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LA FRACCIÓN DEL PAN EN LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES

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La fraction du pain dans les Actes des Apôtres, Lumière et Vie, 56 (1969) 79-90 Lucas nos ha dejado un evangelio en dos volúmenes, en los que nos presenta el crecimiento de la Palabra desde el comienzo de la predicación de Jesús hasta la llegada de Pablo a Roma, último confín de la tierra. En momentos importantes de los dos volúmenes se menciona la fracción del pan, hasta tal punto que nos hace pensar si no estará estrechamente vinculada a la proclamación del Reino hecha por Jesús y continuada por la Iglesia.

Pero surge un problema: ¿la fracción del pan, elemento de la vida de las primeras comunidades, es idéntica a la eucaristía de la última cena?, ¿no habrá reunido Lucas en una dos comidas primitivamente distintas (quizá una eucaristía-memorial paulina y una fracción del pan jerosolimitana orientada a la espera gozosa de la parusía)?

Estas notas no tratan de responder directamente a este problema, sino que quieren ayudar a leer el libro de los Hechos con los ojos de su redactor y captar así el alcance que daba la primitiva Iglesia a la fracción del pan, redescubriendo al mismo tiempo el sentido que da Lucas al momento de la comunión fraterna.

LOS TEXTOS SOBRE LA FRACCION DEL PAN

Tres textos explícitos

En los Hechos, la fracción del pan se menciona explícitamente al principio del libro, consagrado a la Iglesia de Jerusalén (Iglesia que ha de ser como arquetipo de las demás), y al principio y hacia el final del último viaje de Pablo a Roma (viaje que llevará la evangelización hasta los confines de la tierra). La situación de estas tres menciones dentro de la economía del relato ¿es fortuita o intencionada? Antes de responder veamos los tres contextos.

El primero (Act 2, 42-46) es un sumario que describe la vida de la comunidad primitiva. El v 42 anuncia lo que se desarrollará en los vv 44-47: a la enseñanza de los apóstoles corresponde la asiduidad al templo, lugar de tal enseñanza (cfr. 3, 11 ; 5, 21.25.42) ; a la comunión fraterna corresponde la unidad de corazón hasta el reparto de los bienes; a las oraciones, la alabanza de Dios. También de la fracción se hace doble alusión: en el v 42 constituye uno de los polos de perseverancia, de fidelidad y de consistencia de la comunidad, y en el v 46 se trata, en contraposición a la asiduidad al templo, de comidas cotidianas tomadas en las casas. Tales comidas están caracterizadas por una atmósfera de alegría, nacida de la convicción de vivir en la era escatológica, y de simplicidad o pureza de corazón como conviene al culto ligado a la comunión fraterna. Nótese, por lo demás, que este sumario está íntimamente relacionado con su contexto precedente: la comunidad que celebra la fracción del pan ha sido convocada por la palabra apostólica que conduce al bautismo y al don del Espíritu (2, 38).

El segundo contexto (20, 7-12) donde se cita la fracción del pan es la asamblea de Tróade, en la que Pablo resucita al joven Eutico. Se trata de una asamblea litúrgica, y se emplea este género literario: primer día de la semana, fracción realizada tras la audición de la palabra apostólica y en medio de la noche, habitación alta, cantidad de lámparas; todo para indicar la luz que el día del Señor hace brotar para el creyente en las tinieblas nocturnas. En este ambiente, Eutico reencuentra la vida. Es significativo de la intención de Lucas que esta resurrección se realice en una escena eclesial. Ph-H. Menoud nota que este pasaje se puede enlazar con el reproche de Pablo a los corintios: si hay entre ellos muchos enfermos y débiles y mueren no pocos es porque no saben discernir el cuerpo del Señor (1 Cor 11. 28-30). En Tróade, por el contrario, la fracción del pan trae la vida a un muerto; el milagro es signo de lo que produce la fracción. Recordemos el contexto de este relato tan colorista al principio del último viaje paulino a Roma (confín del orbe)  antes del discurso de despedida a los ancianos de Éfeso, en el que Pablo insiste sobre los padecimientos que acompañan al testimonio apostólico. ¿Tendremos aquí un eco de la subida de Jesús a Jerusalén y de la sobremesa de la última cena, donde Jesús insiste también en las pruebas que esperan a los discípulos? (cfr. Le 22, 28 ss).

