SAMUEL 3, 3-10 y 19 / CORINTIOS 6, 13-20
José Enrique GalarretaLECTURAS 2º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
SAMUEL 3, 3-10 y 19
Servía el niño Samuel a Yahveh a las órdenes del sacerdote Elí.
La palabra de Dios era rara en aquel tiempo y no abundaban las visiones.
Cierto día, estaba Elí acostado en su habitación. Sus ojos empezaban a apagarse y no podía ver. Aún no se había apagado la lámpara de Dios y Samuel estaba acostado en el Santuario de Yahveh, donde se encontraba el arca de Dios.
Llamó Yahveh: «¡Samuel, Samuel!» El respondió: «¡Aquí estoy!», y corrió donde Elí diciendo: «¡Aquí estoy, porque me has llamado». Pero Elí le contestó: «Yo no te he llamado; vuélvete a acostar».
Samuel fue a acostarse, y el Señor lo llamó otra vez. Samuel se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy, vengo porque me has llamado». Elí respondió: «No te he llamado, hijo, vuelve a acostarte».
El Señor volvió a llamar por tercera vez. Samuel se levantó y fue a donde estaba Elí, y le dijo: «Aquí estoy, vengo porque me has llamado». Comprendió entonces Elí que era Yahveh quien llamaba al niño, y dijo a Samuel: «Vete y acuéstate, y si te llaman, dirás: Habla, Yahveh, que tu siervo escucha».
Samuel se fue y se acostó en su sitio. Vino Yahveh, se paró y llamó como las veces anteriores: «¡Samuel, Samuel!» Respondió Samuel: «¡Habla, que tu siervo escucha!»
El primer libro de Samuel forma parte de un conjunto de libros que nosotros llamamos "libros históricos" (Josué, Jueces, Ruth, 1º y 2º de Samuel, 1º y 2º de los Reyes). Narran la historia del pueblo de Israel desde la entrada en la Tierra Prometida hasta la caída de Jerusalén en manos de Nabucodonosor y el destierro del pueblo a Babilonia.
Pero estos libros, que manejan documentos y fuentes muy antiguas para narrar los hechos, no tienen intención preferentemente histórica, sino "profética", religiosa: es la historia de las relaciones del pueblo con Dios, de sus fidelidades e infidelidades, y de cómo, finalmente, el apartamiento de Dios termina en el castigo.
Una vez más, no se trata tanto de la historia sino de "la Historia de la Salvación". Muestran muy claramente la fe de Israel: todo es relación con Dios, toda la historia del hombre se lee desde esta óptica: aceptar la Ley para salvarse: rechazar la Ley y perderse. Se encuentran pues en estos libros muy claros testimonios de la relación del pueblo con Dios, del papel de los profetas, del progresivo conocimiento de Dios.
En la Biblia hebraica, estos libros se llaman "los Profetas anteriores". Detrás de ellos vienen "los profetas posteriores" (Isaías, Jeremías...). Esto muestra bien la intención de los autores.
En el principio del primer libro de Samuel se narra la vocación del que será un gran profeta, el que ungirá a Saúl y a David. Y éste es el tema básico de este domingo: el encuentro con Dios, el llamamiento, la vocación.
CORINTIOS 6, 13-20
Hermanos: el cuerpo no es para la fornicación sino para el Señor; y el Señor para el cuerpo. Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor es un espíritu con él. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica, peca en su propio cuerpo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios?
No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un alto precio por vosotros. Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo.
Vamos a hacer una lectura "continua" de esta carta, leyendo fragmentos seleccionados en el orden en que se presentan en ella. Por tanto, su mensaje no tendrá nada que ver con el de las otras dos lecturas, salvo por casualidad. El texto de hoy presenta una bella doctrina de Pablo sobre el respeto al cuerpo como templo de Dios.
José Enrique Galarreta, S.J.