ISAÍAS 40, 1-11 / 2 PEDRO 3, 8-14
José Enrique GalarretaDomingo 2º de Adviento
ISAÍAS 40, 1-11
Consolad, consolad a mi pueblo ‑dice vuestro Dios-. Hablad al corazón de Jerusalén y decidle bien alto que ya ha cumplido su milicia, ya ha satisfecho por su culpa, pues ha recibido de mano de Yahveh castigo doble por todos sus pecados.
Una voz clama:
«En el desierto abrid camino a Yahveh, trazad en la estepa una calzada recta a nuestro Dios. Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado; vuélvase lo escabroso llano, y las breñas planicie. Se revelará la gloria de Yahveh, y toda criatura a una la verá. Pues la boca de Yahveh ha hablado.»
Una voz dice: «¡Grita!» Y digo: «¿Qué he de gritar?»
‑ «Toda carne es hierba y todo su esplendor como flor del campo. La flor se marchita, se seca la hierba, en cuanto le dé el viento de Yahveh (pues, cierto, hierba es el pueblo). La hierba se seca, la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios permanece por siempre.
Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz poderosa, alegre mensajero para Jerusalén, clama sin miedo. Di a las ciudades de Judá: Ahí está vuestro Dios, ahí viene el Señor Yahveh con poder, y su brazo lo sojuzga todo. Ved que su salario le acompaña, y su paga le precede.
Como pastor pastorea su rebaño: recoge en brazos los corderitos, en el seno los lleva, y trata con cuidado a las paridas.»
Los capítulos 40 - 56 de la "profecía de Isaías" se escriben hacia el año 550, durante el destierro en Babilonia. El anisado regreso a La Tierra se concibe como un nuevo Éxodo, de la esclavitud a la Patria. Su lenguaje está lleno de símbolos, especialmente referentes al "encuentro con el Señor que viene". Es una de las partes del Antiguo Testamento más citadas en el Nuevo.
Su teología, en este texto, es clara: El Señor ha castigado a su pueblo por sus pecados, pero ahora viene como libertador. Frente a la caducidad de toda vida humana, la fidelidad del Señor es para siempre. El Señor se presenta ya como Pastor y Libertador del pueblo.
Sus imágenes y sus palabras son aplicadas especialmente en el NT a Juan Bautista: "Preparad el camino al Señor". Se usa como imagen la preparación de una gran calzada regia, allanando montes y rellenando valles, para el acceso del Gran Rey. Esta imagen es tomada por Juan Bautista para darle el sentido espiritual: preparad el camino, es decid, convertíos, cambiad vuestros corazones, volveos a Dios.
De la segunda carta de Pedro 3, 8-14
Mas una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años y, mil años, como un día. No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión.
El Día del Señor llegará como un ladrón; en aquel día, los cielos, con ruido ensordecedor, se desharán; los elementos, abrasados, se disolverán, y la tierra y cuanto ella encierra se consumirá. Puesto que todas estas cosas han de disolverse así, ¿cómo conviene que seáis en vuestra santa conducta y en la piedad, esperando y acelerando la venida del Día de Dios, en el que los cielos, en llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados, se fundirán?
Pero esperamos, según nos lo tiene prometido, nuevos cielos y nueva tierra, en lo que habite la justicia. Por lo tanto, queridos, en espera de estos acontecimientos, esforzaos por ser hallados en paz ante él, sin mancilla y sin tacha.
Los estudiosos de estos temas fechan esta carta a finales del siglo I o principios del II. Algunos piensan que es el último escrito del NT. Perteneciente sin duda al "círculo de Pedro", fue escrita por alguno de sus discípulos, con fuertes dependencias de escritos de Pablo y de la carta de Judas.
El capítulo tercero afronta el tema de "el retraso de la Parusía", es decir, de la venida de Cristo y el Juicio Final, en cuya inminencia creían fuertemente las primeras comunidades cristianas.
Es un tema que nos hace reflexionar seriamente sobre el término "Palabra de Dios". Es evidente que esta creencia se daba en las primeras comunidades cristianas, y que aparece en los escritos del Nuevo Testamento, incluso puesta en boca de Jesús. Que Jesús lo dijera o que lo pusieran en sus labios los escritores es tema en que no podemos entrar ahora. Pero sí debemos reflexionar en el hecho de que en la Biblia entera, AT y NT, aparecen muchas creencias y expresiones propias de la cultura y de la interpretación que cada época y autor ha hecho de la Palabra.
En este sentido, y para no alargarnos en este tema marginal, señalemos que a veces exageramos el sentido de "Palabra de Dios". Sería mejor decir que en la Biblia encontramos "mucha Palabra de Dios", para no dar carácter de Palabra de Dios a tantas expresiones, creencias, mandamientos, que no son más que muestras de la cultura o la manera de pensar de la época.
Sin embargo, no sería correcto detenernos en este aspecto, secundario, omitiendo el mensaje principal: llega el día del Señor, llega "el día", comparado con el cual esto es la noche. Nosotros esperamos unos cielos y una tierra nuevos, vamos camino de una realidad sin sombras, una creación libre del pecado y de la muerte, libre de lo transitorio. Es decir, el mismo mensaje del Éxodo y de Isaías: vamos caminando hacia la Patria.
Son textos para hacer un acto de fe en Dios como final feliz, y a la vez, textos de urgencia de hacer posible ese final feliz, que no será obra solamente del Señor que viene, sino de nosotros que salgamos a su encuentro.
Y conviene señalar esa pequeña frase, escondida entre las demás: "no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión" La voluntad de Dios es que todos lleguen a la conversión, que nadie perezca. Y ¿puede Dios fracasar?
José Enrique Galarreta, S.J.