La tercera fracción está insertada en el relato del naufragio que amenaza el viaje de Pablo a Roma y por tanto la misión universal. En el marco de una noche, en la que no lucen ni las estrellas y está perdida toda esperanza de salvación, el prisionero débil e impotente asegura que Dios dará la salvación a los que están con él en el navío. Pablo invita a todos a tomar alimento su salud depende de ello, si lo hacen "ninguno de ellos perderá ni un cabello de su cabeza" (cfr. Lc 21, 18; 12, 7 en que Jesús hace la misma promesa). Realiza luego la fracción del pan, descrita en términos que recuerdan

expresamente la última cena: "tomó pan, dio gracias a Dios ante todos, lo partió" (v 35 - Le 22, 19). Sólo faltaría el "se lo dio", pero en lugar de estas palabras se presenta a Pablo y a los otros comiendo (¿pretende esta omisión evitar la participación de los paganos en un gesto cristiano?). Sobre este navío perdido en la noche se promete a los paganos la salvación condicionada a la fracción del pan. Lucas no sólo muestra la protección divina sobre él, misionero, sino también que sus palabras y gestos (que vienen de Cristo) son salud para el propio mundo pagano. Es todo el programa del último viaje de Pablo.

Dos alusiones eucarísticas

Veamos ahora el fragmento de la conversión del carcelero de Pablo y Silas en Filipos (16, 34): el carcelero, después de haber recibido el bautismo, les prepara la mesa en su propia casa. El problema está, pues, en saber qué valor tiene la palabra mesa. En Act 6, 2 significaba comidas comunitarias que sin duda no excluían la fracción del pan; pero podemos recurrir también a Act 2, 46 donde, con más precisión, se entiende mesa en el mismo sentido que le da Pablo en 1 Cor 10, 21. Y es precisamente este segundo valor el que parece exigir toda la atmósfera del relato: luz que brota de la noche -media noche (cfr. Act 20, 7)-, cantos de alabanza a Dios (2, 42-47), alegría que acompaña esta conversión y esta mesa (2, 46). Parece que nos encontramos en una escena de la Iglesia de Jerusalén.

Se da también otro pasaje en el que Pablo, tras recobrar la vista y ser bautizado (9, 19), toma alimento; parece una comida ordinaria para recobrar fuerzas, pero la expresión "tomó alimento" es prácticamente la misma que la de 2, 46 y 27, 33-36, y no se la vuelve a encontrar en todo Lc-Act. Por otra parte, la relación que se da aquí entre bautismo y comida equivale a la que se da entre bautismo y "mesa" en el pasaje del carcelero de Filipos.

¿Podemos concluir que se trata de fracciones del pan en el sentido de iniciación cristiana? Lucas, ciertamente muy interesado por la iniciación cristiana, hace que la descripción de la vida de la Iglesia que nos ofrece en el c 2 termine con la fracción del pan. Como en estos dos casos se trata también de iniciación cristiana ¿podemos concluir que nos hallamos ante un contexto eucarístico? El  problema de la significación de la fracción del pan surge, pues, a cada paso.

Sentido de la fracción del pan

¿Qué quiere decir Lucas con la expresión "fracción del pan"?, ¿se trata de la comida de la última cena o de la mesa comunitaria de las primeras Iglesias? Podría ser que Lucas interpretara de modo distinto tradiciones que originariamente no tuvieran el valor de la última cena.

