MISERICORDIOSA-MENTE
Rogelio CárdenasEl año inicia con una unánime y urgente proclamación: Dios es Misericordioso; y nuestra vocación cristiana es vivir misericordiosamente.
Al inicio de este año de gracia, renovemos la mente, para que sea más intensamente misericordiosa.
La invitación es, simplemente, vivir misericordiosamente...
No es fácil. Nos retan el crimen, el odio y el terror... Pero no es imposible, Dios mismo es quien nos invita a tratarnos, a su imagen, misericordiosamente... A nosotros mismos, a los demás, a la creación.
La invitación es, simplemente, vivir misericordiosamente...
No es sencillo. Urge que recuperemos la capacidad de reconciliar; de perdonar y de sentirnos perdonados. Nos acechan las intransigencias desquiciadas, que piden a gritos muerte, venganza y sufrimiento... Pero es posible, porque Dios es quien reina en la Creación.
La invitación es, simplemente, vivir misericordiosamente... ¿Para quién es la invitación al júbilo de la Misericordia divina en la humanidad?
Probablemente, no sea una invitación para infalibles, ni para acertados, ni para hipócritas puritanos. Difícilmente será para quienes se jactan de cordura y moral intachable...
Es más probable, que la invitación al júbilo, sea para quienes sientan el pecado a flor de piel; hombres y mujeres que, lejos de ufanarse de sus virtudes, reconocen sus limitaciones y debilidades...
Probablemente, sea una invitación para quienes ocupan los últimos lugares en nuestras listas de popularidad e importancia social. Quienes no destacan por su destreza, ni por su elocuencia; más bien torpes y carentes...
La invitación a vivir jubilosamente, misericordiosamente; será para quienes han llorado mucho, por el sufrimiento infringido por el pecado (personal y social). Es para quienes padecen el dolor del miedo y de la propia la indigencia...
La invitación es: Vivir misericordiosamente... Para víctimas libres de rencor, y victimarios sinceramente arrepentidos...
En fin, realistamente, la invitación de vivir misericordiosamente es... ¡Para todo el mundo!
Que vivir misericordiosamente sea, más que un tema para el debate, una actitud cotidiana y globalizada...
Que vivir misericordiosamente, sea una auténtica emergencia de las entrañas divinas, ante toda miseria humana.
Vivir misericordiosamente, no es una especie de tonto buenismo, sino un sano realismo... Reconocer, no solamente mis pecados, sino reconocer las situaciones de pecado en las que estamos inmersos, para re-conocerme en la vocación al abrazo y al amor. De víctimas y cómplices a criaturas liberadas...
Vivir misericordiosamente es liberarnos de culpas malsanas, a la vez que abrirnos al arrepentimiento adulto, que nos hace bien, y que nos lleva a pedir perdón sinceramente, y a perdonar humildemente.
Vivir misericordiosamente, no es anularme, sino abnegarme sanamente... No pasa nada si no es lo que yo... Como yo, y cuando yo...
Vivir misericordiosamente, no son renuncias, ni empeños voluntaristas, es ofrecerme, humilde y cercano...
Vivir misericordiosamente es unirnos para realizarnos; es con-dolernos para con-movernos y comunicarnos...
Vivamos misericordiosamente, y seamos más como nuestro Padre Dios (Lc 6,36), dejando emerger lo mejor de nosotros... que es siempre Cristo el Señor.
Dios Misericordioso:
Concédenos responder misericordiosamente... A los ataques y a las alianzas...
Concédenos concebir y vivir nuestra fe adulta misericordiosamente...
Que tu misericordia penetre hasta lo más hondo de nuestro ser, individual y colectivamente.
Que pensemos, hablemos, escuchemos y actuemos misericordiosamente...
Que te captemos en la realidad cotidiana y sepamos acoger la vida, misericordiosamente...
Que terminemos con la guerra, el hambre y las pestes.
Que haya paz en la Tierra, y que la buena voluntad habite entre toda la gente.
Así sea
Rogelio Cárdenas, msps