La mayoría de los seres humanos, son como hojas que caen de los árboles, que vuelan y revolotean por el aire, vacilan y por último se precipitan en el suelo. Otros, por el contrario, casi son como estrellas; siguen su camino fijo, ningún viento los alcanza, pues llevan en su interior su ley y su meta (Buda).

7 de febrero, domingo V del TO

Lc 5, 1-11

-Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: Boga lago adentro y echa las redes para pescar.

-Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes.

La transformación interior es necesaria para llevar a cabo una labor evangelizadora. Un serafín purifica al profeta Isaías con un tizón de fuego, y luego Dios le envía a ser presencia y palabra suya entre los hombres (Is 6). A Pedro y sus compañeros de trabajo les transforma la palabra y las obras de Jesús, que les impulsan a atracar las barcas, dejarlo todo y seguirle. Lc 5). Pablo experimenta la caída del caballo, y sufre una gran transformación interior que le lleva de perseguidor a anunciador del Evangelio (1Cor, 15).

Son signos divinos -o de este modo interpretados- que, como ocurre en la ópera El Príncipe Igor, del ruso Alexander Borodín (1833-1887), toman por presagio divino un eclipse, que les impulsa inmediatamente a la acción.

En su obra El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl resalta esta necesidad de cambio personal en estos términos: “El amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su significado más profundo en su yo íntimo. “El amor transciende la persona física del ser amado y encuentra su significado más profundo en su propio espíritu, en su yo íntimo”para poder llevar a cabo la tarea que todo hombre tiene encomendada: el derecho y el deber de impregnar con su vida espiritual la vida pública de su tiempo.

Los cristianos en concreto deben implicarse en el cambio perenne de la sociedad, para modelarlos en formato Evangelio. Los resultados electorales habidos el 20D en España, dice el obispo José Ignacio Munilla, reflejan una sociedad enferma, y deben ser una oportunidad para regenerarse. El Papa ha insistido sobre esta misma idea, en su discurso a la Curia Romana el pasado 21 de diciembre.

En su última homilía de las bodas de Caná, el Padre Marcos nos decía que la purificación del hombre no llega por el agua que limpia el exterior, sino por el vino que penetra dentro y transforma su interior: “Sólo después de beberlo se da cuenta el mayordomo de lo bueno que es”. Fuera del Cristianismo, Siddharta Gautama y otros muchos hicieron otro tanto. De ellos dijo que muchos seres humanos “son como estrellas; siguen su camino fijo, ningún viento los alcanza, pues llevan en su interior su ley y su meta”.

Estas conductas se hacen realidad cuando el hombre descubre que existen seres oprimidos que necesitan ayuda, como cantó Victor Hugo en su Poema:

“Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices”.

Y así es como hay que administrar nuestros valores: hacer que lleguen a los desheredados de la Sociedad. Decía un sugerente anuncio de las pasadas Navidades:”La luz está en tí, ¡Compártela!”

UN TESORO ESCONDIDO

Pasé la noche en mi jardín cavando.
Era noche de sombras y de truenos.
Buscaba externo a mí un tesoro
que yo ignoraba estaba dentro.
Cavé, cavé, cavé… ¡y cavé tanto!
¡y tanto me alejé de los luceros!
que llegué al centro de la Tierra,
sin encontrar el mío ni su centro.

-¡”Aquí no hay nada!” gritaron a coro
unas voces ya hueras por el tiempo.

Entonces se asomó al brocal del pozo
un compasivo celestial lucero,
que en plenitud de luz y voz me dijo:
-“¡¡No busques fuera lo que llevas dentro!!” 

(SOLILOQUIOS. Ediciones Feadulta)

Jesús ofrece la verdadera salvación, pero ésta no va a depender de ninguna ley, (tinajas). El agua se convertirá en vino fuera de ellas. "Habían sacado el agua". La nueva purificación no se hará con agua que limpia el exterior, sino con vino que penetra dentro y transforma el interior del hombre. Solo después de beberlo se da cuenta el mayordomo de lo bueno que es. Esta interioridad es la oferta original de Jesús.

Vicente Martínez