Estudiemos primero el vocabulario. Sólo Lucas entre los autores del NT usa le expresión fracción del pan. Act 2, 42 nos remite al relato de Emaús donde Jesús se da a conocer a los dos discípulos en la fracción del pan (Le 24, 35), pero Lucas no aclara del todo la expresión: puede tratarse o bien de un gesto característico del comportamiento de Jesús, o bien de la última cena. La palabra partir el pan se emplea más a menudo: además de hallarla en la aparición pascual se encuentra en el milagro de los panes (9, 16) y en el relato de la cena (22, 19), donde Lucas sigue la tradición sinóptica y utiliza un vocabulario común con ella. Por tanto, en todos estos casos usa un esquema que nosotros ya hemos encontrado en Act 27, 35: "Habiendo tomado el pan ( o los panes) bendijo (o dio gracias), lo partió y lo dio" (Le 9, 16; 22, 19; 24, 30). La comparación de estos textos nos lleva a concluir que Lucas da una significación técnica a esta expresión: para él, esta comida se identifica con la última cena. De ahí que podamos decir que, en Lucas, se da una continuidad de tradición entre última cena y la fracción del pan de las Iglesias jerosolimitana y greco-romana. ¿No es posible. sin embargo, que Lucas interprete a su modo una tradición diferente en la que fracción del pan designaría comidas comunitarias distintas de la eucaristía paulina y del relato sinóptico de la última cena?

  1. Lucas es tributario del mundo helenístico y paulino, pero ¿excluye esto el que tuviera acceso a las tradiciones de la Iglesia de Judea? Nos encontramos ante el problema, difícil de resolver, de las fuentes de Lucas. Sin entrar en él podemos, siguiendo a muchos exegetas, constatar lo siguiente: en primer lugar la expresión fracción del pan es judía (el griego no conoce este uso) y en este medio el término implica partir el pan, bendición, varias copas de vino...; además, la tradición de 1 Cor 11, 23s nos lleva a los relatos sinópticos de la última cena y éstos contienen semitismos que nos conducen al medio palestinense. Las tradiciones que afloran detrás de Lc 22, 14-20 no permiten oponer una fracción orientada únicamente hacia la espera del día del Señor y una comida memorial de la muerte sacrificial de Cristo. Este relato, y en un grado menor el de Mt-Mc, es a la vez una interpretación del martirio del Siervo y un anuncio escatológico del banquete del Reino.

La fracción del pan en los Hechos se comprende mejor en esta perspectiva. Cierto que está orientada hacia la escatología (y más en una comunidad polarizada por su pronta llegada), pero reposa también sobre la escatología realizada: la fe en Cristo resucitado como prenda del perdón de los pecados. ¿Podía ser vivida la fracción del pan haciendo abstracción del kerigma que no disocia la parusía de la glorificación -que es su prenda ni de la resurrección de los muertos? Es significativo que Lucas sitúe la primera mención de la fracción del pan tras el evangelio -programa de Pentecostés- y en la dinámica de la llamada a la conversión y al bautismo.

LA FRACCIÓN DEL PAN EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA

Contexto de la fracción del pan

Hemos visto el lugar, que en el libro de los Hechos, asigna Lucas a cada una de las fracciones del pan. La primera está situada en la sección inicial, el "evangelio de la infancia de la Iglesia": la fracción, junto con la enseñanza y la comunión de corazones hasta el reparto de bienes, forma parte de los polos alrededor de los cuales se estructura la Iglesia. Así vemos cómo Pablo, tras la etapa jerosolimitana, es agregado a la iglesia de Damasco por el bautismo y la comida que da fuerzas, el carcelero de Filipos lo es por el bautismo y la "mesa" del Señor y, sobre todo. el último viaje misional -que despliega toda la virtualidad universal del designio de salvación- está encuadrado por la fracción del pan. Podemos. pues, concluir que ésta se encuentra en el corazón de la "comunión" que es toda la Iglesia de Dios y. al mismo tiempo. en el origen y término de la misión universal que pide. para irrumpir en cada pueblo. un lugar en el que proclamar el evangelio y una mesa para partir el pan, sea la habitación alta de Filipos, la casa del carcelero, o el navío romano. No hay otro modo de concebir la misión y extensión universal del poder salvífico que surge de la cruz y resurrección.

