debe empezar dentro de cada ser humano. Si desterrásemos de nosotros todo egoísmo, se terminarían todas las guerras. Según Jesús, es más humano el que es capaz de amar más. Es inútil pretender una plenitud humana a costa de los demás.
MARÍA MADRE. Es la fiesta más antigua de María que se conoce. Pablo VI la recuperó del olvido. Es bonito empezar el año mirando a María Madre, sobre todo si aprendemos a verla sin capisayos y abalorios.
La primera imagen que el hombre primitivo tuvo de Dios, fue la de Madre. María Madre viene a suplir las carencias que conllevaba la idea de un Dios exclusivamente Padre.
La maternidad de María es un dogma, que fue definido en Éfeso en el 431. Es muy interesante constatar que ese dogma tuvo que ser aclarado y en cierto modo limitado veinte años después por el concilio de Calcedonia (451) afirmando que María era madre de Dios "en cuanto a su humanidad". Esta aclaración la hemos olvidado por completo y seguimos interpretando mal lo que en el dogma se quiso declarar.
El dogma se definió para confirmar, que el fruto del parto de María fue una única persona, contra la tesis nestoriana que afirmaba dos personas en Jesús. Fue una definición cristológica, no mariana. María no era aún motivo de la reflexión teológica.
No debemos olvidar que este concilio lo promovió Nestorio para que condenara como hereje a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo y por lo tanto que María era con pleno sentido, madre de Jesús Hijo de Dios. A Nestorio le salió el tiro por la culata, y fue condenado él; pero faltó el canto de un duro, para que se condenara como herejía lo que se definió como dogma... Sin comentario.
Este dogma de la "Theotokos", literalmente, "la que pare a Dios", se ha entendido mal, porque no se ha tenido en cuenta el sentido que tenían las palabras en aquel contexto. Es el mejor ejemplo de cómo, conservando las palabras, estamos diciendo algo completamente distinto de lo que se quiso definir. En aquella época se creía que la nueva criatura procedía totalmente del padre. La madre no tenía otra misión que la de ser recipiente donde se desarrollaba la semilla del nuevo ser. De ahí que no se tenía ningún inconveniente en aceptar que alguien pudiera ser hijo de un dios naciendo de una mujer. Es ridículo seguir hablando hoy de Hijo de Dios en sentido biológico.
En la concepción de Jesús, no podemos seguir mezclando el plano biológico y el divino. Se trata de dos planos de naturaleza distinta que no tienen la menor posibilidad de interferir uno en otro. En el orden espiritual, lo biológico no tiene ninguna importancia.
Hay que defender con rotundidad que lo que Jesús fue y significó, como manifestación de Dios, sólo podía ser obra del Espíritu Santo. Eso nadie lo puede poner en duda. En los relatos del nacimiento y del bautismo de Jesús, se ve con toda claridad: "Concebido por el Espíritu Santo"; "Nacido del Espíritu Santo"; "Ungido por el Espíritu Santo"; "Movido por el Espíritu Santo"; "El Espíritu es el que da vida, la carne no vale para nada".
Lo que estamos celebrando es que María hace presente a Dios encarnado (Emmanuel). San Agustín dice que María fue madre de Dios, no por su relación biológica, sino por haber aceptado el proyecto de Dios. En eso, María sigue siendo modelo. Todos tenemos que engendrar a Dios y todos tenemos que dar a luz a Dios, como dijo el maestro Eckhart.
Los primeros padres llamaban a la Iglesia partera, porque su misión era ayudar a los seres humanos a alumbrar a Dios. Dios sigue dándose de manera absoluta a todos y cada uno de los hombres. Descubrir y experimentar ese don es la tarea más importante que puede llevar a cabo un ser humano.
El tercer tema tiene que ver con EL TIEMPO (Año Nuevo). El comienzo del año nos tiene que hacer pensar en el tiempo y en la eternidad. Como seres construidos de materia, formamos parte del tiempo, del devenir, de la evolución. Pero a la vez, la eternidad, de alguna manera, nos está atravesando. Si camináramos por el tiempo con los ojos bien abiertos, descubriríamos horizontes de eternidad en la misma temporalidad.
El concepto de eternidad que manejamos, como algo que está más allá del tiempo, nos está jugando una mala pasada. No es negando la temporalidad, como alcanzaremos la eternidad, sino zambulléndonos en ella hasta encontrarnos con su médula.
En el NT se manejan dos conceptos muy distintos de tiempo.
Uno es el tiempo astronómico (la medida del movimiento), que nos permite conectar con la realidad material y sentirnos inmersos en la contingencia.
El otro concepto es el "Kairos", que sería el tiempo psicológico o espiritual. Este nos permite ir más allá del tiempo y experimentar en cualquier momento lo trascendente, lo divino, la eternidad.
Contemplación-meditación
María MADRE
Pensar en los orígenes nos obliga a centrarnos.
Para saber dónde estoy, debo saber de dónde vengo y a dónde voy.
El presente consciente incluye el pasado.
El futuro está ya en el presente de la persona despierta.
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La figura de María Madre (origen, Diosa) es fruto del subconsciente.
Completa la idea de Dios Padre que tenemos arraigada en nuestra cultura.
Dios Padre = poder, autoridad, exigencia; seguridad externa.
Dios Madre (María) = acogida, comprensión, cariño entrañable; seguridad interna.
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Ninguno de nuestros conceptos puede expresar la realidad de Dios.
Pero unidos los dos símbolos, se acercan un poco más a lo que Dios es.
María nos ayuda a encontrar a ese Dios que es nuestro origen y nuestra meta.
Dios es el ABSOLUTO que me envuelve y me atraviesa.
Sin Él, nada sería yo. Con Él y en Él, lo soy todo.
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Fray marcos