Buscador Avanzado

Autor

Tema

Libro de la biblia

* Cita biblica

Idioma

Fecha de Creación (Inicio - Fin)

-

ME VOY A PESCAR

Rate this item
(25 votes)

Muchos de los encuentros con el Resucitado esconden como trasfondo episodios vocacionales o escenarios que rememoran el comienzo. De este modo, tienen el sabor de un "nuevo inicio". Solo que de un nuevo inicio después de un intenso camino de seguimiento que ha culminado en Jerusalén. Empezar se llena de existencia, de experiencias y de una densidad vital difícil de explicar. Pues se trata de esa extraña mezcla agridulce, que tantas veces hacemos, donde todo aparece renovado, fortalecido e incluso atrayente, pero implica el riesgo de asumir las riendas de la propia vida.

De hecho, por una parte, aunque la experiencia del Resucitado les inunda de gozo tras la inmensa tristeza de haberlo visto crucificado, ya no volverá a ser lo mismo. A partir de ahora el Maestro no estará físicamente con ellos. Por otra parte, sienten dentro la necesidad de ser sus testigos y de anunciar a los cuatro vientos lo que han visto y oído. El futuro se muestra prometedor, abierto de posibilidades, cuentan con la fuerza del Espíritu para construir Reino, y al mismo tiempo, un sinfín de dudas les asaltan: ¿seremos capaces de dar la talla? ¿no sucumbiremos al primer envite? ¿qué tenemos que hacer ahora? ¿por dónde comenzar?

De repente Pedro rompe la inercia y dice: me voy a pescar. Y el grupo de siete, tan pronto como inesperadamente, se embarca en la empresa: vamos contigo. El número ya resulta significativo, siete. Pues indica una totalidad. Es más, de cinco de ellos se da el nombre – Simón Pedro, Tomás, Natanael, los de Zebedeo –, mientras dos aparecen innominados, como queriendo decir: "quizás también tú quieras apuntarte". El lugar tampoco pasa desapercibido, pues un capítulo antes se encontraban en Jerusalén cerrados a cal y canto por miedo y ahora el escenario cambia del todo. Estamos en Galilea, en el mar de Tiberíades, donde esta aventura comenzó.

Y aunque algunos de ellos eran pescadores de oficio, resuenan con especial fuerza las palabras programáticas del inicio porque han bregado toda la noche y no han conseguido nada. Solo cuando aquel desconocido dirige las maniobras desde la orilla – echad la red a la derecha de la barca y encontraréis –, encuentran y recobra sentido aquella promesa vocacional: os haré pescadores. Se trata del primer conato de misión y ellos son unos principiantes en este tipo de pesca. Pero no están solos.

Al ver la "multiplicación" de los peces, uno le reconoce: es el Señor. Y Pedro se lanza en su búsqueda. Dice el texto que primero se viste porque estaba desnudo. Y por este motivo se observan vestigios del Génesis en el texto. De hecho, Pedro que le ha negado, como el hombre del Génesis cubre su desnudez. Sin embargo, a diferencia de este no se esconde de Dios sino que se lanza a su encuentro. Allí le espera una hoguera encendida y, si calentándose ante unas brasas le negó tres veces, ahora aquí le confesará su amor otras tres veces.

Pero antes tienen que comer juntos. Así el Resucitado les tiene preparada una mesa. Es la experiencia que canta el Salmo del Pastor: tú preparas ante mí una mesa. Experiencia que forma parte de la espiritualidad del desierto. Y así con "ese olfato de oveja" y aunque no se atreven a preguntarle, ellos le reconocen porque son capaces de oler la autenticidad y distinguir entre el pastor mercenario de aquel que da su vida. Han escuchado su voz desde la barca y ahora parten con Él el pan. Tras el primer intento de misión, les esperan las brasas que dan calor y sentido a la comida compartida. Un pastor que restaura las fuerzas y conduce hacia fuentes tranquilas y que, aunque tengan que pasar por valles tenebrosos o la pesca sea en la noche, no han de temer porque Él, como Dios Enmanuel, estará con ellos hasta el fin del mundo.

 

Marta García Fernández

Read 5286 times
Login to post comments

Explore blockchain networks with ease by installing the MetaMask Extension for Chrome.