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AÑO DE LA MISERICORDIA

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El papa Francisco ha convocado a toda la Iglesia para que celebre desde el 8 de diciembre de este año hasta el 20 de noviembre del 2016 el Jubileo o Año Santo extraordinario de la Misericordia. La misericordia es la característica que mejor podemos aplicar al Dios cristiano. Francisco lo repite con frecuencia: Dios tiene dos nombres: padre y misericordioso. Sin embargo este atributo de Dios, su ADN , ha sido muchas veces silenciado debido a que el cristianismo se ha contaminado de las religiones y filosofías circundantes que han hecho que le apliquemos a Dios atributos inadecuados como todopoderoso, justiciero, inflexible, que castiga a los malos y a los buenos como se descuiden, etc. El Dios griego ni amaba ni podía ser amado. Hasta los mismos credos cristianos se han contaminado, como por otra parte es perfectamente lógico, de expresiones culturales no demasiado exactas, pues están más bien inspiradas en las filosofías imperantes en los primeros siglos del cristianismo que en el Evangelio.

Está claro que el Dios que nos está manifestando Jesús es distinto al que muchas veces hemos encerrado en nuestros catecismos. Por eso el papa afirma en la bula de convocatoria del jubileo “El rostro de la misericordia”, que en la actualidad el Espíritu nos llama a hablar de Dios a las personas de un modo más comprensible. Derrumbando las murallas que por mucho tiempo habían recluido a la Iglesia en una ciudadela privilegiada. Estamos llamados a anunciar el Evangelio de un modo nuevo (4)… Estamos llamados ser un signo vivo del amor del Padre que consuela, perdona y ofrece esperanza para todos (3), nos dice Francisco, el papa de la misericordia.

Es verdad que Dios es justo, pero su justicia no es como la del mundo. El cardenal Kasper en su libro “La misericordia, clave del Evangelio y de la vida cristiana” nos lo repite varias veces: la justicia de Dios es su misericordia. Un cura de Granada, buen amigo mío, suele referir que recién salido del seminario hace ya más de 55 años, dio unas misiones en un pueblecito de la Alpujarra. Una noche tocaba hablar del infierno. Y así lo hizo. Al final del sermón se le acercó una sencilla mujer y le dio la mejor clase de teología que había escuchado. La buena mujer le dijo: Padre, si yo tengo un hijo y hace algo malo, siempre lo perdonaré, nunca lo mandaré al infierno. Y digo yo si Dios es un padre que nos quiere tanto, no pude castigar a nadie con el infierno eternamente por malo que sea. En aquel momento el novel misionero descubrió que lo que le habían enseñado en la facultad de teología de Cartuja era incompleto. Pero todavía seguimos rezando: “y porque puedes castigarnos con las penas del infierno”.

El papa nos invita a hacer de nuestras parroquias e instituciones oasis de misericordia (12). Por eso el lema del año santo es “Misericordiosos como el Padre”. En el número 15 de la bula que comentamos nos dice Francisco cómo podemos ser misericordiosos como el Padre: “Abriendo el corazón a los que viven en las más contradictorias periferias que crea el mundo moderno; curando las heridas de los que no tienen voz y son víctimas de la indiferencia; lavando sus heridas con el óleo del consuelo; abriendo nuestros ojos para ver la miseria del mundo; que nuestras manos estrechen las manos de los que sufren para que sientan el calor de nuestra presencia; que su grito sea el nuestro y juntos romperemos las barreras de la hipocresía; entrar todavía más en el corazón del Evangelio donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina; acercarnos a los que están solos y afligidos; perdonar al que nos ofendió; rechazar cualquier forma de violencia”. “No olvidemos, termina el papa, que en la carne de los más débiles se hace presente el rostro de Cristo mismo como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, refugiado, para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos, lo asistamos con cuidado, pues en el ocaso de nuestra vida, nos dice san Juan de la Cruz, seremos juzgados en el amor”.

Una excelente lección la que nos da Francisco, el Papa milagro. Un comprometido y solidario programa para el año que estamos inaugurando. Para nosotros y para los partidos políticos que se van a presentar para gobernar nuestro país. Pero lo más preocupante es que muchos de nuestros dirigentes eclesiales hablan poco de Francisco y cuando a veces citan alguno de sus textos, los desgracian. ¿Por qué será? ¿Será verdad lo que decía –cum mica salis- un periodista que el papa argentino es un marciano contra el que conspiran sus propios cortesanos? Sin duda, en nuestro país necesitamos obispos nuevos y renovadores que hagan que la Iglesia española salga del Bunker, esto es, que eliminen de nuestras instituciones el restauracionismo teológico y la involución en la vida pastoral. El Papa nos ha propuesto un programa ilusionante, pero a la presente nuestros pastores, la mayoría de bajo nivel, se niegan a ponerlo en práctica. ¡Necesitamos salir del Bunker! El Año de la Misericordia podría ser el deseado momento para iniciar un nuevo proceso de renovación y compromiso.

 

José Sánchez Luque

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