Podemos explicitar esta visión teniendo en cuenta la interrelación de los datos del evangelio de Lucas y del libro de los Hechos. El evangelio narra tres fracciones: la de la multiplicación de los panes, que se sitúa en un contexto misional; la de la cena, que hace de la eucaristía una presencia orientada hacia el cumplimiento del banquete escatológico: y la de Emaús, donde el reconocimiento de Cristo viviente revela una nueva presencia. En los Hechos va tomando consistencia el tiempo de la Iglesia: en él la Presencia de Cristo cobra la forma del Espíritu que se da a la misma Iglesia,y cuya experiencia, para Lucas, es ante todo eclesial. Es en esta perspectiva donde la fracción del pan recibe todo su significado.

Fracción del pan y venida del Reino

Tras el tiempo de Jesús surge el de la Iglesia, el tiempo del Espíritu, que es la expectación de la venida gloriosa del Señor. Con esta visión. Lucas integra la historia en na perspectiva escatológica.

¿Cuál es el lugar de la fracción del pan en este contexto? Nos lo va a indicar el relato de la cena. Lc 22, 15-18 orienta la última comida de Jesús hacia el Reino que ha de venir; por esta Pascua y esta copa los discípulos son conducidos hacia el banquete definitivo donde el Reino será consumado (cfr. 13. 28-29: 14, 15s : 19. 1 ls). Pero los vv 19-20 nos trasladan a una realidad presente: la muerte del Siervo como inauguración de la nueva alianza. Por esto se propone el ejemplo del Siervo como modelo para los jefes de las comunidades (vv 24-27) y se Profetiza que el tiempo que comienza ("ahora") es para el misionero el tiempo de la prueba y el combate (vv 35-38).

Toda la Iglesia de los Hechos se mueve entre este presente y futuro. El término de la esperanza es la venida gloriosa del Señor, pero la prenda es la resurrección de Cristo, ya realizada y que nos asegura la nuestra. En la proclamación de este presente, el futuro es ya realidad. Bajo esta perspectiva de una escatología en vías de realización han de ser valorados los pasajes de la fracción del pan. El gozo que los envuelve conserva una orientación hacia el banquete del Reino que ha de llegar: es en el curso de esta asamblea donde los creyentes deberían vivir intensamente el "ven, Señor Jesús". La fuerza de salvación, que surge de la fracción del pan, es el milagro pascual del paso de la muerte a la vida que, con una fuerza que no pueden detener ni las persecuciones ni las pruebas, se extiende hasta los confines de la tierra. Pero esta fuerza no actúa de manera mágica o fatalista, pide una respuesta a la llamada del misionero y una enseñanza recibida por el catecúmeno o el bautizado. La admirable pedagogía de la cristofania a los discípulos de Emaús pone de relieve esta ordenación de la palabra a la fracción del pan en la conversión cristiana que desemboca en el pleno econocimiento.

Fracción del pan y presencia de Cristo resucitado

Desaparecido Jesús, el evangelio continúa propagándose por el testimonio de la Iglesia. Y es Cristo quien actúa secretamente en este testimonio, en particular por el Espíritu (cfr. 1, 8; 4, 31: 5. 32 etc). La presencia de Cristo, sin embargo, es distinta a la que se había dado antes. Se trata de reconocerla como lo hicieron los de Emaús. ¿En qué medida la fracción del pan es una manifestación de esta presencia activa de Cristo en la Iglesia? Para responder a esto volvamos a la aparición pascual a los dos discípulos. Ésta, en efecto, tiene muchos puntos de contacto con la fracción del pan en el libro de los Hechos y nos puede aclarar su sentido. En ambos casos se rompe el restringido círculo de los "doce", testigos oficiales, para ampliar la experiencia pascual al grupo de "discípulos", a la Iglesia, al mundo entero.

