TESALONICENSES 1, 1-5
PabloPablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros gracia y paz.
En todo momento damos gracias a Dios por todos vosotros, recordándoos sin cesar en nuestras oraciones. Tenemos presente ante nuestro Dios y Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad, y la tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor.
Conocemos, hermanos queridos de Dios, vuestra elección; ya que os fue predicado nuestro Evangelio no sólo con palabras sino también con poder y con el Espíritu Santo, con plena persuasión.
Pablo fundó esta comunidad cuando fue expulsado de Filippos. Más tarde fue a Atenas y a Corinto.
Desde allí, enterado de los problemas que había en Tesalónica, les envió a su querido discípulo Timoteo con una carta en que se habla de la "Parusía", la segunda venida de Cristo, tema debatido y difícil, puesto que muchos cristianos la consideraban inminente, hasta tal punto que habían dejado de trabajar, puesto que el final de los tiempos era inmediato.
El texto de hoy es el saludo inicial de la carta, lleno del aprecio y cariño por parte de Pablo y sus acompañantes.
Para releer el comentario de José E. Galarreta, pincha aquí