ISAÍAS 50, 4-7
IsaíasMi Señor me ha dado una lengua de iniciado para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído para que escuche como los iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído y yo no me he rebelado ni me he echado atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos ni salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por eso ofrecí mi rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado.
Para releer el comentario de José E. Galarreta, pinche aquí