En Tróade, como en Emaús, la escena se sitúa tras la Pascua -"el primer día de la semana"- como queriendo generalizar la experiencia pascual a la de cada domingo. En Emaús toda la experiencia culmina en la fracción del pan; y es también en una comida donde Cristo da a los apóstoles la promesa del Espíritu (Act 1, 4). La comida parece, pues, el lugar privilegiado donde se manifiesta la presencia del Señor (cfr. Jn 21, 9s). En uno y otro caso, asimismo, la fracción del pan es la manifestación plena tras un camino espiritual: en Emaús, la evolución del corazón de los discípulos; en los Hechos, toda la catequesis que precede a la fracción del pan. Ésta, por tanto, se nos presenta como la presencia del Señor que da vida a sus discípulos, haciendo realidad lo que la palabra proclamaba ya de manera eficaz; es, en cierto sentido, el punto culminante del evangelio. La aparición en el camino de Emaús es el punto de separación entre la experiencia previa a la pasión y la que sigue a la resurrección. Antes de Pascua, los "doce" siguen la vida y enseñanzas de Jesús, despojados de todo, en virtud de una llamada que va dirigida sólo a quienes han escogido estar con Él y ser los servidores de la venida del Reino; por haber vivido esta etapa, Jesús les deja como promesa su "memorial" (Lc 22, 28-30). Después de la resurrección, en cambio, la comunidad se va haciendo progresivamente Iglesia universal, y en ella todos son llamados a seguir el "camino" de Cristo. Se trata, pues, ahora de un nuevo discipulado que se realiza entrando en la Iglesia: es decir, en la comunidad que acoge la enseñanza de Cristo, recibida de los "testigos", que vive de la comida de salvación partiendo el pan y que se despoja de sus bienes para cumplir el mandamiento de fraternidad. La "comunión" en estos tres puntos es susceptible de ser vivida por todos los hombres hasta los confines de la tierra.

Así pues, la fracción del pan aparece íntimamente ligada al tiempo de la Iglesia donde la presencia de Cristo se experimenta a la vez como un don, el de la vida escatológica. Y como una exigencia, la de la comunión fraterna.

Conclusión

Lucas explicita poco el papel que juega la fracción del pan dentro de su visión eclesial. Hemos intentado enlazar diversos textos entre sí y en el conjunto de la teología lucana. Pero el resultado sigue siendo algo conjetural, aunque tanto más sólido, cuanto permite entrever una coherencia interna con los aspectos fundamentales de la visión evangélica de Lucas en sus dos obras.

Resumamos lo más característico de esta visión: el significado de la fracción del pan es ante todo escatológico, es decir, proclama ante la Iglesia que ni su origen ni su fin le pertenecen, pues ella no surge del mundo, sino que es el signo del Reino ya inaugurado por la resurrección de Cristo y que será consumado en la parusía, pero por esta misma fracción del pan, la escatología se hace historia de salvación ya que es en una "comunión" de corazones que va hasta el reparto de los bienes donde el Señor manifiesta su presencia en un mundo renovado. Si la fracción es un don, es también una exigencia (aunque Lucas ponga menos el acento que Pablo sobre la exigencia que brota de la comunión).

La fracción del pan es, ante todo, una realidad eclesial, claramente perceptible para los creyentes, y es también la fuente de donde la Iglesia en misión cobra fuerzas no sólo para la construcción del mundo, sino para aportar una salvación que va más allá de las aspiraciones del corazón humano. La Iglesia misionera ve en la fracción del pan la realización de su esperanza, la "comunión" en una vida nueva que viene del Señor, pero que incide también en lo terreno hasta el reparto de bienes y la transformación de las relaciones entre los hombres para que éstos puedan llamarse, en verdad, hermanos.

 

Bernard Trémel, O.P.

Tradujo y extractó: Francisco Riera

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